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Lagartija Nick busca sus raíces

El grupo granadino Lagartija Nick en una imagen de promoción.

Han tenido que pasar 20 años desde la publicación del rompedor y luminoso Omega, junto al fallecido Enrique Morente, para que Lagartija Nick vuelva. Y por Lagartija Nick queremos decir su formación original: Antonio Arias, Juan Codorniú, M.A.R. Pareja y Eric Jiménez, a quienes se suma JJ Machuca a los teclados. No es de extrañar que la unión —Jiménez, Pareja y Codorniú dejaron el grupo antes de que llegara el 2000, y luego se han producido las idas y venidas habituales del medio— les haya hecho regresar a los orígenes: no publicaban juntos desde aquel disco revolucionario, aunque ya se reencontraron en 2013 por la reedición de su primer disco, Hipnosis. No dudan en admitir que, consecuentemente, el Crimen, sabotaje y creación (Universal/Virgin) es la continuación lógica de Omega

"Volvemos a recuperar esas experiencias flamencas o de carácter andaluz", explica Antonio Arias, líder de la banda y único miembro perenne, "esas ideas lorquianas que nos venían de Jesús". Habla de Jesús Arias, su hermano, periodista y músico miembro de los vanguardistas TNT, precursor de la escena musical granadina en los ochenta —que viene a significar la escena pop española— y uno de los ideólogos de Omega. Falleció en 2015 y a él le dedican el disco. "Aquí", dice el otro Arias, "vuelve a iluminarse Lagartija Nick a la sombra de los grandes maestros". También está ahí el rastro de Lorca, que les acompaña desde hace dos décadas, y el de el cantaor Víctor CharicoCharico, y el del sindicalista José María Carrillo, miembro del grupo de sevillanas reivindicativas Gente del Pueblo. 

No han tenido miedo los músicos en bucear de nuevo en la tradición. La tensión, dicen, entre esta y la modernidad no está agotada, y mencionan a proyectos como Exquirla, con quienes acaban de compartir escenario. "Como Enrique [Morente]: cuanto más contemporáneo te creas que soy, más me estoy agarrando a la tradición", reclama Antonio Arias. Y en sus raíces, su folk, está de manera inevitable el flamenco, "que no necesita de ninguna música, pero al que necesitan todas las músicas". Una raíz que, explica, les permite alejarse de la tradición anglosajona y probar "puntos de emoción distintos, sobre todo en lo trágico o lo violento de las seguiriyas". Codorniú, a su lado, señala otra tensión: la que se produce entre lo mainstream y lo marginalmainstream . "Para hacer un proyecto rompedor te hacen falta ganas, inspiración, medios para hacerlo y riesgo. Con eso puedes transitar los márgenes, teniendo el pie en cierta repercusión mediática".

El flamenco, "notario y medicina juntos" (Arias parafrasea a un amigo), les ha llevado hasta un cante reivindicativo popular. Fue a través de Víctor Blaya Quero CharicoCharico, cantaor amigo de la banda que murió en 2008 "tras una terrible depresión". El homenaje que querían brindarle les llevó a sus tíos abuelos, los Quero, guerrilleros antifranquistas que hicieron del Albaicín su maquis. Tras fugarse de la cárcel en 1940, iniciaron una serie de secuestros y acciones contra el ejército que llegó hasta los oídos del mismísimo Franco. Antonio, José, Pedro y Francisco se juraron no morir en un pelotón de fusilamiento. Lo cumplieron. A ellos dedican "La leyenda de los hermanos Quero", acompañada en el libreto por un texto de Jesús. 

Raúl Rodríguez se enchufa a la raíz

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A Charico lo recuerda Juan Pinilla, cantaor que colabora en ese mismo romance, que le califica de "niño-metáfora de todo lo que de tragedia arrastra aún la brutal represión en la Granada de posguerra". Por ahí sigue Antonio Arias. Cuando se acercaron a la familia con el fin de pedirles permiso para el homenaje, su madre solo les puso una condición: que hablaran con Bernardo Quero, hermano menor también represaliado. "Entonces la canción se convierte en una suerte de justicia histórica, y al mismo tiempo que aprendes lo que pasó te das cuenta de que la libertad de expresión de esa gente es totalmente desinhibida, y que no es la ira la que domina el relato", recuerda Arias. Fue Bernardo quien les presentó a José María Carrillo y Gente del Pueblo. 

El primer disco de este grupo de Morón de la Frontera, que ya cantaba desde los años sesenta, se publicó en 1977 con el título de Sevillanas democráticas. Eso lo explica casi todo. Antonio Arias ha encontrado, por si acaso, una feliz fórmula para describirles: "Un grupo que ocupaba las sevillanas como quien ocupa un cortijo". A quien no haya frecuentado las ferias andaluzas, quizás esto le diga poco. Quien las conozca sabrá que este cante popular es también el reino del señorito, contento de lucir traje, caballo y cartera en unos espacios muy segmentados. Entre sus letras está "No comprarás este cante": "Aquel hombre que cantaba/ pa dar de comer a sus hijos/ arrastra una pena vieja/ nacida del sacrificio./ Desde niño lo guiaron/ a acostumbrarse en la vida/ a venderle al señorito/ tos los cantes que pedía". 

No es de extrañar que Gente del Pueblo se vinculara al Sindicato Andaluz de Trabajadores desde su nacimiento. Y aquí Arias saca a relucir un verso de Víctor Jara: "Canto que ha sido valiente siempre será canción nueva". "La propaganda contra ellos nos hace pensar que eso es aburrido y pasado. '¿Todavía me estás hablando del reparto de la tierra, de la Autonomía…?'. Claro, es que no habéis cumplido nada, ninguna de las promesas que hicisteis en el 76", denuncia. Y en este tema no hay quien pare al vocalista: "En el caso de Andalucía es muy visible: que no se cuestione la tradición, que la Duquesa de Alba sea condecorada por la Junta… Esa Andalucia de caballo, chaquetín y fino. ¿Qué eso no existe? Pon Canal Sur".

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