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Timbas ilegales, asesinatos y poder en la sombra: la serie 'Ana Tramel' le planta cara al negocio del juego

Maribel Verdú en la serie 'Ana Tramel. El juego', de Roberto Santiago.

En 2019 se jugaron en España 10.000 millones de euros. Esta cifra define lo que se conoce como juego real, es decir, las cantidades jugadas menos los premios obtenidos. O, expresado de otra manera: las grandes empresas del juego (incluidas las públicas) ingresaron más de 10.000 millones de euros solo en ese año, según el Anuario del Juego en España 2020, elaborado por la propia patronal. En una década, los españoles han perdido 49.000 millones de euros solo en el juego privado. Alrededor del 85% de los españoles dijo haber jugado alguna vez en 2019 (desde una noche en el casino al Gordo de Navidad), y casi el 20% lo hace cada semana. La Federación Española de Jugadores de Azar Rehabilitados calcula que en España hay 680.000 personas con distinto grado de adicción al juego, lo que conocemos como ludopatía. Y ante todas estas cifras se planta la serie Ana Tramel. El juego, creada por Roberto Santiago, protagonizada por Maribel Verdú y estrenada en Televisión Española este martes con un doble capítulo.

La producción, que contará con seis capítulos en total, es una adaptación de la novela Ana, publicada por el propio Santiago en 2017. Este thriller judicial sigue a la Ana del título, abogada en horas bajas asediada por la adicción al alcohol, las drogas y el sexo, en la búsqueda de justicia por la muerte de su hermano, que se suicida en prisión después de confesar haber asesinado al director de un gran casino. Lo que descubrirá la protagonista es que su hermano arrastraba desde hacía años una ludopatía. Y lo que sospechará es que un puñado de magnates del póker, el juego al que era aficionado, podrían ser los verdaderos responsables de su suicidio. La novela supuso entonces el salto de Roberto Santiago de la literatura infantil y juvenil (tras el enorme éxito de su saga Los Futbolísimos) a la literatura para adultos, y también el culmen de una investigación de cuatro años sobre el mundo del juego, de las salas VIP de los grandes casinos a las timbas ilegales que se celebran cada noche en las grandes ciudades españolas.

El mundo del juego, más allá de las películas

“Parece que el juego ilegal y las timbas puede ser algo muy literario y peliculero”, admite Santiago, guionista de la serie junto a Ángela Armero. “Pero yo esta noche te podría llevar en Madrid a 20 partidas ilegales”. Y esas partidas van, explica, desde aquellas en las que “chavales jovencitos se juegan 20 o 50 euros” hasta mesas donde se juegan miles de euros en una sola noche. Nada de Ferraris, de glamourosas alfombras rojas, de luces cálidas encendidas en la noche. El mundo del juego que dibuja Ana Tramel es el de los tubos de neón que iluminan los rostros de personas comidas por la angustia y por las deudas, el de las timbas ilegales en los que uno se juega más que el dinero que no tiene.

Unax Ugalde en la serie 'Ana Tramel. El juego', de Roberto Santiago. | Mikel Larrea (RTVE)

Además, dice Roberto Santiago, la adicción al juego es una cuestión de clase y “cada vez hay más vasos comunicantes” entre esos muchachos jóvenes, a veces menores, que apuestan por su equipo en un Codere y esas partidas donde se pierden miles de euros. “En Montera [una calle del centro de Madrid], en una timba histórica que ha ido cambiando de lugar, ves a esos mismos chavales súper jovencitos, con un nivel adquisitivo muy bajo, que pueden acabar pidiendo dinero prestado a quien sea, o peor, robándolo”. Y en lo mismo incide Maribel Verdú, indignada, en conversación con infoLibre: “Los chavales menores se están dejando los ahorros de las familias. ¿Dónde abren las salas de juego, las casas de apuestas? En los barrios desfavorecidos”. Pero, lamenta, “la sociedad no está lo suficientemente implicada con esto”.

Para Santiago, guionista en películas como El penalti más largo del mundo, nunca se ha abordado seriamente en España el problema del juego. Critica la “publicidad engañosa que ha imperado todos estos años”, con “grandes deportistas admirados por todos anunciando casas de apuestas”. Como publicó infoLibre, el Real Madrid ingresaba hasta 2019 10 millones de euros anuales por el patrocinio de cinco casas de apuestas distintas. Eso ya no será posible: el 31 de agosto entró en vigor la nueva ley impulsada por el Ministerio de Consumo que prohíbe a los clubes de fútbol ser patrocinados por las casas de apuestas a cambio de publicidad en las equipaciones, que impide que personajes públicos participen en anuncios de este sector en Internet y que limita a la madrugada el horario en el que se puede emitir publicidad audiovisual sobre juego, entre otras medidas. El creador celebra la nueva normativa, pero considera que es “clarísimamente insuficiente”: “El negocio del juego es tan poderoso, que cada paso que se da es muy difícil, y no son definitivos. Ellos se justifican diciendo que generan mucho empleo, mucho dinero, que si las inversiones que traen al país…”. Lo que ocultan, dice, son los cadáveres que dejan por el camino.

Cuando la adicción lleva a la muerte

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Sí, quizás la historia de Alejandro y Ana Tramel no sea la más habitual. Las historias de ludopatía no suelen incluir asesinatos de grandes empresarios o la lucha de un pequeño pero tozudo bufete de abogados dispuesto a todo para tumbar a un gran casino. Pero el dolor de Alejandro Tramel (Unax Ugalde), adicto al juego, y Ana Tramel (Verdú), la hermana que se culpa por no haberle salvado, sí sirve para poner cara al sufrimiento que genera el juego a los ludópatas y a sus familias. Porque lo que sí suelen incluir sus historias, y lo que también aparece en la serie, son deudas insalvables, amenazas, ruptura de los lazos familiares y sociales, depresión. Incluso suicidio. También lucha contra la adicción y contra la patronal del juego. En un momento del metraje, Ana contempla los carteles luminosos de una casa de apuestas. Un lema llama a entrar: “Todos llevamos un jugador dentro” (Roberto Santiago dice haberla copiado, tal cual, del marketing de una gran empresa). Si fuera un anuncio de ron o de whisky y se sustituyera “jugador” por “alcohólico”, se pregunta el personaje, ¿nos seguiría pareciendo igual de oportuno?

Si Maribel Verdú ha decidido volver a la televisión española tras una década de ausencia ha sido en parte, dice, por la valentía del proyecto, “donde se tocaba algo complejo, que es la corporación del juego, que tiene tanto poder y tanto peligro”. Pero también por la fuerza del personaje protagonista, una mujer “amargada, dura, borde, adicta a las pastillas, al alcohol”, el polo opuesto de las propuestas que le han llegado en estos años, “madres de familia, personajes que no suponían un reto”. Ana Tramel, de primeras, no cae bien. Ni tiene por qué. (Este periódico ha tenido acceso a los dos primeros capítulos). Es una persona aparentemente falta de empatía, orgullosa, distanciada de todo el mundo (excepto de su amiga Concha, interpretada por Natalia Verbeke), casi más temeraria que valiente, atravesada por un dolor muy hondo que se intuye más que se ve. “Me dije: este sí”, dice la actriz. Aunque le costó: los productores Mariela Besuievsky y Gerardo Herrero y el propio Roberto Santiago tuvieron que insistirle más de una vez. “Venga, tía, que es un reto. Yo estaba acogotada. Porque ¿sabes? Ya con 51 años que voy a cumplir la semana que viene, o me ofrecen personajes que tengan algo, o no me merece la pena”.

Ana y Alejandro Tramel comparten el sufrimiento por la adicción, aunque la primera dependa de las drogas y el sexo y el segundo del juego. Verdú señala los rasgos que comparten los hermanos: “Son seres muy independientes, o más bien que creen que no dependen de nadie, que son autosuficientes. Son muy orgullosos, tremendamente orgullosos y solitarios. De Ana se descubre el porqué, tiene una justificación muy importante. Pero ella decide estar en la amargura y la autocomplacencia”. Pese a que la adicción sigue siendo un tabú —como denuncia Javier Giner en su libro Yo, adicto—, la intérprete dice no haber tenido grandes dificultades para entender el razonamiento y el proceso de una adicta: “Soy actriz, tengo imaginación y empatía. Y, desgraciadamente, he tenido a mi alrededor a gente con estos problemas”. Quizás el lector también. Y quizás no lo sepa.

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