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La desigualdad va en aumento: los cinco hombres más ricos del mundo cada vez lo son más mientras crece la pobreza

Manifestación trabajadadoras de la educación

Laura Prieto

La crisis provocada por la subida de los precios de la energía y los alimentos que estalló en 2022 con el inicio de la guerra en Ucrania no ha pasado factura por igual. El resultado de un inicio de década marcado por la inestabilidad económica, social y medioambiental ha sido un aumento de las desigualdades que vuelve a beneficiar, una vez más, a los que más tienen. 

Los cinco hombres más ricos del mundo han duplicado su riqueza conjunta desde la pandemia, pasando de 405.000 millones de dólares a 869.000, que es lo mismo que decir que ingresan unos 14 millones de dólares por hora. A millón al día, necesitarían unos 476 años, cada uno, para agotar toda su riqueza. En el otro lado de la balanza está el 60% más pobre del planeta. Casi 800 millones de personas de medio centenar de países han perdido un billón y medio de dólares en dos años, lo que equivale a 25 días menos de salario por cada trabajador. 

Son datos que revela el nuevo informe de Oxfam Intermón sobre desigualdad y poder global de las grandes empresas Desigualdad S.A. Ha salido a la luz este lunes, coincidiendo con la celebración del Foro Económico Mundial de Davos. Allí se dan cita la mayoría de milmillonarios del planeta y representantes de las empresas más potentes a nivel mundial. En total, sólo las diez que ocupan los primeros puestos superan los 10 billones de dólares de facturación, una cifra que supera al PIB de todos los países de África y América Latina juntos, que apenas llegan a los 9,4. 

“Estamos viviendo el inicio de una década de creciente desigualdad en la que miles de millones de personas se enfrentan a los efectos económicos de la pandemia, la inflación y la guerra, mientras las fortunas de los milmillonarios crecen desorbitadamente”, afirma Franc Cortada, director general de Oxfam

Los más ricos este 2023 han obtenido beneficios récords, como ya pasó en 2022. Sólo en los 12 meses previos a junio, las empresas que más facturan en el mundo se hicieron con unos beneficios de 1,8 billones de dólares, un 52% más que lo que ingresaron entre 2018 y 2021. El informe señala, además, que esta riqueza no se reparte de forma equitativa, sino qu,e  por cada 100 dólares generados por estas compañías, 82 acaban en manos de sus mayores accionistas. 

“Esta desigualdad no es ninguna casualidad, los milmillonarios hacen que sus empresas generen más riqueza a costa del resto de la población. Y ésto lo estamos normalizando”, añade Cortada. La desigualdad también tiene un componente geográfico. Los países del Norte global, que representan al 21% de la población, poseen casi el 70% de toda la riqueza del mundo. El 74% de los milmillonarios proceden de algún país ubicado en esta parte “privilegiada” del planeta y sólo el 1% más rico del mundo posee el 48% de los activos financieros de Oriente Medio, el 50% de los asiáticos y el 47% de los europeos. Además, en 2022 la brecha entre Norte y Sur ha crecido por primera vez desde que empezó el siglo XXI. 

Estas empresas, a pesar de tener unos beneficios inmensos, no contribuyen de forma equitativa al desarrollo social. Oxfam denuncia una “guerra contra el fiscal” que ha reducido en aproximadamente un tercio los tipos efectivos del impuesto sobre los beneficios empresariales. Todo ello, aseguran, “mientras se han seguido beneficiando del aumento de las privatizaciones del sector público”, provocando “desigualdad y segregación” en el acceso a servicios esenciales como el agua o la educación. 

El club exclusivo de los milmillonarios 

Oxfam ha puesto nombres y apellidos a algunas de estas inmensas fortunas que concentran gran parte del poder empresarial y económico mundial. Como no es de extrañar, son todos nombres masculinos. 

Jeff Bezos, uno de los más conocidos, por ser el dueño de la plataforma Amazon, cuenta con una riqueza de 167.400 millones de dólares, gran parte de ella cosechada en la última década. Volar al espacio le costó sólo 5.500 millones, un sueño que dedicó a los trabajadores del portal web por “haberlo hecho posible”. Actualmente se enfrenta  a una demanda de Estados Unidos por favorecer la concentración empresarial para aumentar precios y degradar el servicio a los compradores. La empresa también ha sido señalada por “sus esfuerzos” para evitar la sindicación de los trabajadores. 

Otro de los señalados por la compañía es Bernad Arnault, el segundo hombre más rico del mundo que preside el imperio de artículos de lujo LVMH, además de propietario de dos grandes medios de comunicación: Les Échos y Le Parisien. También se enfrenta a una multa del organismo antimonopolio francés. Y, aunque no pesan cargos sobre él, Aliko Dangote, la persona más rica de áfrica, cuenta con prácticamente el monopolio del cemento en Nigeria. Actualmente está expandiendo su “imperio” al sector petrolífero, lo que está generando preocupaciones por la posible creación de un nuevo monopolio privado. 

Todos ellos están acusados de concentración empresarial, ya la hayan realizado de forma legal o no. En los últimos veinte años este tipo de prácticas se han convertido en la norma. Unas sesenta compañías farmacéuticas se han concentrado desde 1995 en tan sólo 10 firmas globales. Más del 40% del mercado mundial de semillas ya es parte de alguna multinacional y un 90% de las búsquedas en Internet, prácticamente todas, se realizan con un único servidor: Google. Más allá del capital privado, el fondo indexado de los “Tres Grandes” gerentes – BlackRock, State Street y Vanguard –gestiona unos 20 billones de dólares en activos de las personas, cerca de una quinta parte de todos los activos bajo gestión.

En nuestro país la banca y las eléctricas duplican beneficios, pero no se traduce en empleo

En el año 2022, mientras el Gobierno aplicaba un “escudo social” para paliar la pérdida de poder adquisitivo de las familias trabajadoras, el 10% más rico de nuestro país concentraba más de la mitad de toda la riqueza. En el lado opuesto, la mitad de la población con menos recursos apenas supone un 7.8% de la riqueza

“Hemos normalizado estas cifras escandalosas de desigualdad que tienen detrás una concentración de poder de mercado en las manos de unos pocos. Sólo en 2022, las cincuenta empresas más grandes de nuestro país han incrementado sus beneficios un 23%. Y lo han hecho a costa de salarios, subidas de precios, y a costa de los consumidores y de sus plantillas”, denuncia Nerea Basterra, responsable de “sector privado y desigualdad” en Oxfam. 

Entre 2011 y 2016, años en los que aún se sufrían los efectos más devastadores de la crisis de las subprime,  la concentración de la riqueza se  incrementó notablemente en España y aún se mantiene en niveles extraordinariamente altos. El sector de la energía aumentó sus ingresos en un 40% durante el año 2022 y más de un 80% en 2020. En el caso del sector bancario, en 2022 consiguió duplicar sus resultados respecto a 2020 e incrementarlos en un 36% entre 2021 y 2022. Las cifras son más espectaculares si nos fijamos en la evolución de resultados antes de impuestos, ya que en el caso de la energía consiguieron multiplicar por siete sus ingresos y en el de la banca por seis

Estos buenos resultados no han ido acompañados de un incremento del empleo y de los salarios proporcional. En el año 2022 apenas creció el número de personas empleadas en el conjunto de las empresas analizadas (tan sólo un 0,01%). Son datos que contrastan, además, con los del conjunto de la economía española donde los contratos aumentaron un 3,1% en 2022 y un 6,2% desde 2019. El informe destaca algunos casos especialmente llamativos como el de Naturgy que entre 2020 y 2022 recortó un 32% su plantilla, o Telefónica que este diciembre ha llegado a un acuerdo con los sindicatos para ampliar un ERE que afectará a más de 3.400 trabajadores. 

Oxfam pone el foco en la banca y las compañías eléctricas, donde unas pocas firmas concentran el 86, 1% del mercado (Iberdrola, Endesa, Naturgy y Repsol). Estas últimas han visto aparecer “beneficios caídos del cielo” gracias a la escalada de precios por la guerra, mientras que la banca se ha enriquecido por el alza de los tipos de interés. Banco Santander, BBVA y CaixaBank acaparan el 77% de los activos bancarios de nuestro país.  “Los datos muestran una distribución desproporcionada de los beneficios, que se traducen en beneficios millonarios, mientras 14 millones de personas en España ven cómo han aumentado los costes de su hipoteca y el 17,1% no pueden permitirse calentar su hogar”, añade el director de la ONG.

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Las desigualdades aumentan en función del género. Las mujeres siguen ganando un 15% menos en promedio y, a nivel mundial, los hombres poseen 105 billones de dólares más, una cifra equivalente al tamaño de la economía estadounidense por cuatro. Además, el género femenino se ve sobrerrepresentado entre los sectores peor pagados. Las diferencias raciales y étnicas también se hacen notar en la economía. En Brasil, de media, las personas blancas tienen ingresos un 70% superiores a los de las afrodescendientes. Si nos fijamos en los datos de contaminación, el 1% de los más privilegiados emiten la misma cantidad de carbono contaminante que los dos tercios más pobres de la humanidad.

“El poder empresarial desbocado y la extrema riqueza no pueden seguir campando a sus anchas. El sector público debe implementar una regulación adecuada que priorice el bien común y los intereses de la mayoría”, denuncia Cortada. Oxfam Intermón estima que la aplicación de un impuesto sobre el patrimonio de los millonarios y milmillonarios del mundo podría generar hasta 1,8 billones de dólares al año, que podrían invertirse en mejoras sociales y redistributivas. 

La ONG cree que es “urgente” que los Estados prioricen los servicios públicos y defiendan una mayor regulación en las altas esferas empresariales, acabando con los monopolios y la excesiva concentración empresarial. “Sabemos que el poder público puede frenar la avaricia de las grandes corporaciones y de las grandes fortunas. El estado tiene que regular los monopolios, empoderar a las personas trabajadoras, gravar estas enormes ganancias y, fundamentalmente, invertir en una nueva era de bienes y servicios públicos”, concluye el director. 

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