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La película que no gustará a Juan Carlos I

Luis Bermejo es Juan Carlos I en 'El Rey'.

Juan Carlos I, rey emérito, ya tuvo su película. Se tituló El Rey, fue emitida por Telecinco en forma de tv movie en tres partes, y fue vista durante el otoño de 2014 por entre 1,9 y 2,5 millones de personas. La producción comenzaba narrando la llegada del entonces príncipe a España a los 10 años, y terminaba con su contribución política a la Transición. En ella, Franco llegaba a aparecer como una especie de abuelo bonachón encariñado con el futuro monarca. A su vez, las relaciones de este con el régimen franquista se justificaban con el mayor bien de la democracia. Ahora el actor y director Alberto San Juan prepara otra El ReyEl Rey. Y las similitudes se acaban en el título. 

La película que codirige junto a Valentín Álvarez y que rueda en Madrid hasta el 9 de junio tiene unos orígenes más gamberros: la obra teatral El Rey, estrenada por la cooperativa Teatro del Barrio hace ya dos años (en cartelera hasta el 2 de julio). Si se la puede calificar de biográfica, es sin duda sui generis. Y sui generis será la película, que conserva texto, director y protagonistas. La pieza comenzaba con un Juan Carlos I interpretado por Luis Bermejo en pleno viaje alucinógeno causado por una sobredosis de calmantes. Durante el delirio, el mandatario retirado recibía la visita de varios fantasmas del pasado —Franco, Tejero, Felipe González, Juan Luis Cebrián... todos interpretados por San Juan y Willy Tolledo—, como un Mister Scrooge de la política española. El rey emérito era sin duda objeto de mofa, en parte por la irreverente actuación de Bermejo, pero no era ni mucho menos el tipo inocente con semblante borbónico que dibujan otras caricaturas. En El Rey, el monarca era el villano. 

En eso se parece a B, la películaB, la película, el antecedente directo al que El Rey quiere imitar. Aquel filme nació también en el Teatro del Barrio, como adaptación de la obra Ruz-Bárcenas, guionizada a partir de uno de los interrogatorios realizados por el juez Pablo Ruz al extesorero del Partido Popular. Manolo Solo daba vida al magistrado y Pedro Casablanc interpretaba a un inquietantemente familiar Bárcenas. La pieza teatral fue escrita por Jordi Casanovas y dirigida por San Juan, a quien luego sucedió David Ilundain en su adaptación a la gran pantalla. Aquel proyecto nacido en una pequeña sala de Madrid gracias a un crowdfunding decasi 56.000 eurosacabó nominado a tres premios Goya y obteniendo 60.000 euros más en salas.  

"Vamos a intentar convertir el teatro en cine. Será una película muy teatral, pero no será una obra de teatro filmada", cuenta el director en un descanso del primer día de rodaje. "Estamos en el espacio mental de un hombre que se encuentra al final de su vida. En ese sentido, la película no es realista. O lo es tanto como puede serlo un sueño." La película, que estará terminada para final de año, respetará completamente la estructura de la obra y tendrá como único escenario las paredes del propio teatro. En eso difiere de B, la película, que desplazaba el espacio minimalista de su versión teatral al realismo de un juzgado. "Parece que cuando decimos que algo es teatral nos referimos a que es más externo, menos creíble. No creo que eso sea así. Aunque aquí el carácter más íntimo del cine sí hace que todo sea mucho más de verdad", reflexiona Bermejo.  Sí han tenido que rebajar, confiesa, algunas escenas en clave de clown que dibujaban al monarca, por ejemplo, en el otro trono

El Rey tiene una particular relación con la verdad. Su equipo insiste en que, pese a poner en escena a personas con nombres y apellidos, de Henry Kissinger a Adolfo Suárez, se trata de una ficción. Esto se debe en parte a su delirante puesta en escena y a que los encuentros entre los personajes provienen, claro, de la imaginación de San Juan. Pero también a que no quieren pillarse los dedos, jurídicamente hablando. "Me he planteado la posibilidad de si alguien puede denunciarnos o querellarse por las cosas que se plantean aquí, y un par de abogados han revisado el texto", decía el director antes del estreno de la obra teatral. B, la película era difícilmente denunciable, porque sacaba su guion de la transcripción literal de la declaración. Pero con el delito de injurias a la corona en el Código Penal, la posibilidad de tener líos legales es ahora sustancialmente mayor. 

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San Juan se escuda también tras un largo proceso de documentación. Gran parte de los sucesos históricos reales que se recogen en la obra teatral, y ahora en la película, están sacados de la crónica de Gregorio Morán El precio de la Transición, editada en 1991 y recuperada ahora por Akal. En ella, el periodista daba cuenta de las vejaciones sufridas por el entonces príncipe a manos del Caudillo, a quien no tenía más remedio (o sí) que doblegarse. Si en la versión original Morán fue duro con la figura de Juan Carlos —a quien considera "el mayor comisionista que hubo en este país"—, en la nueva edición ha restituido algunos pasajes que tuvo que cortar entonces por indicación de la editorial, Planeta. En cuanto a las palabras del rey emérito, están extraídas en su mayoría de El Rey, un libro publicado por José Luis de Vilallonga en 1993 a partir de conversaciones con el monarca.

Rodar la película costará solo 10.000 euros, gracias a la capitalización del trabajo de los participantes y al préstamo gratuito de buena parte del material. La posproducción se llevará otros 10.000 euros. Y, pese a la inversión moderada, San Juan y compañía son conscientes de que esta es una apuesta arriesgada. Será difícil obtener apoyos de una televisión pública —ya lo tuvieron difícil con B, la película— y habría que apostar por qué valiente se atraverá a programarla en su festival. Cuentan con que la distribución será discreta, y con que el filme tenga una segunda vida en Internet gracias a plataformas de alquiler como Filmin. "Es una propuesta arriesgada, sí", admite Bermejo, "pero es necesaria. Es como leerte un buen libro, asistir a una charla, a una conferencia. Es un honesto ejercicio de memoria que me parece muy aconsejable. Y bueno, tiene un riesgo de la parte artística y en el contenido. Pero en esto hay que asumir riesgos".

 

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