Un ojo puesto en Spotify y otro en los 'bolos': se puede vivir (malamente) de la música sin discográfica

El cantante de música urbana Jackson Meylor.

Inma Balbás

Morad, Bad Gyal, C. Tangana, Judeline... muchos de los artistas que copan las listas de éxitos de Spotify empezaron de forma independiente, autofinanciándose y organizándose sus propios bolos. Como muchos de estos cantantes tan conocidos, hay miles de artistas independientes intentado hacer despegar su carrera. Pero, ¿cuán rentable es? ¿Existen oportunidades de lograr el éxito sin el respaldo de una gran masa de seguidores en las redes o de una discográfica? ¿Cuáles son las funciones de estas? Para averiguarlo, hemos hablado con managers, cantantes y productores con la intención comprender cómo funciona la industria musical.

Jackson Meylor (nombre artístico de Jackson Mateo) es un ejemplo de artista 100% independiente. Este cantante de música urbana compone, graba en un estudio que ha montado en su casa y hace sus propias mezclas, aunque reconoce que tiene también varios productores de confianza a los que paga para que le afinen los samples antes de distribuir sus canciones. "Obviamente, el beneficio económico dependerá de si, como artista, tú sabes hacer tus mezclas, masterizar tus canciones, o de si grabas en un estudio o en tu casa", señala cuando es preguntado por infoLibre por las ganancias que le genera su actividad musical.

Esto es algo en lo que coincide Sélpide, cantautora que asegura tener la "suerte" de ser graduada en Comunicación Audiovisual y de llevar "muchos años creando contenido en internet", así que su estrategia consiste en abaratar costes ejerciendo al mismo tiempo ocho roles distintos: dibuja los storyboards, hace el diseño de producción, elabora dosieres de vestuario, maquillaje y arte, entalona los brutos, se encarga de la edición y del montaje, programa un calendario de publicaciones en redes sociales para conseguir que nuevos oyentes lleguen a la canción, escribe guiones, graba, edita y subtitula los vídeos promocionales en TikTok. Asegura que solo así puede permitirse ahorrar lo suficiente como para alquilar material de rodaje (iluminación y fotografía sobre todo, focos, lentes…) o pagar cantidades anecdóticas a sus amigos, que llevan años ofreciéndose a ayudarla en su proyecto "por amor al arte".

TikTok, la herramienta más valiosa

Meylor señala que la mejor herramienta de autopromoción es sin duda alguna TikTok, dado que el alcance es ilimitado. Es por ello que Sélpide también eligió esta aplicación para promocionarse y ganar votos para entrar en el Mad Cool Festival.

"Más que grabar un videoclip, es mucho más importante grabar contenido de calidad y vistoso a través de TikTok, hacer reels...", coincide MALICI4 –nombre artístico de Francisco Herrera–, productor independiente. "Además, sin discográfica, tienes que encontrar una empresa que haga la distribución. Pero la promoción y la creación de contenido, que es lo más importante, lo puede hacer uno mismo sin ayuda", destaca.

"Los artistas que están dentro de una discográfica no se tienen que preocupar de la promoción, ya que estas se preocupan de poner tu música en todas las playlists famosas en Spotify, Apple Music, Tidal... Así ellos te aseguran la exposición mediática", continúa Meylor. "También, si el artista tiene una gran masa de seguidores en Instagram, por ejemplo, puede redirigir su audiencia a sus otras redes y a su música", apostilla.

Las fuentes de ingresos

Según detalla en su web, cuando una canción se reproduce en Spotify, los titulares de los derechos reciben regalías. Da igual que el oyente sea usuario Premium o un cliente que recibe publicidad. Sin embargo, el pago de cada reproducción depende de donde proceda la escucha: para la plataforma sueca no vale igual una reproducción desde Estados Unidos que desde Asia.

En el caso de pagos por visualizaciones en YouTube, la plataforma paga entre 0,003 y 0,005 dólares por cada una. Cabe destacar que YouTube no retribuye a los creadores solo por las visualizaciones de sus vídeos, sino también por ver los anuncios en los canales. Por ese motivo, todos aquellos artistas que emplacen publicidad en sus videoclips logran ingresos extras en función de los clics que reciban los anuncios.

El pago de estas plataformas supone para muchos artistas la única fuente de ingresos, como le ocurre a Meylor, quien afirma que "tienes que llegar a tener unos 20.000, 30.000 reproducciones para que te llegue algo significativo, es decir, unos 200, 300 euros". En cuanto a las ganancias que ha podido tener en base a sus streams, que rondan los 1.000, afirma que son de uno o dos dólares", aunque destaca que la mejor forma de ganar dinero son los conciertos porque "pagan mejor".

Respecto a esto, Sélpide nos comenta que sus únicos ingresos derivan de las escuchas en plataformas y las ventas digitales de singles y EPs, cuyas ganancias la distribuidora se encarga de recopilar y hacer llegar a los artistas. Sin embargo, el beneficio económico para ella ha sido escaso. "En 2024 hice poco más de 30 euros", comenta.

Como adelantaba Meylor, para el grupo de rock Brava los bolos y conciertos suponen la principal fuente de ingresos, que reinvierten en la propia banda. "Si alquilas tú la sala normalmente la entrada suele ser íntegra para ti. Las nuestras, cuando somos nosotrxs los que ponemos el precio, están entre 8 y 15 euros. Dependiendo también si compartimos la sala con otras bandas o no. Los ingresos también dependen mucho de las condiciones del lugar, o del festival, muchas veces te contratan por un caché y no ves nada de la entrada, o ves un porcentaje que varía en función de la sala. A veces, te contratan ayuntamientos o ciclos en los que la entrada es gratuita", explica la cantante, Nerea Santotomás. Pero en cuanto a beneficio real, lo que el grupo se lleva a casa "después de pagarlo todo y reinvertir es cero". "A veces nos da para reinvertir y otras veces tenemos que tirar de nuestra propia pasta", añade.

"Las discográficas más grandes suelen invertir sus recursos en optimizar el rendimiento de artistas que ya funcionan, es decir, en conseguir que estos artistas funcionen todavía mejor. Por eso, es raro que se fijen en proyectos emergentes que todavía no arrastran una cantidad de oyentes reseñable, independientemente de su calidad sonora o lo interesante que pueda resultar su planteamiento", continúa Sélpide.

El papel de los mánager

Para Claudia Orellana, mánager de Arde Bogotá y Carmesí, su papel al trabajar con un artista en desarrollo es "luchar para que pasen cosas", pero una vez que el artista crece, el trabajo para su equipo (si lo tiene) crece con él: "Como mánager, gestiono el enlace con la compañía si la hubiera, los lanzamientos, la agenda, la comunicación y promoción, el booking, ya sea propio o externo, etcétera". Si el artista todavía no tiene equipo ni recursos, todo ese trabajo extra se añade a la parte artística.

María Martí, que forma parte de Alternativa Sonora, que trabaja con artistas emergentes como Anouck The Band y Patricia Lint, coincide con Orellana, reiterando que "a día de hoy, un artista emergente se hace todo". "Es su propio mánager, community manager, su departamento de márketing, de comunicación…", enumera, y recalca que las compañías están ahí "para quitarles ese peso y que puedan centrarse en la música", lo cual es un "privilegio" para muchos artistas.

En cuanto a los beneficios, Martí es clara: "Un artista no debería endeudarse para poder tener un equipo de trabajo" además de asegurar que "el porcentaje que se lleva una oficina por los conciertos es muy mínimo, ya que el artista tiene que tener sus ganancias, además de pagar a los músicos que le acompañan si es así. O pagar a todos los miembros en el caso de ser una banda". Además, confirma lo señalado por otros artistas entrevistados: "Siempre hay un dinero que acaba invirtiéndose en el propio proyecto: producción, márketing, promoción, sesiones de fotos…"

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Así, para sacar adelante un proyecto musical, hace falta "dinero, conocimientos técnicos y mucho tiempo", además de "un talento inhumano para la organización", en palabras Sélpide. Para los integrantes de Brava, lo primero para sacar adelante, por ejemplo, un videoclip, es tener el dinero para contratar un equipo que lo grabe, "o tener tu propio equipo y grabártelo tú". Pero la inversión no se acaba ahí. Tras esto, "mínimo hay que hacer una sesión de fotos, un dossier, notas de prensa para los singles y el álbum, al menos un videoclip para poder promocionar, una distribuidora que te suba las canciones y los videoclips a las plataformas, un/a diseñador/a gráfico/a que te haga un logo o una tipografía, una portada, contraportada, el libreto, registrar los temas…". Un trabajo, indudablemente, inmenso.

A pesar del increíble esfuerzo que supone seguir por cuenta propia, Sélpide rechazó la oferta de trabajar con una discográfica surcoreana, en un tiempo en que ella estuvo viviendo en Seúl. Explica que para poder firmar con ellos tendría que haberse quedado en el país un mínimo de cinco años, lo que le hizo declinar la propuesta, sobre todo teniendo en cuenta que "es (todavía más) difícil hacer carrera como extranjero, porque cada mercado tiende a potenciar sus productos locales".

Las ventajas de ser independiente

Pese al coste económico y el desgaste que supone para los artistas no tener ayuda en la gestión de su carrera, todos ellos, así como los mánagers, coinciden en que el camino también tiene su parte bonita y gratificante: "Es una maravilla la ilusión y la disposición de los artistas cuando decides apostar por ellos", comenta Orella. Para Martí, "lo más bonito es ver crecer a un cantante hasta que llegan a tener un nombre de peso y empiezan a ser reconocidos". En cuanto a los artistas entrevistados, todos coinciden en que la mayor y principal ventaja es clara: ser tu propio jefe. Además de, por supuesto, "el feedback de la gente a la que le gusta lo que haces, y que incluso te lo agradecen", termina MALICI4.

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