Jesús Maraña Marcos, director editorial de infoLibre desde 2013, nació en Sahagún (León) en 1961. Desde su dilatada experiencia profesional, repasa hoy asuntos de actualidad e incide especialmente en algunas derivas que está tomando la información y, con ellas, la desinformación. La solución transversal, según Maraña, es la transparencia. Tanto para tuiteros anónimos que aprovechan para calumniar sin consecuencias como para tertulianos que ocultan que actúan de parte, bien de empresas o de intereses políticos. Lo mismo se aplica a medios que esconden la financiación que reciben de administraciones públicas a cuyo servicio ponen sus informaciones.
“Creo que es un ejemplo muy ilustrativo de los tiempos políticos y de información o de comunicación que estamos viviendo. Ante fenómenos inéditos para varias generaciones de españoles, en cuestión de minutos o de horas, tanto desde la política como desde la información o desde las esferas que consideramos científicas, muchos presumen de conocer lo que ha pasado, quién tiene la culpa, hasta dónde hay que exigir responsabilidades, etcétera. Ocurrió también con la pandemia, con Filomena o con la dana. Surgen soluciones de brocha gorda inmediatamente. Esta semana lo volvimos a ver en el debate parlamentario. Se produce un bucle en el que el líder del PP y el de Vox dicen que se está ocultando información ante la explicación del Gobierno de que hay que analizar millones de datos. Pasa también a los periodistas: en muchas tertulias acabamos opinando de lo que no sabemos con una seguridad aplastante. Y esto me parece que a lo que contribuye es a lo que ya ocurre en la sociedad desde hace mucho tiempo, que es esa permanente incertidumbre. Y a mí me parece que todas y todos deberíamos echarle una pensada”.
“La estrategia política de la oposición del PP fundamentalmente está siendo, a mi juicio, muy efectista y sin apenas sustancia política. Un plan alternativo no se percibe. Un ejemplo ha sido también el asunto de los aranceles. Es decir, en algo en lo que se supone que se está de acuerdo y que tu propio electorado en 20 encuestas lo ha señalado, como es que hay que afrontar esa guerra arancelaria y presentar una fuerza de país y, si es posible, es muy conveniente que sea una reacción europea unida. Bueno, pues no, en el Parlamento español, como ha pasado en las últimas dos legislaturas, constantemente asistimos a un debate del no es no. Porque no se puede apoyar absolutamente nada que provenga del Gobierno de coalición o de Pedro Sánchez. Esto me parece que es una irresponsabilidad importante en términos de país”.
“Sobre el día del apagón, en el que el transistor sustituyó a todo el sistema tecnológico e hiperconectado que cayó en segundos, me preocupa mucho una cosa que es también, a mi juicio, muy española. Todos somos capataces, somos sabios en casi todo, somos entrenadores de fútbol, periodistas, etcétera. Todo el mundo tiene tendencia a saber de todo con una gran seguridad, empezando por nosotros mismos. Y estamos asistiendo a una lección detrás de otra que nos lleva al punto de asumir lo que decía Innerarity y cito a menudo: que ni los científicos saben tanto como creemos, ni los políticos pueden tanto como parece. Un poquito de calma, un poquito de humildad colectiva. Esperemos a tener toda la información y luego sí, exijamos responsabilidades y planteemos medidas, soluciones, etcétera”.
“Y, eso sí, que cada palo aguante su vela. Seguimos hablando del fallo del sistema eléctrico. Hay responsabilidades, a mi juicio en Red Eléctrica, que es el gestor de todo el sistema, del famoso mix. Y se habla menos de las plataformas tecnológicas de telefonía, de comunicaciones. Está claro que no tienen la autonomía o la capacidad de mantenerse al menos durante unas cuantas horas. A falta de energía eléctrica necesitarán baterías muy potentes, necesitarán inversiones. Al final caemos en esto de que no hay ningún problema en que los grandes actores del mundo hipertecnológico y absolutamente energético en el que vivimos se lleven beneficios espectaculares permanentemente. En cuanto hay que hacer grandes inversiones o hay que arrimar el hombro, al final se nos piden los sacrificios a la ciudadanía. Esto no puede ser. Este esquema de capitalismo global en el que los beneficios son privados y los sacrificios, públicos, no puede funcionar. Todo esto que nos está pasando fundamentalmente tiene que ver con un hipercapitalismo insaciable”.
“Vamos con los trenes. Yo no tengo datos para afirmar si fue un sabotaje, si fue un simple robo de cobre. Desde luego era un robo bastante organizado y ciertamente sofisticado, por lo que dicen los técnicos. Pero en todo caso nos quedamos en el debate de si Óscar Puente es responsable de un caos absoluto, si lo es Renfe, si lo es directamente Sánchez. Vamos a ver, por qué no repasamos un poco los datos de lo que está pasando y especialmente en esa línea hacia el sur, en la alta velocidad. En los últimos años se ha duplicado prácticamente el número de viajeros y se ha multiplicado el número de trenes. Se ha abierto a la competencia privada, se han invertido más de 700 millones de euros en esa línea para que esté absolutamente actualizada y soporte ese tráfico. Y claro, si antes en mitad del campo ibas en un tren y se paraba, venía el revisor y decía: "Es la catenaria"; y nos quedábamos todos dos o tres horas esperando a que se arreglara. A lo mejor venían detrás dos trenes más o tres. Es que ahora vienen 15. Es que ahora el atasco que se produce y la paralización afecta a mucha más gente. Pero habrá que ver a todos los actores. ¿O solo tiene la culpa, como siempre, lo público?”.
“Algo habrá que decir sobre las compañías privadas que están abaratando los precios y haciendo un buen negocio, pero a base también de reducir servicios. Los trenes que no llevan cafetería siquiera, ¿cómo van a atender, cuando hay un apagón, una paralización del tren? ¿Cómo van a facilitar botellas de agua si no tienen ni ese servicio? Habrá que sacar alguna lección de todo esto y exigir que los trenes de alta velocidad lleven un vagón almacén con el agua suficiente, los productos energéticos suficientes o la atención a bebés que vayan en el tren. O insulina por si hay diabéticos. Y habrá que exigirlo. Hay que aprender de todo esto. Pero en lugar de poner el acento ahí, todo se traduce en ese debate cutre, es decir, primario, muy simple, de ‘la culpa la tiene usted’. Y ‘este Gobierno es el caos’. Es muy de brocha gorda y provoca, yo creo, además, pues ese alimento de las burbujas ideológicas y de la fractura social. Da igual lo que pase, que quien está en una burbuja va a culpar a la otra. Vamos a serenarnos y a ir un poquito más allá”.
“Entre las situaciones inéditas que van surgiendo, esta época en la que se intenta transmitir en directo lo que vemos, incluso se intenta transmitir en directo la nada. Me explico. Se muere el papa Francisco, que sabíamos todos desde hace meses que estaba muy mal, que llegaría en un momento u otro. Se produce como si fuera una gran sorpresa y un shock. Me parece curioso como síntoma de estos tiempos que vivimos que, durante la semana siguiente a su muerte, prácticamente todos los medios concentran [en la muerte del papa] casi toda la atención. Y en directo en Roma, en el Vaticano. Desde que fallece un papa, como mínimo, hasta que se le entierra es la nada. No hay noticia, nadie tiene una noticia. Sin embargo, estamos seis o siete días en un bucle permanente con el Vaticano. Habría que recordar que no deja de ser una religión, una fe de las que hay, de las muchas que hay o incluso de las creencias perfectamente respetables de los ateos. Seguimos un poco epatados por el espectáculo milimetrado de lo que es una sucesión papal. Y a lo mejor convendría que nos empezáramos a ocupar mucho más del poder que maneja la Iglesia, de si no hay una descompensación exagerada entre lo que significa cualquier cosa que afecta a la Iglesia católica y muchísimo menos a cualquier otra religión en un país que constitucionalmente es aconfesional y en la convivencia debe ser laico”.
“Hay distintas actitudes. El lunes del apagón en el especial de La 1, dije que ni la semana pasada era vaticanólogo ni esa era especialista en el sistema eléctrico. En esos casos puedo trasladar la información que me va llegando con prudencia para no apostar por teorías de las que no sé nada. El género que ya se denomina todólogo creo que hace mucho daño porque al final se frivoliza todo y se convierte en una especie de circo, de espectáculo. Venga a ver qué aporta este, qué dice el otro, pero como si no tuviera importancia nada de lo que dijera. Por un mínimo respeto al periodismo, a la información, a la audiencia y a ti mismo hay que hacer mucho más esfuerzo en no llegar con una seguridad pasmosa a decir: “Esto han sido las renovables”, por ejemplo. ¿De dónde salen los argumentos tan ruidosos que se plantean? En acontecimientos como estos, sería bueno que lo que se transmitiera entre todos fuera distinguir entre lo que está contrastado y lo que es especulación”.
“Si queremos cumplir el oficio que tenemos y el compromiso con la realidad y con la ciudadanía, tenemos que esforzarnos en aportar el mayor contexto posible hasta saber la causa concreta de las famosas tres oscilaciones en el sistema eléctrico en un plazo de segundos. Y pongo un ejemplo. A los 30 minutos del apagón, dos altos cargos del PP, desde la puerta de la central nuclear de Almaraz, ya señalan que la responsabilidad es del Gobierno y que el problema es que hay que prorrogar la vida de las nucleares o incluso construir más. ¿Por qué se produce esto? ¿Qué intereses hay detrás? Está claro que hay un interés en frenar el proceso de evolución de las renovables. No olvidemos que su objetivo final debería ser la autosuficiencia energética. Que cada casa, cada bloque de pisos, cada empresa, pudiera tener una energía de alimentación propia y muy barata. Esto yo comprendo que les preocupará mucho a quienes tienen un gran negocio desde hace siglo y medio con la electricidad. Cuando hablamos y damos paso a tantos expertos –que yo respeto a muchos y los escucho atentamente porque son los que saben de determinados temas– debería poner debajo, además, de quién cobra el experto, para quién trabaja. No es lo mismo que alguien trabaje para una empresa de renovables que para un lobby nuclear. Debería ponerlo debajo porque si no estamos asistiendo a una información o análisis parcial”.
“Yo soy periodista y ciudadano progresista, eso ha sido así toda mi vida. Ahora, si usted me acusa de ser del PSOE o de Sumar, demuéstrelo, porque no es verdad. Yo no estoy militando en ningún sitio. Tengo unos principios y los expongo. No tengo inconveniente en que se ponga que mis ingresos vienen de infoLibre y de las colaboraciones en la televisión y en la radio. Punto. Yo no cobro de ningún sitio más. A veces en las tertulias hay que discutir con periodistas que están asesorando a algún partido o trabajan con empresas de otros sectores y hablan de todo, como yo. Estamos supuestamente en igualdad de condiciones y es injusto. Transparencia”.
“Vox, como partido patriótico ultraconservador, de repente se da cuenta de que su gran socio, su primo de Zumosol –que es Trump– está perjudicando o va a perjudicar al electorado que ellos han intentado captar con mensajes simplistas. Esos de ¿quién es el más patriota?, vamos a defender lo nuestro, vamos al aislacionismo. Veremos cómo se va reflejando en los apoyos, aunque yo soy escéptico. Puede surgir cierto desgaste, pero en las encuestas está siendo mínimo. Vox es una patada a todo, ese concepto nacional populista que tiene un elemento de venganza, de revancha contra los poderes y el establishment. Quien debería preocuparse es el propio Partido Popular. Es socio por un lado en los gobiernos, cómplice de retrocesos democráticos clarísimos y a la vez compiten. Y por otro lado el PP vota contra las ayudas ante los aranceles sin motivo. Al principio de la negociación estaban de acuerdo, pero aprovechando la coyuntura del apagón mete el apoyo a las nucleares, que no tiene nada que ver.
“En esta etapa de convulsión absoluta me parece que hay que transmitir la necesidad de hacernos fuertes como Europa. No podemos dar pasitos como país, como España. Tenemos un paraguas que se llama Europa, y al que a medida que funciona mejor, crisis a crisis, vamos restándole importancia. Es difícil de entender el orden en el que se está trabajando esto de que en España estemos en un debate sobre el aumento del gasto en defensa. Habría que aclarar que el origen es un compromiso, no con Europa ni con nadie más, sino con la OTAN. Un compromiso que viene del Gobierno anterior de Rajoy en 2014, 2015, que fue el famoso 2% de gasto en defensa con la OTAN. Como hay una cumbre en junio, desde España, el Gobierno español quiere llegar con los deberes, digamos, hechos, sobre todo porque sabe que además se le va a pedir todavía más esfuerzo.
Es una pena que en ese sentido Europa no se anticipe y lo que haya sea un plan común. Creo que es muy pertinente y necesaria la reivindicación de la Europa social, de la Europa que nos facilita soluciones a asuntos tan complejos. Han sido convocadas concentraciones en distintas ciudades de España a lo largo del fin de semana. Las ha habido en otras ciudades europeas. En Madrid, este domingo, hoy, a las 12 de la mañana, en Callao, está convocada la sociedad civil. Además, la convocatoria viene de un montón de organizaciones y asociaciones cívicas o vecinales, sindicales, universitarias, de politólogos, de periodistas, de la cultura. Queremos más Europa”.
“Hay un ejercicio desde algunos periodistas ligados a Canal Red que desvelan cuentas de Twitter donde desde seudónimos o desde el anonimato puro se lanzan bulos o información interesada para perjudicar a alguien. ¿Qué condiciones hay que poner a la hora de supuestamente informar en cualquier red social? Son importantes los pasos pendientes –que han de ejecutarse antes de este verano– para aplicar el Reglamento Europeo contra la Desinformación y por la Libertad de Prensa. Las medidas deben implementarse más allá de ese reglamento para garantizar la libertad de expresión, sin que nadie abuse de ella para, de manera absolutamente intencionada y antidemocrática, estar condicionado a los debates, calumniando a la gente, deshumanizando a personajes públicos, sean políticos, artistas, periodistas, etcétera. Tenemos que reaccionar. Yo creo que no debería alarmarse nadie porque se pongan exigencias, por ejemplo, a la hora de ejercer la libertad de informar y hacerse pasar por un medio de información. Si usted es un medio, tiene que estar en tal registro público donde figure quiénes son sus propietarios, de dónde salen sus ingresos, qué ingresos de dinero público percibe y dónde los tiene usted. Transparencia en los famosos fondos de publicidad institucional. Acabemos ya con esa opacidad que permite a determinados gobiernos sostener medios que realmente no son medios, sino que son panfletos de propaganda a favor de una determinada opción”.
“¿En qué pone en riesgo esto la libertad de expresión? Es muy interesante el debate sobre el anonimato en redes sociales. Tengo una posición en línea con lo que plantea el Reglamento europeo y lo que creo que se debe plantear aquí. Yo no digo que no haya derecho a que alguien en Twitter prefiera opinar con un seudónimo, pero en algún sitio, en algún registro, debe estar perfectamente registrado quién es, quién está detrás de ese anonimato porque, si además de opinar, este señor o señora está calumniando, yo tengo el derecho también de poder ir contra el autor de esas calumnias. Y, por supuesto, creo que el propietario de esa plataforma debe asumir las consecuencias de cualquier bulo dañino o calumnia que circule por su red. Estoy muy cansado ya de esa expresión de que en la era de la tecnología no se pueden poner puertas al campo. El no poner puertas al campo significa que el supuesto derecho de uno que se esconde esté por encima de los derechos de quienes damos la cara, hasta el punto de sentarnos en un banquillo si se mete la pata. Tenemos que regular. Regular no significa manipular un medio, al contrario. Significa garantizar el derecho a la información, que es de la ciudadanía, no de Elon Musk o del señor Zuckerberg. Estamos en la era de la desinformación y hay que frenarla. Hay que tomar medidas para frenarla y no debería darnos ningún miedo”.
“Seguro que los lectores y lectoras de infoLibre ya me lo han escuchado muchas veces, pero cuando asistimos a los momentos de complejidad de la situación política, de los acontecimientos inéditos y con muy poca información, yo creo que es oportuno reivindicar la necesidad de que cuantos más lectores se sumen a proyectos como infoLibre o como otros medios que se comprometen con honestidad a la hora de manejar la información. Es importantísimo que extendamos esa confianza, esa necesidad, porque si no el desequilibrio es muy fácil. Un medio o depende de intereses concretos, sean grandes empresas, bancos, partidos, etcétera, o depende fundamentalmente de los lectores. Sé que es muy complicado y que cada uno tiene sus prioridades a la hora de gastar. Pero quien sepa o supiera en su día lo que costaba comprar un periódico a diario, con ese precio hoy puede estar suscrito cada mes a tres o a cuatro medios de información. Esto o lo alimentamos entre todos, lo sostenemos y participamos todos, o si no, de verdad que volveremos a caer en los intereses absolutamente crematísticos, políticos o demagógicos. Es más que nunca necesario reivindicar que la ciudadanía participe también en el sostenimiento de los medios de información”.
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