Radiografía del primer narcosubmarino teledirigido para el transporte de cocaína
El 3 de julio, Narcodiario informaba de un hallazgo que a primera vista parecería casi típico de la costa del Caribe colombiano, pero que era muy especial. Se dio pocas horas antes, el día 2, en las cercanías de las playas del Parque Tayrona, en Santa Marta. La Armada Nacional localizaba el primer narcosubmarino no tripulado para el transporte de cocaína, y en todo caso "el artefacto más grande y avanzado tecnológicamente encontrado a nivel mundial hasta la actualidad", si nos referimos a la tecnología teledirigida, sin necesidad de tripulación.
Meses después, el Centro Internacional de Investigación y Análisis contra el Narcotráfico Marítimo, oficina de inteligencia liderada por Colombia y participada por autoridades de todo el mundo, ha analizado con todo lujo de detalles la embarcación, que, aunque en su exterior es muy parecida a los semisumergibles que ya conocemos bien en España, tiene características que la hacen diferente.
La más obvia es la ausencia de tripulación. Esto permite a los narcos cargar mucha más cocaína –el habitáculo para la navegación y la estancia de las personas se convierte en una bodega más–. Además, evita pérdidas de recursos humanos en el caso de que las autoridades intercepten la embarcación.
El narcosubmarino teledirigido hallado en Santa Marta es aún de pequeño tamaño, en comparación con los que cruzan el Atlántico, pero es que esa no era su misión. Con 11,8 metros de eslora y apenas 150 centímetros de manga, es prácticamente invisible, incluso para las aeronaves. Apenas sobresale 30 centímetros del nivel del agua, una altura que con el solo batir de las olas le hace muy difícil de rastrear.
En cuanto a los materiales de construcción y la motorización, comparte características con los aparatos que llevan tripulación: un motor diésel de alta eficiencia y un casco de fibra de vidrio altamente resistente y que complica su detección en el radar. Dispone, lo mismo que los semisumergibles conocidos, de tuberías en la parte inferior para rebajar la temperatura con el agua del mar y minimizar las posibilidades de ser descubierto mediante infrarrojos que, como se sabe, discriminan los objetos por el calor.
Las mayores diferencias, como se ve en la imagen ofrecida por los investigadores, se encuentran en la parte superior del aparato, donde se encuentran los equipos de piloto automático, justo encima de la zona del motor (en una zona cercana a la popa), que funcionan mediante tecnología GPS, apoyados por dos antenas starlink ubicadas en el centro del aparato, bajo la escotilla.
Los análisis realizados a todos sus sistemas señalan que tiene una autonomía limitada, que oscila entre las 500 y las 800 millas náuticas, lo que le permite transitar por el Caribe pero que, por el momento, no le ofrece la posibilidad de cruzar el Atlántico, ni siquiera de alcanzar Estados Unidos sin un repostaje previo. El tanque de combustible no es muy grande. En este caso, se estima que podría cargar hasta 1.500 kilos de cocaína, si bien parece que no llegó a hacerlo. Fue intervenido antes.
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En cuanto a la velocidad máxima que logra en altamar, oscila entre los seis y los diez nudos. Otra característica de gran interés es su calado, pues consigue navegar de forma eficiente en lugares de muy escasa profundidad. Con 170 centímetros es suficiente para el artefacto.
Aunque este es el primer caso conocido de alcance en cuanto al tráfico de cocaína, los expertos apuntan a que embarcaciones de esta clase "ya están siendo utilizadas en muchos lugares del mundo". El acceso a la tecnología es cada vez más sencillo y por poco más de 200.000 euros pueden construir esta clase de aparatos, a través de impresoras 3D que facilitan buena parte de la labor. Los sistemas de comunicación ya no son tan caros como antes y, en todo caso, son muy baratos dados los beneficios que obtienen las redes criminales con esta clase de transportes.
Como se recordará, ya en el año 2022, en las costas de Cádiz, el Cuerpo Nacional de Policía localizó varios drones submarinos de pequeño tamaño que, como este, se manejaban a distancia. En aquel caso se piensa que se empleaban para el transporte de hachís entre Marruecos y España, con una capacidad de carga de unos 200 kilos por cada viaje y una autonomía de unas 50 millas náuticas.