Hacerse con un bebé

Antonio García Gómez

Como recurso placebo para carencias, deseos, caprichos o ansiosas obsesiones, por la maternidad o paternidad, a tanto y un pico la porción de ser humano.

¿Es una niña o un bien de consumo? ¿Es una niña o un  producto? ¿Una niña o una fuente de ingresos? ¿Una niña o la normalización y publicidad de la compraventa se seres humanos con fines de paliar las carencias propias? ¿Una bebé o una solución clínica para la depresión?”. Cristina Fallarás.

A razón de 200.000 euros o por el estilo, la compra del niño o niña, del producto, del bálsamo de Fierabrás… sin saber cuál es el porcentaje que se llevará “el vientre alquilado”, o mejor dicho, la mujer gestante, que también es un ser humano.

Antes salían más baratos si llegaban de Ucrania, y ahora resultan más caros si se encargan en Estados Unidos

Parece que sí, pero puede ser que no, o tampoco, o vaya uno a saber, según la pasta que cueste “hacerse con un bebé”, a tanto el trozo de bebé. Que antes salían más baratos si llegaban de Ucrania, y que ahora resultan más caros si se encargan en Estados Unidos, y aparecen, una vez cortado el cordón umbilical en brazos de sus ”padres o madres” de santa acogida, padres y madres muy amantísimos, aunque salgan muy afectados en su silla articulada, con el bebé en brazos. Mientras que la madre biológica, siempre madre, siempre mujer, sin bebé que llevarse a su mirada, andará doliente, entre entuertos que la permitan no olvidar tan fácilmente que hace nada tenía un bebé en su vientre y que ahora solo le quedaron quebrantos dolorosos.

Es lo que vale el dinero, y un mundo donde todo se compra y se vende, como se hace, por ejemplo, en “El Rastro”, a precio de baratillo, sin o regateando.

Para que luego la revista de turno, el diario de portada, anuncia que “Fulanita o Fulanito” han dado a luz unos hermosos retoños.

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Antonio García Gómez es socio de infoLibre

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