Las estrías del tiempo
50 canciones para entender el siglo XX - Ricardo Aguilera
Efe Eme (2025)
Nunca supe muy bien lo que eran los discos conceptuales. Algo contaban y empecé a tener una ligera idea cuando salieron los corazones solitarios de los Beatles salpicados de pimienta y los Beach Boys (no sé si fue antes el huevo o la gallina) sacaron esa magistral locura de Pet Sounds. También había algo de eso cuando los King Crimson y Pink Floyd, pero a mí me cansaban más de la cuenta. ¿Se acuerdan de Yes y gente por el estilo? Pues eso. Demasiado envoltorio. Y no digo que todos esos no fueran buenos, incluso magistrales: es que me cansaban. Siempre fui fan total de la sencillez. Me clavé fijo en la canción de dos minutos y medio. Por eso cuando el coro de Hey Jude se alargó más allá de los siete casi decido hacerme de los Rolling. Digo casi. No que lo hiciera.
Viene esta introducción a cuento de que el libro que les cuento y acabo de escuchar puede parecer un libro conceptual y no lo es, aunque se pueda ver desde ese prisma si tenemos en cuenta que todas las canciones que salen en sus páginas forman una guía espiritual —sí, también espiritual— para que nos perdamos lo mínimo en nuestras vidas y añoranzas musicales. No busquen aquí una historia ligada a base de canciones, advierte Ricardo Aguilera en su presentación de 50 canciones para entender el siglo XX. No hay una historia: hay cincuenta historias más algunas de regalo. Lo que serían los bises en un concierto o el bonus track que regalan los artistas en los discos recopilatorios de sus temas más importantes.
Es un libro para escuchar. Para vivirlo. Cada capítulo es una canción y cada canción un trallazo yo diría que a nuestras propias conciencias. Todas tienen un sentido, aparte del que les haya querido conceder el autor, un tipo que se lo sabe todo en el mundo de la música, de la radio, de coser sin contemplaciones las estrías de un tiempo que son todos los tiempos y no uno solo. Ya ven ustedes: acababa de ver un western en que los linchamientos están a la orden del cacique del pueblo y me acordé de Trump y sus cowboys no necesariamente encapuchados. Y en eso que sale en el libro Billie Holiday cantando Strange fruit, una canción de 1939: “De los árboles del sur cuelga una fruta extraña, / sangre en las hojas y sangre en la raíz, / cuerpos negros balanceándose en la brisa del sur…”. Y así siempre en este libro que no sólo puede ayudar a entender mejor el siglo XX -con varios bises que se alargan al XXI- sino a entendernos mejor a nosotros mismos.
Hay una palabra que siempre me pareció una miaja extraña: eclecticismo. Algo así como un cajón de sastre donde cabe todo. Pues a lo mejor eso es también este libro de escucha necesaria. Un maravilloso cajón de sastre que va desde Woody Guthrie y su This land is Your land a esas joyas del kitsch que son El turista 1.999.999 de Cristina y los Stop o La partita di pallone con la que Rita Pavone se rebeló contra los maridos que abandonaban a sus mujeres por el fútbol cuando en el fútbol no mandaban las televisiones y era cosa de los domingos por la tarde. Especial emoción cuando me veo delante de Gallo rojo, gallo negro y me sumo a la cola que espera (sentada) un autógrafo de Chicho Sánchez Ferlosio. Grande, grande, grande Chicho, como en la vieja canción de Nina —la mamá gritona de Gelu en nuestros ¡ay! felices sesenta— que no sale en este libro ni falta que le hace.
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Ah, y que no se me pasen, en este apresurado recorrido por unas páginas que ponen patas arriba mi ignorancia -y no sólo musical-, temas como Qualsevol nit pot sortir el sol, de Sisa, Cantares, de Joan Manuel Serrat, o El hombre del 600, ese himno a las clases medias que se inventaron en plan autarquía Franco y sus falanges y que Moncho Alpuente y su Desde Santurce a Bilbao Blues Band sacaron a la carretera con la vitriólica y divertida mala baba que los caracterizaba.
Un penúltimo apunte que dejé señalado con un papelito amarillo: las tan de moda fake news. O sea, las mentiras, los bulos que llenan los medios, las redes, que lo llenan todo de mierda. “Lo de mentir ya se queda corto. Ahora lo que se lleva es manipular, intoxicar, envenenar”, escribe Ricardo Aguilera con más razón que un santoral entero. Por eso rescata una canción de The Jam cuando Margaret Thatcher asomaba la jeta por un horizonte más que brumoso. No conocía News of the world —como me pasa con tantas otras canciones de este libro que emociona y te enseña tanto al mismo tiempo—: “Mira las fotos tomadas por las cámaras que no pueden mentir, / la verdad está en lo que ves, no en lo que lees…” Ya era entonces una advertencia para que no nos dejásemos acuchillar por los espejismos del lenguaje, un lenguaje que podemos sin ningún problema tachar de fascista.
Ya les dejo. Si necesitan lentes para leer este libro hermoso, radicalmente hermoso, ténganlas a mano. Lo mismo digo sobre los auriculares. Algunos vinilos estarán maltrechos de tanto dar vueltas por los tiempos difíciles. Pero les ruego que no se salten ningún corte. Nada sobra en esta lista de canciones que, como dije antes, no sólo nos ayudan a entender mejor los siglos XX y XXI sino, a lo mejor sobre todo, a nosotros mismos. ¿Un libro conceptual? También dije al principio que el autor asegura que no. A mí me da igual si es o no es como Pet Sounds o unos cuantos corazones solitarios salpicados de pimienta. Simplemente es un gozo leerlo y escucharlo. Ojalá a ustedes les pasara lo mismo si lo leen o escuchan. Ojalá, ¿vale? Ojalá.