Club de lectura

La extranjera

La escritora Aroa Moreno Durán.

Begoña Curiel (El libro durmiente)

Los clubes de lectura forman un tejido muy importante en la vida cultural. Les dejamos esta sala para que comenten sus lecturas y nos ayuden a componer nuestra biblioteca. Si formas parte de un club de lectura, puedes escribirnos a contacta@infolibre.es para contarnos vuestra historia y hacernos llegar vuestras recomendaciones.contacta@infolibre.es

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El libro durmiente comenzó su andadura como club de lectura en junio de 2003. Su nombre hace referencia a la necesidad de rescatar los valores y principios que duermen en el seno de los libros. El libro durmiente se define como una entidad creada sin fin de lucro. Nuestra acción adquiere la condición de voluntariado cultural. Desde el año 2012, correspondiendo con el período lectivo, impartimos los talleres de escritura creativa en dos niveles: básico y avanzado. Finalmente, la invitación a los autores para presentar sus obras o impartir clases magistrales sobre las técnicas de escritura ha dado lugar a la creación de un foro literario donde confluyen los lectores, libros y escritores, compartiendo ideas e inquietudes en pro de la cultura.

La hija del comunista

Aroa Moreno Durán

Caballo de Troya

Barcelona

2017

El dolor del desarraigo y la orfandad extrema se llaman Katia en esta novela sencilla en apariencia pero profunda y conmovedora. La hija del comunistase adentra en el daño irreversible de los muros emocionales por encima de los físicos. Nadie es más culpable que uno mismo cuando elige de forma voluntaria y, sin embargo, Katia y su familia duelen mucho.

Katia ha crecido en la República Democrática Alemana a la que huyó su padre desde España en 1938 y, tras él, la madre con su maleta de secretos. Verá levantarse el muro de Berlín, lo saltará para crear el suyo propio y pagará cara su audacia. Sí, parece el exilio mil veces descrito en literatura, pero Aroa Moreno logra contar la misma historia de forma diferente y con sutileza y sin embargo, con una dureza que deja huella.

Aparece el trasfondo político de forma inevitable, pero no es una novela histórica. Es puro sentimiento. Lo hace tan bien que no te das cuenta. Te vas percatando mientras lees, desde luego, pero fue al terminar el libro cuando he podido analizarlo en profundidad.

Katia es la clave. Todo el arrojo que puso en tomar la decisión más arriesgada de su vida parece dejarla exhausta. Nunca fue la más valiente, ni participó del activismo político que plagaba el aire de la Alemania comunista. Por eso, resulta increíble que fuese capaz de culminar el objetivo. Esta contradicción subyace en la novela. Parece que se abandonara al bloqueo, en un discurrir apático por la vida. Aunque detecte el daño causado, no reacciona. Su montaña –y muro– de las lamentaciones se hace monstruosa. Y aunque no sepamos demasiado de su familia –igual es que me hubiese gustado conocer más– imaginamos la tragedia que dejó en casa.

Aplaudí primero y casi odié a Katia después. Qué gran capacidad la de la autora para inspirar sentimientos tan opuestos, para describir la desolación de la protagonista mediante palabras no dichas y vacíos de distinto tipo. Curiosamente, es esta construcción no completa del personaje –para que el lector vaya completándola–, incluidos sus escenarios, la que aporta una fuerza descomunal a la protagonista. Provoca admiración y rechazo en sus diferentes circunstancias. Y al final predomina el mal sabor de la pena. Porque no hace falta morir para estar muerta. Su declive es lento y desgarra.

Pero ojo: aunque el peso de La hija del comunista recaiga en ella, los padres juegan un papel fundamental en la novela gracias a los saltos al pasado y recuerdos que narra la escritora. Él, comunista irredento. Ella, símbolo de la nostalgia. Qué ternura y pena conjuga la pareja...

Las sobrantes

Las sobrantes

Una especie de halo poético recorre las páginas con la proporción adecuada, a golpe de pinceladas, omisiones y frases hermosas que no necesitan explicarlo todo, ni contar qué hace a diario Katia para que la comprendas. O, al menos, para que intentes acercarte a la angustia de ser continuamente extranjera, de sentirte fuera de lugar hagas lo que hagas.

Entre lo contado, lo que ha dejado de soslayo y la intensidad narrativa, Aroa Moreno culmina una obra que no parece la de una primeriza en novela. El final me gusta, me parece acertado: ¿existe la redención, la posibilidad de una segunda oportunidad en la vida? El desenlace desvela la respuesta. Al menos, la escogida por la escritora.

Ha quedado claro, ¿no? Recomiendo sin reservas La hija del comunista. Por cierto, para quienes se asusten de novelas abultadas, la brevedad es otra de sus ventajas, aunque no le falte nada. Otra cosa es que, personalmente, no me hubieran sobrado otras doscientas páginas por el simple placer de una lectura de estas características.

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