Punzadas del instante

Trinidad Gan

Oscura hierba

Mónica Doña

Sonámbulos Ediciones (Granada, 2023)

 

Mónica Doña (poeta de gran y reconocida trayectoria: Nueve lunas, La cuadratura del plato, Premio Internacional de Poesía Vicente Núñez, Adiós al mañana, ¿Quién teme a Thelma y Louise?, finalista del Premio Andalucía de la Crítica, o el más reciente Mundo Fantasma) estrena nuevo poemario, este Oscura hierba que, publicado por Sonámbulos Ediciones con el cuidado y mimo que siempre pone en sus ediciones, nos trae además otros dos regalos: una muy sugerente fotografía de Joaquín Puga, provocador pórtico a la belleza que encontraremos en sus páginas, y las siempre lúcidas y cálidas palabras de Ángeles Mora en la contraportada, donde nos revela que "sus libros nos dejan esa sensación de desvelamiento y sorpresa que me ha fascinado siempre en su poesía".

Y esto es bien cierto en este libro, que yo tuve la suerte de ver cómo era soñado, cómo germinaba y crecía hasta que, entrelazando la poeta su maestría en el verso, la versatilidad de su mirada y la agudeza en la reflexión, tomaba la altura poética a la que nos tiene acostumbrados.

Oscura hierba: qué magnífico título para concentrar los claroscuros vitales, los relámpagos del eco y del silencio, los surcos de memoria e identidad que, siempre presentes en su obra, podremos recorrer en estos poemas. Juntos oscuridad y hierba: hierba porque es lo que brota, lo que emerge, imprevisible casi siempre, de la tierra que somos y oscura porque no solemos verlo, porque lo adivinamos acaso con nuestros sentidos animales, con los cinco (un leve cosquilleo bajo el tacto que nos eriza, un destello rápido atrapado de reojo con la vista, ese aroma confuso que nos llega en recuerdo de infancia hasta el olfato, algo que parece un sabor nuevo que no descifra aún nuestro gusto o quizá un tintineo, mínimo rumor de viento que nos golpea el oído), porque todo puede parecernos apenas una vaga sensación hasta que lo ilumina la palabra (otro sentido, quizá, el más humano) y lo nombra y, ya dicho, conforma nuestra vida, esa sucesión de instantes fugaces pero infinitos; concepto este, el de instante , que me parece esencial en el libro como muestra la cita primera, de Chantal Maillard.

Y todo esto en la sorpresa de una hermosa colección de haikus, el género poético más breve e instantáneo (diecisiete sílabas tan sólo, ordenadas en tres versos cortos, con origen en la tradición japonesa y del que uno de sus maestros, Basho, dijo "haiku es simplemente lo que está sucediendo en este lugar en este momento"). No entraremos aquí en ningún análisis académico sobre los haikus, su composición o el desarrollo que han tenido en nuestra literatura occidental hasta hoy. Me limito a acercar alguna pincelada sobre el espacio en el que giran, "como una piedra lanzada en el estanque de la mente" (de nuevo Basho), este tipo de poemas ("casi poemas" dice Mónica Doña) y lo hago tomando palabras de Chantal Maillard: ella sitúa como semilla del haiku el asombro (escribe, "el hecho de que el poeta se fije en un detalle aparentemente insignificante nos invita a sospechar la inmensa extrañeza de lo usual, su carácter sagrado") para precisar a continuación que "para componer un haiku el yo ha de adelgazarse lo suficiente como para penetrar en lo que le rodea… Dejar fuera la carga… Andar de vacío. En el momento presente", puesto que "yo, el observador, yo que miro el mundo, no soy sino una sucesión de instantes" y acaba por señalar que "el haiku es mucho más que un modo de expresión, es ante todo una forma de mirar, una forma de estar y por tanto también un modo de vida".

En estas páginas vamos a encontrarnos, revelada por la pura magia de la palabra, esa vida de la poeta, esos instantes, su quieto pero intenso fluir ("Íntimo instante/ si el aire todo es vuelo/ de un gorrión", "Rara belleza:/ el desierto, su místico/ cuerpo de arena"). También ese caleidoscopio sensorial y musical que creo que es una constante en Mónica Doña ("Mi corazón/ está donde tu mano/ quiera tocarme", "Música breve:/ pájaros en los cables/ de alta tensión ") que llena de sutileza y precisión las hermosas imágenes volcadas en el poema ("Día de bruma./ De pintar acuarelas/ ojos adentro"), en algunos momentos de brillante alcance metapoético ("Escribo un verso./ Pasa una golondrina/ y hace el poema", "Noche en el mar/ con estelas de luna;/ caligrafías").

Cantos de despedida

Cantos de despedida

Pero, sobre todo (como ya señalaba Ángeles Mora) desvelamiento y sorpresa, trazos definitorios de toda su poesía. Están ahí la anotación de un momento en quietud, de los pasos de su viaje vital y poético, de ese paisaje observado tan propio del género , pero siempre nos sorprende, porque es un paisaje habitado por un yo que se piensa. Se tiñen así esos instantes con una inteligente ironía hacia sí misma y hacia la sociedad, que puede ser gesto de ternura o melancolía, pero también, cuando es preciso, cuchillada certera y necesaria crítica. Aquí se revela el centro de este libro de haikus, en versos que nos golpean y quedan resonando dentro ("Cierro la puerta/ de la jaula y el ave/ canta su pena", "En el mercado/ todo parece vivo/ aunque esté muerto", "La niña triste:/ su gracioso flequillo/ sobre dos lágrimas", "Hay un incendio/ en los ojos helados/ de los pirómanos", "Por las colinas/ voló la juventud./ Caída libre"), esa punzada del instante en la mirada, la conciencia y la intimidad de la poeta que llega hasta cada lector desde esta Oscura hierba de repente iluminada por el relámpago de la buena poesía.

 

Trinidad Gan es poeta. Su último libro publicado es 'Puzles líquidos' (Sonámbulos Ediciones, 2023). 

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