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Cine

Trueba mira al franquismo en 'La reina de España'

Penélope Cruz en 'La reina de España', de Fernando Trueba.

Usted interpretará a Isabel la Católica, que expulsó a los judíos de España”. En La niña de tus ojos (1998), Joseph Goebbels (Johannes Silberschneider) hacía esta propuesta a Macarena Granada (Penélope Cruz), que le respondía con desparpajo: “Qué manía con los judíos, ¿eh?”. Aquel gag era, en realidad, una profecía que el cineasta Fernando Trueba cumple ahora con La reina de España, secuela de aquel filme que le valió siete premios Goya y la entrada en el panteón del imaginario popular. En esta segunda parte (en los cines este viernes) vuelve, 18 años después, a aquella compañía que viajaba a Alemania buscando el pan y huyendo de la Guerra Civil. Ahora el dinero lo ponen los estadounidenses y Franco no es ya contendiente, sino caudillo. 

Otras cosas no han cambiado tanto en estas casi dos décadas que separan las ficciones y también los dos rodajes. Ambas películas son un homenaje a la trastienda del cine y a aquellos que la fabrican, pese a todo. En los créditos iniciales de La niña de tus ojos, el falso noticiario daba cuenta de los logros del autodenominado ejército nacional durante la guerra, y de la prometedora relación con la Alemania, también cinematográfica. Las coproducciones germanoespañolas de la Hispano-Film-Produktion o Cifesa hacían el cine (y la propaganda) que la España arrasada no podía permitirse. Como Carmen, la de TrianaCarmen, la de Triana, que sirvio de inspiración a los guionistas y de la que se rodó simultáneamente una versión española y otra alemana.

La reina de España es, casi dos décadas más tardes, una demostración de poderío hollywoodiense con exteriores y extras a caballo, como lo fueron El Cid (rodada en 1961 en pueblos como Calahorra o Belmonte) o Rey de reyes, con Carmen Sevilla como adúltera. Lo que apoya ahora el Gobierno franquista –estamos en 1956— son las flamantes relaciones con los Estados Unidos, que vienen con un pseudo Plan Marshall bajo el brazo, también para el cine. Después de la aventura alemana, sus protagonistas reciben, esta vez en casa, a unos productores de Hollywood dispuestos a hacer negocios en un país empobrecido que aplaude el capital extranjero. Pero la apertura es relativa, como señala una extrañada Penélope Cruz, que no ve reflejada en el filme ni la expulsión de los judíos y de los musulmanes —ni el escaso gusto de la reina por el agua. Para embolsarse el dinero, los productores estadounidenses tenían que respetar la censura franquista. 

De Madrid a "Jóllibu"Jóllibu

Macarena Granada ha seguido una suerte similar al de la actriz que la encarnó: tanto ella como Penélope Cruz han pasado de ser una incipiente estrella nacional a hacer fama y dinero en Los Ángeles... o en "Jóllibu", como diría Trini (Loles León). Julián Torralba (Jorge Sanz), Lucía Gandía (Neus Asensi), Rosa Rosales (Rosa María Sardá), Castillo (Santiago Segura) y Bonilla (Jesús Bonilla) siguen trabajando como pueden, entre las Américas y la industria nacional. Algunos (como Castillo, homosexual bajo un régimen que no dudaba en aplicarles la Ley de vagos y maleantes) se han visto obligados a ocultarse para poder sobrevivir. Otros, como Torralba, comprometido en su juventud con la causa nacional—al grito de "¡Yo con rojos no hago una película!"—, se han dado cuenta de que el fascismo no es la panacea. Esta segunda parte introduce también a personajes nuevos —como el ayudante de dirección que interpreta Javier Cámara— y pone cara a otros antiguos, como la esposa de Fontiveros, a la que da vida Ana Belén.  

El destino más trágico es el de Blas Fontiveros (Antonio Resines), al que los espectadores habían visto por última vez en la Alemania nazi. El director resulta apresado, pero, contra todo pronóstico, no muere en Mauthausen y se instala en Francia tras la liberación. Allí ocupa distintos trabajos de baja cualificación, como hicieron tantos refugiados republicanos, e incluso alguna faena menor en la incipiente nueva ola francesa. Cuando se entera del regreso de Macarena, decide volver a España –donde todos le dan ya por fallecido—, lo que le cuesta ser apresado y enviado a levantar el Valle de los Caídos. La cuadrilla se reune azarosamente para el rodaje de La reina de España, un biopic propagandístico sobre Isabel la Católica. Pero lo que realmente acaba uniéndoles es el plan kamikaze ideado por Macarena para liberar a su antiguo amante y ayudarle a cruzar de nuevo la frontera francesa.

Esta me parece un poco más comedia que la otra”, explicaba el cineasta en una entrevista reciente, “Era más trágica la Alemania de Hitler que la España franquista de los años cincuenta, siempre hay grados. Aquí me permito un cierto relajamiento”. Es cierto que se ve la represión franquista —la misma que intenta acabar con Fontiveros— y la atmósfera represora de la dictadura. Pero lo peor, como dicen dos condenados a trabajos forzosos en el mausoleo franquista, ya ha pasado. No se ve la miseria que asolaba todavía el país y, aunque la troupe corre peligro al acudir en socorro de su antiguo director, no hay en ello el tono sombrío que acompañaba la trama de los presos judíos en La niña de tus ojos

Denuncias y polémicas

La reina de España no ha llegado con la misma placidez que su antecesora. El estreno del filme llega 10 días después de que la Cadena Ser informara de la denuncia interpuesta por dos de los cuatro coguionistas contra Fernando Trueba por vulnerar los derechos de autor. Carlos López y Manuel Ángel Egea, que aparecían como guionistas en aquella película junto a Rafael Azcona y David Trueba, reclaman al cineasta una cantidad por haber usado parte de su creación sin su consentimiento. Aseguran que los personajes de La niña de tus ojos son invención suya, por lo que son también autores de los que aparecen en la secuela. 

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La productora niega que los demandantes tengan derecho de autoría sobre La reina de España. Cristina Huete, productora de Trueba, ha asegurado que La niña de tus ojos supuso una reescritura completa del guion de López y Egea, encargado por la productora que finalmente eligió a Trueba, por lo que no eran autores ni entonces ni ahora, con un guion firmado únicamente por el propio director. "A pesar de que Azcona se enfadó muchísimo y de que no les correspondía absolutamente nada, un productor accedió a incluirles en los créditos y eso fue un gran error. Lo increíble es que ahora vuelven a pretender tener algún derecho basándose en que entonces fueron coautores", protestaba Huete.

Sin embargo, el guionista Javier Olivares, cocreador de la serie de TVE El Ministerio del Tiempo, ha salido en defensa de los demandantes. "Esos dos guionistas son LOS CREADORES de la historia. Luego, entró Trueba y añadió a su hermano David y al gran Azcona", aseguraba en una publicación en su cuenta de Facebook. Olivares aseguraba haber leído una primera versión del guion escrita por Egea y López, y, aunque admite que el texto finalmente rodado estaba reescrito casi por completo, objeta que "la historia que contaba era la misma que" él leyó. Incluso llega a asegurar que el primer guion "era puro Lubitsch", y mejor que el texto final. 

Antes, la película había protagonizado otra polémica, mucho menor, que tenía que ver con su cartel, un óleo hiperrealista del pintor Joaquín Risueño. Cuando se hizo público el mes pasado, los usuarios criticaron en las redes sociales la profusión de elementos y personajes. Los chistes no se hicieron esperar, y la productora ha optado finalmente por utilizar otro cartel durante la promoción. 

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