Cultura

El alivio de los editores

Lisboa (Portugal) celebró su Feria del Libro a finales del mes de agosto.

Pregunto en una editorial, un grupo editorial, grande. "El confinamiento de la primavera nos obligó a postergar lanzamientos, que comenzamos a publicar en cuanto las librerías reabrieron". Belén López Celada, directora Editorial Área Planeta-Ensayo, recuerda que, en esos días, el comercio electrónico experimentó un despegue importante, y bastantes librerías reforzaron este canal de venta; luego, cuando subieron las persianas, se registró un 'efecto rebote', y durante varias semanas las ventas se mantuvieron por encima las mismas fechas del 2019. "Nuestro horizonte es acabar el año cumpliendo nuestras previsiones iniciales, previas al covid. Por lo tanto, la contestación, es sí, hemos superado esta prueba".

Pregunto en un grupo más pequeño, pero que viene pegando fuerte. "Es verdad que hasta el momento podemos decir que el impacto ha sido menor de lo esperado, sobre todo comparado con otros sectores de la economía", coincide Luis Pugni, director general de HarperCollins Ibérica.

Pregunto también en una editorial tipo pyme. "Mejor de lo esperado, sí. En el mes de mayo todo se veía de un color negro muy intenso, pero las ventas en España se recuperaron a partir de junio". Es Fernando Diego García, director editorial de Libros del Zorro Rojo, quien no obstante advierte: la pandemia no ha terminado, la posibilidad de exportar libros a América Latina sigue prácticamente interrumpida desde marzo y hay mucha incertidumbre sobre lo que pasará en los próximos meses.

Llamo, por último, a la puerta de una editorial joven y pequeña. "Podría haber ido mucho mejor", dice Cristina Pineda, editora de Tres hermanas, considerando que la empresa era de nueva creación y solo podía crecer, "pero como había un fondo formado por los sellos que ya tenían una trayectoria en la cadena del libro de cinco años, logramos subsistir gracias a los clásicos y a las novedades".

Los editores no parecen descontentos, aunque su presidente, Miguel Barrero, pide prudencia: aún es pronto para hacer balance. "De momento, la ficción, el libro infantil y el ensayo más generalista han resistido mejor de lo previsto y nuestra proyección es más optimista (incluyendo al pequeño editor y al independiente) ―admite el máximo responsable de la Federación de Gremios de Editores de España―. Pero nos queda por ver la campaña de texto escolar y universitario, el comportamiento de las ventas de las editoriales de libros especializados (humanidades, jurídico, religioso, etc.) y con qué ánimo vamos a llegar a la campaña de Navidad".

Quédate en casita, leyendo

La respuesta obvia a la pregunta: "¿Por qué la industria editorial ha resistido mejor que otras industrias culturales el embate de la pandemia?". Podría ser: "Porque leer es un acto solitario, se puede mantener la distancia social". Pugni acepta que "puede ser una explicación correcta para una parte, pero no para comprender el todo. Depende aún más del segmento o género del que hablemos". Por ejemplo, en el caso del libro infantil el libro ha sido una herramienta muy eficaz y socorrida, sobre todo durante el confinamiento más severo, para el desarrollo de actividades tanto lúdicas como formativas con los más pequeños. En cuanto a la no ficción, la variedad inmensa de temáticas que en ella confluyen sin duda han ayudado a todo tipo de lectores, y no solo en la lectura y por tanto no explícitamente solitarias. "En el caso de la ficción es donde más de acuerdo puedo estar con la afirmación de la actividad solitaria".

Quizá se produjera, también, un factor inesperado: la constatación de que la vida no se nos puede ir aferrados a un dispositivo electrónico, el que sea. "La lectura ―elabora García― sigue siendo una de las pocas actividades culturales que pueden hacerse en el propio hogar, es decir, reduciendo el grado de exposición al contagio, y ¡por suerte!, todavía puede realizarse sin dispositivos electrónicos". El encierro potenció la cantidad de horas que pasábamos delante de pantallas, pero al mismo tiempo hizo de los libros en papel un refugio para muchos.

Pineda, sin embargo, me devuelve la pregunta: "¿Tú crees que ha resistido mejor? Solo si consideramos que realmente no hace falta comprar un libro para leerlo si ya dispones de tu biblioteca y que no era necesaria la presencialidad para efectuar la compra y salvar el sector. El inconveniente es que se ha regalado en exceso la cultura a base de descargas gratuitas de libros", lamenta, señalando así algunas campañas lanzadas en el momento álgido del confinamiento.

Hay también un componente de, por utilizar una palabra muy en boga, resiliencia. El sector llevaba años haciendo callo, "compitiendo con nuevas y seductoras ofertas de ocio ―dice López Celada―. Creo que la gente que elige ponerse delante de un libro para ocupar su tiempo, a pesar de todas las inagotables alternativas para pasar el rato, no se va a desanimar por una pandemia. Y a los editores nos pasa un poco lo mismo". Barrero confirma. "Se ha producido un reencuentro de muchos ciudadanos con la lectura y que se ha incrementado la frecuencia y el tiempo invertido en leer." El gremio ha realizado distintas campañas de comunicación (como el traslado del día del Libro al 23 de julio), ha trabajado coordinadamente todos los actores de la cadena del libro (editores, distribuidores y libreros); porque, sí, la lectura es un acto individual, pero "también motiva muchas actividades sociales, desde compartir conversaciones sobre una obra, a pedirle su firma para darle las gracias por los buenos ratos". López Celada admite que han echado de menos esos contactos, que comenzaban en Sant Jordi, continuaban con la Feria del Libro de Madrid y seguían en infinidad de citas, en España y fuera de nuestras fronteras. La suspensión de algunas ferias internacionales ha ralentizado, cuando no detenido, las ventas a otros mercados; es decir, concreta Barrero, el comercio exterior ha sufrido una penalización. Esa es la razón por la que han mantenido Liber, aunque en formato virtual, y virtualmente acudirán a la Feria de Frankfurt, con un programa organizado conjuntamente con el Ministerio de Cultura y Acción Cultural Española.

El libro electrónico, al rescate del sector

No hemos mencionado, hasta ahora, los ebooksebooks, a los que muchos atribuyen el buen comportamiento del sector. El gremio constata que se ha comprado más en digital (un 50%), aunque también se ha pirateado más que nunca (se ha triplicado en libros). Pero ese incremento no lo explica todo. Incluso para Planeta, cuya apuesta por el libro electrónico es decidida, "siguen siendo una parte pequeña del mercado editorial. Lo que nos ha hecho aguantar es la venta de libro físico, tanto por e-commerce en el confinamiento, como en librerías, después del mismo". La experiencia en HarperCollins Ibérica es que, pasado el confinamiento y restablecidos los canales de venta, el libro en papel se ha recuperado rápidamente.

(Algunas voces señalan que el gran ganador de esta prueba es, como en otros terrenos del comercio, Amazon. Pero de esto hablaremos otro día…)

Distinta es la experiencia de Libros del Zorro Rojo, que ni produce ni vende ebooks. Para ellos, la comentada anulación de eventos y ferias presenciales ha sido decisiva. Súmese a eso la situación en Latinoamérica. La ausencia de exportaciones importantes desde marzo, la terrible caída de ventas que ha habido en los principales mercados del continente: México, Argentina, Colombia y Chile. "Seguramente hay editores que dependen menos de la exportación y que han recuperado su nivel de ventas en España, aunque no por ello hay que caer en una banalización de la crisis". No, porque las consecuencias económicas y sociales se harán sentir durante varios años en España y, especialmente, en América Latina, y "este panorama afectará especialmente al consumo cultural y a la compra de libros".

Como una (segunda) ola

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El horizonte no está despejado, Luis Pugni reconoce su preocupación: "Un nuevo cierre completo sería bastante malo en términos de venta, además del impacto económico en la sociedad en general, que impactará a todos los sectores de la economía". No obstante, los consultados no renuncian a la cultivar la esperanza. "Confiamos en que, al final de 2020, hayamos sido capaces de disminuir el impacto previsto al inicio de la pandemia ―dice Barrero―. Esta segunda ola nos preocupa, pero confiaremos en lo aprendido". Por ejemplo, en las nuevas maneras de promocionar los libros, que han experimentado un vuelco espectacular, poniendo mucho énfasis en lo no presencial, desde directos de Instagram hasta giras de autor virtuales. Sin renunciar, señala López Celada, a los métodos clásicos: "Tratamos de seguir haciendo firmas, con todas las medidas de seguridad necesarias, porque el encuentro real entre autor y lector es fundamental".

Como todo hijo de vecino, los editores buscan certezas… y no las encuentran. "Tenemos que trabajar como si la situación fuera normal, por mucho que sepamos que no lo es", dice Fernando Diego García. En buena medida, todas las empresas están con ‘respiración asistida’, "si no hubiese existido la posibilidad de los ERTE y de los préstamos ICO el panorama actual sería muy diferente. Pero claro, a partir de mayo y junio del año que viene, habrá que empezar a devolver esos préstamos..." En su opinión, no será fácil alcanzar un nivel de ventas suficiente para cubrir los gastos y amortizar los préstamos en los plazos previstos. "Sin duda, será necesaria una reprogramación de los vencimientos a nivel país, porque este es un problema que afecta, no solo a editoriales, librerías y distribuidoras, sino a buena parte del tejido productivo nacional".

Lo que es seguro es que la segunda ola les pillará trabajando. "Las olas gigantes de Hokusai, como los monstruos de la razón de Goya, siempre han estado presentes en nuestra creación y en el nacimiento de las colecciones, la elaboración del catálogo", asegura Cristina Pineda. Hay que guardar la calma y nunca perder el entusiasmo. "Hay que esperar el fruto de nuestro incansable trabajo y una disciplina rigurosa".

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