Los diablos azules

Ser 'hokusai'

Cuando hoy me siento a escribir es 1 de abril de 2019.  La nueva novela de Vila-Matas, Esta bruma insensata (Seix Barral) no está aún en las librerías (faltan unas horas) pero en mi casa hubo un momento de luz hace unos días cuando mi librero me regaló el avance editorial, conocedor de mi delirio por la obra de este autor.

Hoy, 1 de abril de 2019, también una bruma insensata ha nublado el horizonte de la buena literatura porque nos hemos despertado con la triste noticia de la muerte de Rafael Sánchez Ferlosio, el escritor ausente, el hombre digno que vivió fuera del escenario. La vida y la literatura se reúnen hoy tras sendas copas de vino para alabar y denostar los límites de la ficción y para recordarnos que precisamente en la literatura nos encontramos con la vida. Ambos hacen suyas la frase de Anthony Burgess: “La misión del novelista no es la de predicar, sino la de mostrar lo que detecta y formular preguntas”. Y entonces, nosotros nos convertimos en verdaderos lectores.

Simon

Schneider vive justo en el lugar donde elegí vivir un día. En Port Lligat. “Me resulta difícil no identificarme con el personaje que en una casa en ruinas, parecía tener problemas”. Tanto me he identificado que he decidido ser como él un “hokusai”, es decir, un “distribuidor de citas”, “un recalcitrante anotador de lo ajeno y maniático de las citas, el último sobreviviente de la literatura”. O quizás no sea yo quien las escriba sino al dictado de Simon, con el que comparto “casa a las afueras, llena de viento y de distanciamiento”.

Simon trabaja para otro escritor ausente como Ferlosio, pero por otras razones, al que se le conoce como Gran Bros y al que proporciona citas literarias para nutrir su aclamada obra. Una tarde de octubre de 2017, muy parecida a la de hoy, lluviosa y llena de luz, Simon Schneider abandona su aislada casa y su aislada vida para encontrar la cita que necesita. Con él nos  mojamos en un paseo tan literario como real por Cap de Creus, ese lugar maravilloso que el autor ha convertido en un espacio mítico donde todo es posible. O para ser exactos, casi todo. Sólo una duda quedará por resolver: “Seguir o no seguir, si seguir andando entre los precipicios del escribir y del no escribir”.

En Esta bruma insensata, Enrique Vila-Matas nos lleva de nuevo a los límites de la realidad y de la ficción. El escritor que acapara citas y el hokusai que hemos conocido y admirado en todas sus novelas anteriores. El narrador que nos hace caminar más allá de los cabos y faros de la literatura, o mejor dicho, de la novela, para confundirnos, para ponernos a prueba.

Decía Vladimir Nabokov algo parecido a que el buen lector no se identifica con los personajes del libro sino con el escritor que escribió el libro. Cuando lees las novelas de Vila-Matas ocurre todo a la vez.  Te identificas con los personajes, con los masculinos y femeninos, con los neuróticos y con los dueños de una ferretería que se convirtió en el espacio para la risa inacabable de un interminable día, con los ancianos, con el Padre y con la bella joven. Te identificas con el mar y con la lluvia, con un mar, con una lluvia. Con el paisaje y con las calles de una ciudad, Barcelona. Con la luz de Raymond Chandler que hace que podamos ver muy lejos, “pero no tan lejos como había ido Velma”. Y, si el escritor me lo permite, aunque sólo sea por mi devoción hacia su obra, también te identificas de alguna manera con él. Porque es Vila-Matas quien nos planteó hace décadas una narrativa diferente, quien nos introdujo en el arte de las citas, quien creó una estructura distinta para una nueva novela y con el que leemos en los límites de la ironía, de la risa y también de la reflexión profunda. Sólo un escritor como él maneja los términos del distanciamiento, del aislamiento, de la duda, de la pasión y de la creación con absoluta maestría.

Quizás un día la vida se mezcle con la literatura y pueda charlar sobre la ausencia con Enrique Vila-Matas. Y si no es posible, seguro que nos encontraremos en una página. _____

Sonia Asensio es profesora de Literatura.Sonia Asensio

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