Israel rompe dos tratados internacionales y muestra su "supremacismo armado" al asaltar la Flotilla

Buques de la Flotilla Global Sumud llegan al puerto de Ashdod el 2 de octubre de 2025 después de ser interceptados mientras transportaban ayuda a Gaza.

La madrugada del jueves la marina israelí interceptó a la Global Sumud Flotilla cuando se encontraba a unas 50 millas de la costa de Gaza, todavía en aguas internacionales. El convoy, formado por más de 40 embarcaciones y 500 participantes buscaba abrir un corredor humanitario hacia la Franja tras superar la "zona de exclusión" de 120 millas proclamada unilateralmente por Israel.

La mayoría de los asaltos se ejecutaron en menos de dos horas. El Alma con Greta Thunberg a bordo fue rodeado y abordado en primer lugar, seguido del Sirius con Ada Colau y del Adara. Los activistas aplicaron los protocolos de resistencia no violenta. Se pusieron los chalecos, arrojaron los dispositivos electrónicos al mar para proteger sus identidades y siguieron las órdenes de los marines israelíes.

La misión humanitaria quedó interrumpida a decenas de millas de la costa palestina en un escenario que reproduce los patrones de operaciones anteriores y señala las ilegalidades cometidas por Israel respecto al derecho internacional.

"Por encima derecho marítimo e internacional"

Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el mar territorial de un Estado se extiende hasta 12 millas de distancia desde sus costas y más allá rige la libertad de navegación, ya que los estados no tienen soberanía, salvo en casos excepcionales como la piratería o la trata de personas.

El director del Máster en Derecho y Negocio Marítimo de la Universitat Politècnica de Catalunya, Germán De Melo Rodríguez, confirma a infoLibre que "la operación viola dos convenciones internacionales", la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar de 1982 y la Convención de Ginebra de 1949. Según De Melo, la primera ilegalidad ocurre debido a que la interceptación se produjo a decenas de millas de la costa, "donde Israel no tiene ningún poder". La segunda la asocia a que "un bloqueo naval no puede imponerse para impedir la entrada de ayuda humanitaria esencial".

Además, el jurista recuerda "grandes diferencias" respecto al desarrollo del transporte marítimo en otros conflictos. Durante la guerra Irán-Irak los petroleros recibían advertencias, según De Melo, de que entraban en una "zona de guerra" y eran los armadores quienes asumían la responsabilidad de continuar, pero nunca se producían abordajes en aguas internacionales. “Ellos te avisaban de que corrías riesgos, pero no asaltaban los barcos. Lo que hace Israel es imponer una línea roja arbitraria y pasar por encima de las normas del derecho marítimo e internacional”, amplía.

"Pone fronteras que no existen"

La condición humanitaria de la flotilla convierte la intercepción en un problema mayor. El artículo 23 del Cuarto Convenio de Ginebra obliga a facilitar el paso de la ayuda esencial a la población civil en situaciones de conflicto. Al obstaculizarlo, Israel no solo extiende arbitrariamente su control naval sino que bloquea la llegada de alimentos y medicinas a una población sometida a un bloqueo total.

"Ellos tienen derecho a ver qué lleva ese tráfico cuando entran en sus 12 millas, pero aunque registren la carga tendrían que dejar pasar la ayuda. Y en este caso es evidente que no hay ningún peligro, son barcos solo cargados de comida y medicinas", precisa De Melo. Para el jurista, lo que ocurre es que Israel "pone fronteras en el mar que no existen" y actúa con "prepotencia y supremacismo armado" frente a embarcaciones civiles que se limitan a ejercer el derecho de paso.

La periodista Teresa Aranguren, especializada en Oriente Medio, recuerda que el propósito de la flotilla era "transparente", llevar ayuda humanitaria a Gaza. "Esto es de una dimensión tan atroz que debería escandalizar al mundo por el grado de brutalidad del ejército israelí y por la violación permanente de los derechos humanos. Es un acto de piratería”, sostiene.

"Israel ha convertido la excepción en norma"

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No es la primera vez que Israel aplica esta estrategia. Aranguren recuerda que desde 2008 cuando partieron las primeras flotillas rumbo a Gaza "el patrón se repite con interferencias de comunicación, abordajes y deportaciones exprés". Solo en contadas ocasiones como en agosto y octubre de 2008 pequeñas embarcaciones lograron atracar en la Franja. El episodio más grave fue el del Mavi Marmara en 2010 cuando comandos israelíes asaltaron la embarcación turca y causaron la muerte de diez activistas.

"Israel ha convertido la excepción en norma, utilizan las deportaciones inmediatas y la propaganda para justificar lo injustificable", señala Aranguren. Para De Melo, el problema no es solo jurídico sino político. “Lo que falla no es la ley, sino la voluntad de aplicarla. La comunidad internacional agacha la cabeza y permite que la ilegalidad se convierta en costumbre”.

Aranguren añade que esta vez el caso "tiene una dimensión mayor" por la magnitud de la misión. "Afecta directamente a muchos ciudadanos europeos y sin embargo los gobiernos apenas han reaccionado. Esto confirma que la impunidad israelí es una de las claves que perpetúa el drama de Oriente Próximo y el sufrimiento atroz del pueblo palestino”, concluye.

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