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El egocentrismo infantil, irracional y patético en la política

Ximo Estal

Si leemos la definición de egocentrismo en la RAE, la define como "la exagerada exaltación de la propia personalidad de un ser humano, hasta considerarlo como centro de atención" y que las personas egocéntricas son personas "centradas en sí mismas de una manera exagerada" de forma que presentan dificultades a la hora de relacionarse con los demás. En definitiva, un inconsciente hiperdimensionado, lo cual da lugar a que el egocéntrico se considere el centro de todo el mundo, tanto que "cree que sus opiniones e intereses son más importantes que los de los demás”. 

Esta clara definición de egocentrismo y de rebote del egocéntrico, por desgracia, cada día lo vemos más en la política, concretamente en algunos de sus dirigentes representativos del ámbito internacional, nacional, autonómico y local. Lo peor es que la primera consecuencia de este exagerado egocentrismo en estos dirigentes es que les provoca tomar decisiones infantiles de una forma irracional y patética. 

A nivel internacional, vemos cómo dirigentes políticos actuales como Milei, Trump, Putin, Netanyahu, Meloni, Orban, entre otros, toman o han tomado acciones o decisiones absurdas, infantiles, patéticas; lo que ha provocado en sus naciones y a nivel internacional más desigualdad, odio y crispación social, y lo peor de todo, algunos de ellos, como Putin y Netanyahu, genocidios imputables como “asesinatos” de lesa humanidad. Observamos cómo Orban y Meloni, con sus patéticas argumentaciones, ensalzan al fascismo, atacan la migración, no aceptan a colectivos LGTBI, no aceptan el aborto y anuncian leyes para acabar con todo lo que impida conseguir sus objetivos e intereses: aumentar su egocentrismo y con ello su falaz verdad, lo que demuestra su infantilismo y su falta de autoestima.

Observar cómo Milei realiza sus discursos con una motosierra, habla con su perro muerto y que, como consecuencia de sus decisiones, sus ciudadanos están siendo más pobres e incluso muchos de ellos están pasando hambre y “mueren”, y él, ante este hecho, todavía se pavonea, los humilla y pisotea, incluso a los que le votaron, es patético e irracional. Y no digamos de Trump: imputado, condenado, prevaricador y corrupto, que con su egocentrismo da a entender que él y solo él es el ser superior, señor de la verdad, de una verdad falaz. Y lo peor es que puede volver a ser elegido presidente de EEUU. Esto da miedo y nos permite decir que estos dirigentes políticos, que son referentes de la política más ultraderechista mundial, reflejan la política más cargada de principios antidemocráticos y de falta de valores que todos ellos y ellas están provocando con alevosía irracional. Una deriva del sistema democrático y de todo lo que ello conlleva para arrastrarnos a la vez a la destrucción de los valores esenciales del ser humano: la paz, la convivencia, el diálogo, la igualdad y a la libertad verdadera.

Pero, por desgracia, este egocentrismo no es solo a nivel internacional. En nuestra esfera política nacional, autonómica, local, tenemos dirigentes políticos en los que su egocentrismo también está a ese nivel de irracionalidad y patetismo, provocando una bipolarización muy peligrosa, pues el objetivo final es eliminar, socavar y limitar la democracia y los derechos conseguidos para implantar, con la ayuda de los poderes económicos, eclesiásticos y de algunos medios de información falaces, un estado dictatorial. Ver cómo dirigentes nacionales como Feijóo, día tras día, abusa en sus argumentaciones políticas de la mentira provocando la división entre autonomías y españoles, demostrando que su falta de autoestima, acrecentada por el riesgo del sorpaso de la lideresa Ayuso, es producto de un egocentrismo absurdo y que solo es un “político” en manos de unos poderes  económicos y para ello utiliza: la falacia, el secuestro de las instituciones para infundir atestados judiciales falsos que se apoyan en bulos, fotocopias y arengas antidemocráticas de la ultraderecha. Todo ello hace que se esté provocando una deriva en el sistema democrático español. Pero, por desgracia, Feijóo no es el único. Abascal, el líder de Vox, nos demuestra hasta dónde puede llegar el egocentrismo patético de un dirigente político y lo que se puede esperar de él, para que podamos lograr una sociedad: más justa, más solidaria y con más libertad.

Y si hablamos de dirigentes autonómicos, el mayor referente patético de egocentrismo es Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid. Una política que con sus inmaduros discursos y su falta de moralidad realiza acciones y argumentaciones cargadas de odio y de mezquindad, lo que dice muy poco a su favor como ser humano y sobre la política que espera la ciudadanía que le ha votado, sin olvidar la que sin votarla sus decisiones les afecta muy seriamente y peligrosamente, en lo que respecta a una igualdad social y respeto de la defensa de lo público frente a lo privado. Pero por si esto fuera poco, ¿no es patético, irracional, egocéntrico e infantil ver y oír cómo el presidente de Castilla la Mancha, el señor Page, ataca a su propio partido, el PSOE , todo porque  está en contra de Sánchez y, lo peor, que actúa de manera inmadura al posicionarse contra su partido, que es el que le propuso como candidato y los afiliados y votantes que votaron PSOE y no porque fuera candidato él?

Es fundamental que para vivir en una democracia real, el egocentrismo patético tiene que desaparecer de la política, ya que ello beneficiaría a la igualdad social

Esto demuestra que algunos políticos, con un egocentrismo tan absurdo, cuando alcanzan el poder se olvidan de quien les ha votado y solo piensan mantenerse en el poder, aunque para ello, pierdan toda dignidad como persona y político con una ideología que indica las siglas en las que se presentó. Y no sirve la excusa de la integridad, pues si una persona es íntegra y fiel a sus principios, si no estás de acuerdo con aquello que hacen quienes te presentaron, existe, cosa rara en los políticos egocéntricos, una acción: dimitir y abandonar la política.

Pero al igual que Page, dirigentes políticos como Cuca Gamarra, Tello, Borja Sémper, González Pons, Bujalde, Garriga, Pablo Iglesias, Irene Montero, Almeida e incluso Aznar, Felipe González, Guerra y otros dirigentes socialistas, han cambiado y radicalizado sus discursos, solo por su egocentrismo e interés de mantener un estatus social falaz. Y sobre todo lo que creo es que unas cartas no son el medio más adecuado para acabar con los egocentrismos, pues ellas mismas se convierten y pueden servir como excusa para determinar una acción egocéntrica para mantenerse en el poder, por eso hay que buscar medios, soluciones y argumentaciones que se alejen de los egocentrismos irracionales e infantiles.

En resumen, es fundamental que para vivir en una democracia real, el egocentrismo patético tiene que desaparecer de la política, ya que ello beneficiaría a la igualdad social. Pero por desgracia, a todos los niveles geográficos, nos estamos rodeando de una política y de unos dirigentes en los que sus egos están llevando al sistema democrático a su destrucción para convertirlo en una dictadura que sigue unos intereses egocéntricos y como consecuencia de una falta de autoestima alta. Es una verdad que debemos empezar a asumir y comenzar a erradicar si queremos una sociedad más justa, igualitaria y ante todo llena de paz, diálogo, convivencia y alcanzar con ello la verdadera democracia total y real. Por último, desear que este artículo pueda ser publicado y leído por mucha gente y sirva para que empecemos a reflexionar de una manera o de otra, con sus divergencias y opiniones en contra, pero eso es lo bonito en una democracia, la disparidad de opiniones. Gracias a todos los lectores que lean esta opinión que lo único que pretende es iniciar un tiempo para pensar y así buscar soluciones para erradicar las diferencias ideológicas propiciadas por una política egocéntrica, infantil e irracional.   

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Ximo Estal Izondo es socio de infoLibre.

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