“Me han mutilado por un error administrativo”: las víctimas de los cribados cuentan su historia

Tres de las mujeres afectadas por el error de los cribados en la Junta de Andalucía.

“Cuando tienes un cristal en el ojo, los médicos no te dejan marchar hasta que te lo han sacado. Con un tumor debería ser igual”, denuncia María José Martín, una de las mujeres afectadas por el fallo en los cribados de cáncer de mama en Andalucía.

La crisis de los programas de detección precoz ha estallado este mes de octubre, dejando al descubierto las grietas del sistema sanitario andaluz: mujeres sin diagnóstico, listas de espera de hasta ocho meses, mamografías inaccesibles y una atención que llega tarde. Aunque, de momento, la consecuencia más directa ha quedado eclipsada por el peso de las cifras. Son las vidas en juego, mujeres cuya supervivencia y calidad de vida se han visto comprometidas por la ausencia de un diagnóstico que podría rescatar su salud. 

infoLibre reúne las historias de mujeres afectadas por las negligencias en los cribados de cáncer de mama, que hoy conviven con las consecuencias irreparables de una enfermedad no diagnosticada a tiempo.

Anabel Cano, un año sin saber que tenía cáncer 

“Una llamada que nunca llegó me ha quitado el trabajo, la casa y un pecho”, dice Anabel Cano, conteniendo sus lágrimas. 

Han pasado 15 días desde que salió de quirófano para enfrentarse a una mastectomía total. Apenas un día antes de entrevistarse con infoLibre, había visto por primera vez el resultado de la intervención. "Aún no me lo creo, no tiene sentido", repite, aún en shock

En noviembre de 2024, la sevillana recibió el diagnóstico del cáncer de mama con el que había convivido durante un año: "Me sentí muerta en vida cuando me lo dijeron". 

Un año antes, en noviembre de 2023, Anabel se sometió a su primera mamografía de cribado. En ella, el radiólogo detectó de inmediato una anomalía y solicitó repetir la prueba, junto a una ecografía. Tal solicitud llegó a la paciente al año siguiente, cuando la enfermedad invasora ya se había fortalecido de manera irreversible: el tumor había pasado de un BRAS 3 a un BRAS 6

"Acepto el cáncer de mama, porque me ha tocado como le puede tocar a cualquiera. Lo que no acepto es la forma en que me ha tocado”, denuncia Anabel, con rabia contenida. Desde que recibió su atrasado diagnóstico se pregunta sin descanso: "¿Por qué no me llamaron a tiempo?"

"Yo voté a Moreno Bonilla y mi voto me ha costado un pecho", lamenta. Es consciente de que, de no haberse producido ningún error administrativo por parte de la Junta, su estado de salud sería mucho más favorable.

"También he perdido el trabajo, y nadie me ha preguntado qué necesito". La sevillana confiesa que su cuenta bancaria se encuentra en cifras negativas: "¿Quién me paga a mí lo que necesite? ¿Quién me va a dar trabajo?". 

Por si fuera poco, el cáncer de mama también obligó a Anabel a vender su vivienda: “Si me moría, ¿cómo iba a dejar a mi familia con esa hipoteca encima?”. Ahora reside en la vivienda de su hermana. 

"Yo era muy alegre, ya no lo soy tanto". Anabel asegura que, hoy en día, su único motor es impedir que otras mujeres pasen por lo mismo, colaborando con la asociación AMAMA: “Me levanto cada día con un dolor tremendo, pero me gana más el querer ayudar”. 

María José Martín, tres tumores y una mamografía sin diagnóstico

María José Martín es una mujer que se mueve por la convicción de "hacer del mundo un lugar mejor". En lo público, alza la voz contra injusticias cada día, ya sea a través de tuits o participando en manifestaciones. En lo personal, lo demuestra ofreciendo su amabilidad, incluso cuando la tristeza amenaza con envolverla. 

Sin embargo, no pudo mantener intacta su coraza cuando infoLibre le preguntó: "¿Cómo te sentiste al saber que tu cáncer había avanzado por culpa de un error administrativo?". María José, afectada emocionalmente, confesó: “Yo suelo protegerme e intentar centrarme en luchar a través de la política. Prefiero no hablar de lo personal para no recordar lo duro que es todo esto”.

Con "todo esto" se refiere a los acontecimientos que sucedieron en su vida a partir del verano de 2022. Recibió la llamada de un centro privado para hacerse una mamografía, como parte del proceso de cribado para la detección del cáncer de mama. Tras acudir y realizarse el examen, solo obtuvo silencio administrativo; lo que supuestamente marcaba un factor positivo, ya que le indicaron que "si en dos semanas no hay respuesta, no hay incidencias". Por ello, María José no se preocupó.

No obstante, se encontró un bulto en su pecho a los dos años, en el verano de 2024. Cuando acudió al hospital a revisarlo, el diagnóstico reveló que tenía tres tumores y nueve ganglios afectados. Una invasión que, tal y como aseguró su médico, no se produce "de la noche a la mañana". Si María José hubiera obtenido respuesta de su cribado, el cáncer no se habría extendido de forma tan agresiva

Tras detectar los tumores, comenzó a recibir una fase de quimioterapia oral, una medicación que ella misma describe como demoledora:  “Me dieron letrozol, que yo le llamo destrozol, porque te destroza. Te fríe las neuronas, una vez hizo que hasta se me olvidara ir a una entrevista de trabajo”. El fármaco la acompañará durante cinco años, de los cuales ya ha superado uno. 

Además, tuvo que someterse a seis sesiones de quimioterapia intravenosa, quince de radioterapia y una mastectomía. La intervención supuso la extirpación de más del 20% de su pecho, lo que María José denuncia como “una mutilación”. “Me han mutilado por un error administrativo”, denuncia. 

"¿Qué pasó con mi mamografía?", se preguntaba Martína menudo. Tras contarle su situación a AMAMA, descubrió que en ClicSalud la mamografía había sido incorporada a su historial el 27 de enero de 2023, seis meses después de su realización. La imagen no aportaba ninguna claridad. En ella, figuraba un diagnóstico de "mastalgia crónica" (dolor persistente en la mama), a pesar de que María José nunca se había quejado de sentir dolor. La superviviente incluso duda de que aquella imagen fuera realmente suya: “Después de tanta descoordinación, ¿quién me asegura que no la perdieron o la confundieron?”.

Para ella, el problema es de raíz estructural. “El SAS [Sistema Andaluz de Salud] derivó a la privada y ahí los resultados de mi mamografías se perdieron”, afirma con contundencia. “Nos vendieron como un paquete. Para ellos no éramos pacientes, sino clientes”.

Charo Castro: "Lloraba pensando que nadie me iba a atender" 

"No dormía, lloraba pensando que nadie me iba a atender", recuerda Charo Castro, al repasar la cadena de errores que marcaron el retraso de su diagnóstico. 

En abril de 2024, acudió al hospital tras detectarse un pequeño bulto en el pecho. Pero entre una cita de mamografía que nunca se tramitó, otra de cribado sin diagnóstico y una lista de meses de espera en la sanidad pública, no pudo saber que tenía un cáncer de mama con afectación sospechosa en los ganglios hasta el 7 de noviembre de 2024. 

"Cuando me detectaron el tumor, ya medía 2,8 centímetros. Si no me hubieran hecho esperar tanto, quizá no habría alcanzado los dos centímetros y podría haber evitado la quimioterapia", relata con frustración. Cada hora que pasó mientras Charo esperaba, durante tres meses, la cita para la mamografía que su médico había solicitado (pero que nunca fue tramitada), y cada hora que transcurrió sin que llegaran los resultados del cribado al que posteriormente acudió, aumentaron las probabilidades de que sufriera las secuelas que aún arrastra. Entre ellas, dolor muscular, neuropatía y un cansancio persistente. "La quimioterapia es un veneno, lo pasas muy mal. Se me cayeron las uñas, sangraba por la nariz y no podía ni andar", recuerda. 

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Charo comprendió demasiado tarde la magnitud del desastre que rodeaba su situación: "Pensaba que mi problema era algo aislado, no algo que le está ocurriendo a miles de mujeres". Si hubiera sabido que detrás de su retraso no había un simple error administrativo, sino una crisis generalizada en los cribados de cáncer de mama, asegura que su reacción habría sido muy distinta. No habría esperado pacientemente una cita que nunca llegaba, se habría “plantado en la puerta del hospital hasta obtener respuestas”. Y, tal vez así, salvar parcialmente su salud. 

"No tenemos ninguna queja sobre los sanitarios, al revés", quiso aclarar Charo. Ella y el resto de pacientes de cáncer de mama, víctimas de las negligencias del cribado o no, están llenas de gratitud: "Los sanitarios hacen todo lo que pueden, pero sin medios, sin refuerzos y sin descansos suficientes". 

Ahora dedica gran parte de su tiempo a "acompañar a otras mujeres que están pasando por lo mismo". Desde la asociación AMAMA, recibe listas de contactos y las llama una a una. Escucha sus miedos, las orienta y las anima a reclamar sus derechos. Cada conversación se convierte en un acto de reparación para su propia herida: “Me está dando mucha fuerza”

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