‘Sé lo que hicisteis el último verano’, el simpático regreso a unos años 90 que no merecen tanta nostalgia

Fotograma de 'Sé lo que hicisteis el último verano'

El recuerdo de Sé lo que hicisteis el último verano ha quedado atado irremisiblemente a Scream, y por razones bien documentadas. La película despegó al poco de que el primer ataque de Ghostface tuviera lugar en 1996, logrando que firmara su guion a toda velocidad la misma persona que lo había ideado todo y usando su nombre (Kevin Williamson) como reclamo en los pósters. “Del creador de Scream. Esto le deparó problemas legales a Columbia por parte de Miramax, haciéndole notar lo confuso que podía ser para el público si esperaba que Sé lo que hicisteis el último verano estuviera dirigida por Wes Craven, y se encontraba en su lugar a un desconocido Jim Gillespie.

Como más tarde la misma Sarah Michelle Gellar que encabezaba Sé lo que hicisteis el último verano iba a aparecer en Scream 2, la unión quedaba sellada. Y, puesto que Scream traía ante todo una mutación del cine slasher en clave meta —con personajes cinéfilos que se sabían al dedillo las reglas de este género de terror asediado por psicópatas enmascarados—, a la película se le asoció velozmente una voluntad irónica que las imágenes no respaldaban del todo. Desde luego que Williamson seguía haciendo justicia a su amor por el cine de los 80, pero en este caso adaptaba un material ajeno y eso lo cambiaba todo: la novela de Lois Duncan no dejaba de ser un thriller que exploraba la culpa desde convicciones más o menos éticas. Algo quedaba de eso en la película.

De Sé lo que hicisteis el último (la del 97) se recuerda mucho una escena donde Julie James (interpretada por Jennifer Love Hewitt) pierde los nervios ante el acecho del psicópata del garfio y grita en medio de la calle, con los brazos extendidos, “¿a qué estás esperando?”. Se recuerda por lo ridícula que es, sobre todo, si bien entrega asimismo una clave relevante para leer adecuadamente la película: Williamson había querido dejar la autoconsciencia al mínimo. El arrebato de Hewitt era gracioso porque era sincero —porque era camp—, y puntuaba una narración que buscaba explorar el remordimiento de un grupo de amigos tras haber atropellado a un desconocido el verano pasado y haberse deshecho del cadáver. Antes de que un acosador misterioso asegurara saber lo que habían hecho, estos amigos ya estaban destrozados psicológicamente.

En concreto, la película de Gillespie cargaba las tintas en la amistad destrozada de Julie y Helen (la mencionada Gellar), con un dramatismo que se convino en olvidar no solo por el descreído influjo de Scream: tampoco ayudó que la secuela Aún sé lo que hicisteis el último verano fuera abiertamente mamarracha —desplazando su acción a una isla gracias a que los protagonistas no sabían cuál era la capital de Brasil—, y que el fenómeno se fuera ajustando al trato estándar experimentado por cualquier franquicia de terror. De un modo análogo a que en 2006 se desarrollara una tercera parte directa a vídeo sin ninguno de los intérpretes originales, ahora nos toca una secuela-legado que se titula igual que la película fundacional y tiene a los intérpretes de vuelta.

Rostros viejos y nuevos

La historia de Lois Duncan —que, insistimos, no tenía una vocación muy alejada de Poe o Dostoievski— sigue atrapada en lo coyuntural y permanece vulnerable a cualquier oportunismo. Así que en esta nuestra época toca exprimir cualquier brizna de nostalgia según una fórmula ya practicada por la propia Scream a partir del reinicio de 2022, favoreciendo una sensación no tanto de eterno retorno como de regurgitación interminable. El mismo Williamson a quien se le ocurrió convertir al asesino de Duncan en un pescador con garfio —haciéndose eco tanto de una conocida leyenda urbana estadounidense como de la cercanía en los 90 de Candyman— está preparando ahora mismo la séptima Scream, mientras Sé lo que hicisteis… reaparece en carteleras rodeada de la nueva Destino final y otra posible secuela de Leyenda urbana. Vuelven los 90, definitivamente.

Y no son unos 90 inocentes o preocupados por el dolor humano. Son los 90 de Scream, reactivados y remixados de forma que cada personaje de cada franquicia de terror pueda reconocer en voz alta —y dando un codazo que llegue hasta el patio de butacas— la carestía de ideas que le ha traído aquí. Lo que pasa es que es un poco complicado darle ese trato sin más a Sé lo que hicisteis…, por los motivos mencionados. Jennifer Kaytin Robinson, la nueva directora, parece haberse decantado por el tono de Aún sé lo que hicisteis el último verano para partiendo de ahí amparar el regreso de Jennifer Love Hewitt y Freddie Prinze Jr. como supervivientes veteranos mientras intenta jugar con las expectativas del espectador, sorprendiéndolas lo justo para que siga fluyendo la complicidad.

Así que la nueva Sé lo que hicisteis el último verano busca ser tan graciosilla y listilla como las últimas Scream, es el sino de los tiempos. Como ha pasado recientemente con Ghostface, la trama introduce a una nueva generación de chavales que cierto 4 de julio se cruzaron con quien no debían, enlazándola a partir de ahí con la vieja guardia, con los giros idiotas e incluso con la voluntariosa asimilación del camp del film original para desarticularlo. Porque sí, aquí Jennifer Love Hewitt vuelve a decir su frase, en un contexto radicalmente no dramático. Todo sea por guiñar el ojo.

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No hay lugar para la sorpresa en la nueva Sé lo que hicisteis…, y sin embargo algo queda de la pureza atolondrada del primer film, por encima de tanto cálculo industrial. Los miembros de esta nueva generación tienen bastante encanto. En particular a Chase Sui Wonders —vista en la serie The Studio— y Madelyn Cline les une una amistad entrañable, siguiendo los pasos de Hewitt y Gellar pero sumando una acusada ligereza: la suficiente como para que Cline sea una pija tontísima y Wonders un catalizador de desastres sentimentales sin que no haya más tremendismo del necesario alrededor. Por mucho que les esté persiguiendo un psicópata y demás. 

La película de Robinson vuelve así a prestar atención al centro emocional de los personajes y  compensa a partir de él la escasa ambición de su comedia o (algo también muy habitual en la presente fase del terror comercial) lo pésimamente rodada y montada que está. Mientras Hewitt trata de darle algo de entereza al argumento asegurando que se ha convertido en una psicóloga experta en traumas (por qué no, bien hecho, Julie), Sé lo que hicisteis el último verano se las apaña para hacer alguna cosa realmente rompedora dentro del páramo posmoderno en que se inscribe.

Cosas como dedicarle alguna que otra escena a las amigas protagonistas que no avance lo más mínimo la trama. Cosas que llevan al espectador contemporáneo a pensar que, si realmente quiere seguir chapoteando en el vacío, mejor que se vuelva a la versión original. Mejor que se quede con Scream.

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