La segunda muerte de Víctor Jara

Marcelo Noboa Fiallo

“Así que vos eres ese comunista hijo de puta que hace canciones de mierda. Ya verás como aquí se te olvida cantar!!” Así recibieron los carceleros fascistas al cantautor y dramaturgo chileno, tras el golpe de Estado contra el Presidente Constitucional Salvador Allende hace cincuenta años, hace medio siglo.

Tres días después de torturarlo, de romperle las manos a culetazos y obligarle a tocar la guitarra, de burlarse de su imposibilidad y de gritarle: "¡Cantante marxista, comunista, conchadetumadre, cantor de mierda, canta cabrón!!". A continuación se divirtieron jugando con él a la “ruleta rusa”; tras varios intentos, un disparo acabó con la tortura y el sufrimiento. No conformes con ello, decidieron rematarlo con 43 tiros, ignorando que la música no se puede matar. Así murió físicamente Víctor Jara el 16 de septiembre de 1973. Su cadáver fue lanzado a un terreno baldío cercano a la línea férrea, en las inmediaciones del Cementerio Metropolitano. Víctor Jara, autor de canciones como El derecho de vivir en paz,  Te recuerdo Amanda, Plegaria de un labrador, Vientos del pueblo… tenía 40 años cuando acabaron con su vida. Estaba casado con Joan Turner y era padre de dos niñas: Amanda y Manuela.   

Su segunda muerte ha durado más. Ha durado medio siglo. Cincuenta años de acribillar su memoria por unos militares y “jueces” que hicieron carrera durante el tiempo que duró la dictadura fascista y vivieron cómodamente durante la “democracia tutelada” por una Constitución redactada por el dictador sanguinario. Esa misma vergonzosa Constitución que los gobiernos “socialistas” de Bachelet y Lago no fueron capaces de derogar y gobernaron bajo su infame paraguas manchado de la sangre de Víctor Jara y de las 3.227 víctimas como él. Esa misma Constitución que el actual Presidente Gabriel Boric tampoco ha podido cambiar.

Medio siglo después la Corte Suprema de Chile (muy diligente para otros menesteres) se ha desperezado y ha condenado en firme a siete exmilitares del ejército como autores del secuestro y asesinato del cantautor del pueblo

"Lo golpeaban, lo golpeaban. Una y otra vez. En el cuerpo, en la cabeza, descargando con furia las patadas. Casi le estalla un ojo. Nunca olvidaré el ruido de esa bota en las costillas. Víctor sonreía. Él siempre sonreía, tenía un rostro sonriente, y eso descomponía más a sus torturadores. De repente, el oficial desenfundó la pistola. Pensé que lo iba a matar, pero siguió golpeándolo con el cañón del arma. Le rompió la cabeza, y el rostro de Víctor quedó cubierto por la sangre que bajaba desde su frente" (testimonio de uno de los testigos durante el juicio).

Medio siglo después, tiempo en el que cual han pasado muchas cosas, como la vergonzosa concesión del premio Nobel de la Paz a uno de los artífices del golpe militar, Henry Kissinger, la Corte Suprema de Chile (muy diligente para otros menesteres) se ha desperezado y ha condenado en firme a siete exmilitares del ejército como autores del secuestro y asesinato del cantautor del pueblo. Más de 45 años después de que, en 1978, su viuda presentara la primera querella en el “juzgado del crimen” de Santiago de Chile. Ahí, la querella durmió durante 20 años, hasta que se reactivó en 1998 tras la detención de Pinochet en Londres por orden del juez Baltazar Garzón. Y, 25 años después, el Supremo ha dictado sentencia para vergüenza de los gobiernos de turno, la justicia chilena y del propio pueblo por el que luchó este cantautor irrepetible.

“Yo pregunto a los presentes

Si no se han puesto a pensar

Que esta tierra es de nosotros

Y no del que tenga más

Yo pregunto si en la tierra

Nunca habrá pensado usted

Que si las manos son nuestras

Es nuestro lo que nos den

A desalambrar A desalambrar

Que la tierra es nuestra

Y tuya y de aquel

De Pedro y María

De Juan y Jose”…

(Víctor Jara: A desalambrar)

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Marcelo Noboa Fiallo es socio de infoLibre.

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