Escribir lo impenetrable
El final del bosque - María Fasce
Premio Café Gijón
Siruela (2025)
La lectura de El final del bosque, novela ganadora del premio Café Gijón, me trajo a la memoria las reflexiones de Iris Murdoch en su ensayo Contra las cosas sin gracia sobre la necesidad de escribir lo opaco, lo impenetrable de los seres humanos convertidos en personajes, algo que consigue de manera ejemplar aquí María Fasce. Lola, editora argentina que vive en Madrid (como la propia Fasce, que además de excelente escritora es directora literaria de Alfaguara, Lumen y Reservoir Books) acepta la invitación de sus hermanos Andrés (abogado) y Juana (médica; las profesiones son muy importantes en el libro) a pasar un tiempo en el bosque de su infancia, un lugar perteneciente a la mitología privada que se revela el escenario de una tensa convivencia familiar, unos encuentros eróticos secretos (acompañados de conversaciones iluminadoras) y un brutal acontecimiento.
Una sólida y al mismo tiempo sutil malla de correspondencias y saltos sostiene y atraviesa la novela (que leí hipnóticamente durante varias noches, siguiendo una especie de ritual: mi hija se dormía y yo me iba al salón, encendía la lámpara de pie al lado del sofá y me hundía en el libro, en la historia y en los perturbadores y opacos personajes, en su turbia historia familiar entretejida en ocasiones con la terrible historia colectiva de la dictadura argentina). Los pájaros enloquecidos del bosque se vinculan a través de intrincados y al mismo tiempo cristalinos pasadizos a la locura que planea sobre el libro hasta el punto de hacernos dudar en algún momento de que estemos ante una narradora fiable (sin embargo, la tentación de desterrar rápido esta duda es poderosa). En este sentido hay una magistral tensión en toda la novela entre verdad (familiar, íntima e histórica), distorsión, ambivalencia y algo que solo se me ocurre llamar conciencia de lo impenetrable, para volver a la idea de Murdoch. Otro salto es el de la infancia a la madurez y el pasado explica de forma precisa el presente: “A los dos lados del camino se alzaban los mismos pinos y eucaliptos de la infancia, pero nosotras no éramos las mismas”. Hay un abismo entre Lola (la hermana vulnerable) y Juana (la hermana diligente, a quien, mientras leía, le ponía la cara de una compañera de instituto a quien intuyo muchos años después igual de preocupada por la preservación del léxico familiar en fondo y forma). También hay un abismo entre Lola y Andrés (y ya no cuento más para no hacer spoiler). Sobre los tres planean además vivísimas las sombras de los padres muertos y la de un personaje, Silvia, cuya ausencia es de hecho una presencia indudable, casi corporal y que muy probablemente desata el brutal acontecimiento que otorga a El final del bosque una dimensión de novela negra.
La otra Europa
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Novela familiar y psicológica, que revela un íntimo conocimiento de la ambivalente naturaleza humana, el libro es también una historia de amor entretejida con reflexiones exactas y ágiles sobre la literatura, la ciencia, la pintura y la fotografía. De todo eso conversa Lola en sus encuentros eróticos con Ernesto, el misterioso vecino del bosque, físico, pintor, fotógrafo y escritor. Él le explica a su amante la teoría de la sincronización y que no hay nada más veloz que la luz. También le enseña que el amor “es igual a volverse loco” porque “el corazón late en el cerebro”. Los dos tienen además en común la sensación de ver sus propias vidas como desde fuera.
Acabé hace ya varias semanas el libro y sigo conversando con él interiormente. Podría destacar muchas de sus cualidades, pero quisiera subrayar una vez más su capacidad de escribir lo impenetrable, de construir minuciosas, graníticas y precisas sombras en los personajes. En Corinne o Italia Madame de Staël, a través de su extraordinaria protagonista, afirmaba con gran lucidez que “hay alguna cosa árida en la realidad que en vano procuramos cambiar”. Escribir con todo detalle esa “cosa árida”, su implacable corporeización en las relaciones familiares, amorosas, humanas en general, es un rasgo sobresaliente de El final del bosque, una novela magnífica.
* Ioana Gruia es escritora y profesora de Literatura.