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Emiratos compró a detectives suizos los nombres de 1.000 europeos señalados sin pruebas como islamistas radicales

El dueño de Alp Services, Mario Brero, fotografiado en uno de sus viajes a Emiratos, junto con alguno de los mapas de relaciones que elaboró para los servicios de inteligencia de ese país.

C. Fayol / Y. Philippin / A. Rouget / A. Harari

“Una red mafiosa continental” lleva por título la infografía que la agencia de detectives suiza Alp Services envió a los servicios secretos de los Emiratos Árabes Unidos. Un mapa que señala a más de mil personas y 400 organizaciones de toda Europa, unidos por flechas y que, supuestamente, forman una red de islamistas radicales. Es lo que revela desde hoy la serie de investigación Abu Dhabi Secrets, basada en documentos confidenciales obtenidos por Mediapart y compartidos con la red de medios European Investigative Collaborations (EIC), a la que pertenece infoLibre. También han formado parte de la investigación los medios suizos Heidi News y RSI Television, así como Domani (Italia) y Daraj Media (Líbano).

Los documentos a los que EIC ha tenido acceso muestran que, entre 2017 y 2020, Alp Services proporcionó a los servicios emiratíes los nombres de 191 personas y 125 organizaciones en Francia; 160 individuos y 86 instituciones y empresas en Bélgica; 156 personas en Reino Unido, 104 en Suiza, 91 en Alemania, 92 en Italia... En España, infoLibre ha contado hasta 162 individuos y 95 empresas y organizaciones.

Esta cartografía se elaboró al margen de cualquier marco legal. Y muchos de los nombres no tienen relación alguna con el islamismo radical. En Francia figuran, entre otros, el excandidato socialista a la presidencia de Francia Benoît Hamon, la teniente de alcalde de Marsella y exsenadora Samia Ghali, la escritora y cineasta Rokhaya Diallo, una periodista de Mediapart, el partido La France Insoumise de Jean-Luc Mélenchon e incluso el CNRS, el organismo público que supervisa la investigación científica francesa, el equivalente al CSIC español.

En Bélgica se señaló a la ministra de Clima y Medio Ambiente, Zakia Khattabi. Su partido, Écolo, tacha su inclusión en los mapas de “escandalosa”. “Es obviamente tan absurdo y ridículo”, asegura, “que no merece ningún comentario ni atención”. En el Reino Unido, hasta el exlíder laborista Jeremy Corbyn aparece en un informe, mientras que en Noruega Alp Services no tuvo problema en incluir en su mapa a celebridades suecas y danesas.

En Países Bajos se incluye al alcalde de Arnhem, Ahmed Marcouch, pero también a periodistas y empleados holandeses de Amnistía Internacional y Transparencia Internacional. En Suiza, a un activista por los derechos humanos, Pascal Gemperli. Los mapas de España incluyen a políticos de todos los partidos, desde el PP hasta la CUP.

Todos estos individuos aparecen en las mismas cartografías junto a terroristas de Al Qaeda con condenas. A veces se incluyen sus números de teléfono y datos personales. Y a todos se les describe como miembros, simpatizantes o cercanos a los Hermanos Musulmanes, un movimiento islamista que en 2014 fue declarado “organización terrorista” por los Emiratos Árabes Unidos, una de las autocracias del Golfo Pérsico.

Tras conocer su señalamiento, las víctimas se debaten entre el estupor, la rabia y el miedo. “Es espantoso”, responde el excandidato socialista a la presidencia francesa Benoît Hamon. “No voy a permitir que me pase esto. La Justicia y las autoridades francesas deben investigar y dar explicaciones”, advierte la teniente de alcalde de Marsella Samia Ghali. La ministra belga de Clima y Medio Ambiente, Zakia Khattabi, niega tener relación alguna con los Hermanos Musulmanes. A Khattabi, perteneciente al partido ecologista Écolo, Alp la sitúa como “vicepresidenta del Ejecutivo musulmán”, como si fuera parte del organismo que se supone representa a los musulmanes belgas. No es el caso. Además, se la identifica como chií, cuando ella pertenece a la comunidad suní.

El cerebro de toda esta operación es Mario Brero, veterano –71 años– de la investigación privada suiza y jefe de la agencia Alp Services, que creó en Ginebra hace más de 30 años. Preguntado por EIC, Brero no ha querido hacer comentarios sobre el fondo del asunto. Sus abogados, Christian Lüscher y Yoann Lambert, consideran que los documentos de esta investigación “están en parte falsificados” y que “la mayoría de los hechos que constituyen la base de las preguntas [que le ha formulado EIC] se basan en suposiciones erróneas y/o en elucubraciones increíbles”. También lamentan que EIC haya utilizado “datos robados” y amenazan con demandar a Mediapart ante los tribunales suizos.

“Querido Matar”

La historia comienza el 7 de agosto de 2017 en un palacio. Mario Brero y uno de sus colaboradores son los invitados de un agente de la inteligencia emiratí llamado Matar. “Querido Matar, estamos en Abu Dabi, en las magníficas suites del Fairmont. Gracias por su hospitalidad. Estamos a su entera disposición”, le escribe el dueño de Alp.

Para ser un hombre en la sombra, Mario Brero actúa de forma bastante temeraria. Además de las instantáneas en las que se le ve tomando una copa en la piscina, le hizo una foto a su encargado, un hombre de unos 40 años con una barba impecablemente recortada y vestido con la dishdasha, la túnica blanca típica del Golfo. Esa noche, durante la cena en el restaurante del hotel, Mario Brero explicó a Matar la propuesta elaborada por su agencia dos semanas antes: una vasta operación para “cartografiar” y luego “desacreditar” a los enemigos de Emiratos,“mediante la difusión discreta y masiva de información comprometedora”.

En 2017, los detectives de Alp hicieron varios viajes a Abu Dabi, durante los cuales el agente Matar condujo a los investigadores suizos hasta su superior, el auténtico jefe: Alí Saeed Al Neyadi. EIC no ha podido verificar la identidad exacta de Matar basándose en la información disponible. Pero su jefe, que responde al nombre de Alí, parece menos misterioso. Brero lo describe unas veces como “Su Excelencia” y otras como “el boxeador”, en referencia a Mohammed Alí. Brero también lo fotografía durante sus reuniones en un complejo de Abu Dabi y en el hotel Baur au Lac de Zúrich. Los rasgos faciales de “el boxeador” se parecen a los de Alí Saeed Al Neyadi, lugarteniente del jeque Tahnoun Bin Zayed, consejero de seguridad nacional y hermano del presidente Mohammed Bin Zayed.

Al Neyadi dirige una entidad local encargada de gestionar crisis y catástrofes naturales. Aunque, en realidad, la institución, que depende directamente del Consejo Supremo de Seguridad Nacional, es también el brazo armado al cargo de las operaciones especiales.

Para convencer a los espías emiratíes, Mario Brero presume de que Alp Services trabaja para “personalidades adineradas, gobiernos, jefes de Estado, multinacionales y bufetes de abogados”. Es cierto: entre sus clientes se cuentan oligarcas rusos, el multimillonario francés Bernard Arnault, el presidente kazajo Nursultán Nazarabayev y Corinna Larsen, la examente del rey emérito Juan Carlos I. Brero promete, además, movilizar a su red de periodistas, asesores e investigadores.

Sus argumentos acertaron en el blanco: el primer contrato se firmó en octubre de 2017. Según los documentos a los que ha tenido acceso EIC, Alp Services se embolsó al menos 5,7 millones de euros entre 2017 y 2020, pagados por un centro de investigación emiratí llamado Al Ariaf, que sirve de pantalla a los servicios de inteligencia emiratíes.

Las sucesivas operaciones –se prorrogan cada seis meses– se bautizan con nombres de flores o hierbas suizas, como Árnica, Narciso, Quino o Crocus. Sus objetivos son las dos obsesiones de Abu Dabi: Catar y los Hermanos Musulmanes. Además, Mario Brero sabe explotar los sentimientos de sus clientes, ofreciéndoles misiones adornadas con teorías simplistas sobre las redes de la Hermandad, a la que propone “desenmascarar” y “destruir”, “influyendo en la opinión pública y en los dirigentes políticos”.

Geopolítica trasladada a Europa

Fundada en 1928 en Egipto por Hassan El Bana, la Hermandad nació como reacción a la colonización británica, preconiza un islam político, tenía un discurso antioccidental y defiende un tradicionalismo moral, en particular sobre el lugar de la mujer y el uso del velo. Pero, si los Emiratos odian tanto a los Hermanos Musulmanes, no es por la ideología. La llegada al poder de presidentes electos de la Hermandad en Túnez y Egipto, tras las revoluciones árabes de 2011, llevó a algunos emires del Golfo a temer por su propia supervivencia política. El apoyo de Doha a la Hermandad intensificó el conflicto, que llegó a su punto álgido entre 2017 y 2021, cuando una coalición liderada por Arabia Saudí y Emiratos declaró el bloqueo de Catar.

Ahora, este contexto geopolítico aparentemente remoto se ha traducido en consecuencias para cientos de europeos, que se ven víctimas de la vendetta de Abu Dabi y de los dudosos métodos de Alp Services.

Además de los mapas, la agencia suiza elaboró decenas de informes sobre personajes públicos y personas privadas, cuya presentación sintoniza con el cliente: portadas con manchas de sangre, un mapa de Europa coloreado con el logotipo de los Hermanos Musulmanes y referencias a la mafia.

Los servicios de inteligencia emiratíes hicieron después pedidos adicionales para atacar a los objetivos de su elección, con un coste de 20.000 a 50.000 euros por individuo y utilizando medios agresivos: campañas de prensa, artículos publicados con perfiles falsos, cambios en las páginas de Wikipedia, incluso operaciones para convencer a los banqueros de que cierren cuentas de los individuos u organizaciones señaladas. Es lo que le ocurrió a Hazim Nada, un empresario afincado en Suiza y propietario de una empresa de comercio de petróleo, que quebró a causa de una operación especial ejecutada por Alp. Su historia la revelaron The New Yorker y Mediapart a principios de este año.

Una cantante de The Voice y periodistas

En Francia, uno de los países donde la agencia suiza estuvo más activa, con casi 200 personas cartografiadas, la lista no es más que un batiburrillo sin pies ni cabeza de nombres y organizaciones a los que se ha vinculado mediante conexiones artificiales a personalidades públicas. Figuras religiosas o activistas de asociaciones confesionales aparecen junto a militantes antirracistas como la directora de cine Rokhaya Diallo, o a tres dirigentes de la asociación Coexister, que promueve la tolerancia y el diálogo interreligioso entre los jóvenes y ganó el Premio de Laicidad de la República Francesa en 2016. También aparece Taha Bouhafs, periodista y militante de La France Insoumise. Hakim El Karaoui, un ensayista y asesor gubernamental que aboga por un islam francés, se codea con Mennel Ibtissem, una excantante de The Voice, calificada como una  "figura" del ideario de la Hermandad en Francia. Ibtissem fue incluida en un informe de Alp por la polémica desatada durante su participación en 2018 en el programa, donde cantaba con la cabeza cubierta con un turbante, que ya no usa hoy. Tuvo que abandonar el programa tras publicarse viejos tuits con declaraciones conspirativas sobre los atentados de Niza y de Saint-Etienne-du-Rouvray. “Amo Francia", proclamó después, para añadir que condenaba la violencia y que había escrito los tuits con “rabia” para criticar la “fusión de terrorismo y religión”. La cantante se muestra indignada por haber sido incluida en un listado de los Hermanos Musulmanes destinado a una potencia extranjera: “Es una tontería, nunca he dicho ni hecho nada que pueda sugerir que tengo un compromiso político o religioso", protesta.

Además menciona Alp a dos investigadores de la prestigiosa Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales (EHESS), tres del CNRS, el organismo público que supervisa la investigación científica francesa, y al propio CNRS.

Tampoco escapan los periodistas. Entre los presuntos miembros de la nebulosa islamista francesa, se cita a Bondy Blog, un medio de comunicación ciudadano que cubre los barrios populares. “En 2016, Gilles Kepel [politólogo especialista en el islam y el mundo árabe] nos acusó de forma injusta e infundada de estar en manos de un grupúsculo marginal después de que le invitáramos a un debate nocturno”, explica Sarah Ichou, su directora editorial.

En el mismo saco metió Alp a la revista digital Orient XXI y a su fundador, Alain Gresh, exdirector de Le Monde Diplomatique. “Emiratos es una de las peores dictaduras y no es de extrañar que sean clientes de una visión conspirativa del islam que lo ha calado todo, incluidos los medios de comunicación. Es el Je suis partout [un periódico fascista y antisemita francés de los años 30 y 40] de los tiempos modernos”, acusa Gresh.

Meros rumores, ataques en redes sociales

¿Cómo pudo hacer Alp Service un trabajo tan chapucero? “Mario Brero vendió al cliente un sueño. La información se presentaba como muy secreta, cuando el 80% procedía de fuentes públicas”, explica un antiguo empleado de la agencia. La agencia suiza seleccionó nombres a veces basándose en meros rumores o polémicas. Además, muchas las víctimas contactadas por los medios de la red EIC habían sido atacadas en las redes sociales o en los medios de comunicación por su supuesta complacencia con el islam radical.

Es el caso de Benoît Hamon, que fue criticado por el ex primer ministro francés y concejal del Ayuntamiento de Barcelona por Barcelona pel Canvi Manuel Valls durante las primarias socialistas de 2017: “Desde mi candidatura a las elecciones presidenciales, no puedo publicar un solo mensaje en mis redes sociales sin ser atacado por acusaciones absurdas de connivencia con el islamismo”, se lamenta el socialista.

La exsenadora Samia Ghali casi se atraganta al teléfono cuando escucha que la han relacionado con los Hermanos Musulmanes: “Es lo contrario de todo lo que soy y de todo lo que defiendo”. Haciendo memoria, recuerda que un antiguo director de instituto de Marsella le reprochó haber participado en la inauguración del instituto privado Ibn Khaldoun. “Puede que venga de ahí, pero es una tontería”, dice la diputada, “el colegio está concertado con el Estado, yo me crié con las monjas y mis hijas van a un colegio católico privado. No veo por qué no debería ir como representante electa a la inauguración de una escuela reconocida por el sistema educativo francés”.

Otras notas e informes de los detectives suizos sobre organizaciones o individuos concretos son más pertinentes y elaborados. Pero, en cualquier caso, el trabajo de Alp se sale de los límites de la legalidad. Al menos en Francia, donde el trabajo de “inteligencia con una potencia extranjera” es un delito. Y en Suiza, donde Alp Services tiene su sede, cualquier actividad realizada por cuenta de un Estado extranjero debe declararse al Ministerio de Asuntos Exteriores. Preguntado por la agencia de Mario Brero, ese departamento responde que no ha “recibido ninguna declaración en la que un Estado extranjero fuera el solicitante o el destinatario final”.

Algunas de las personas señaladas por Alp han manifestado su intención de presentar una denuncia. “Voy a llamar a mi abogado y a preguntar al Gobierno, que se supone que protege a sus ciudadanos. Esto no va a quedar ahí”, advierte Sami Ghali, quien ya fue blanco de ataques cuando era senadora. “No lo permitiré. Si no emprendemos acciones legales cada vez que nos insultan, esto acabará en las páginas de Wikipedia. Estos ataques mancillan nuestra reputación y nos perjudican profesionalmente", añade el periodista Taha Bouhafs.

Para Vincent Geisser, uno de los investigadores del CNRS objeto de las cartografías, autor del libro La nouvelle islamophobie (La nueva islamofobia), no es “sorprendente que un país autoritario se preste a este juego de archivo y vigilancia. En cambio, el hecho de que sus servicios de seguridad encuentren en Europa y Suiza enlaces para sus operaciones es el verdadero escándalo”.

También Mediapart va a presentar una demanda por el señalamiento de uno de sus redactores. “Mediapart es víctima, a través de uno de sus periodistas, de una base de datos ilegal y absurda creada por una oficina de espías que trabaja para los Emiratos Árabes Unidos, y por supuesto presentará una denuncia a través de sus abogados Seattle”, asegura el director del periódico francés, Edwy Plenel. “En el actual contexto político y mediático francés”, añade, “marcado por el auge de la intolerancia de extrema derecha, tanto de palabra como de obra, atribuir una etiqueta tan difamatoria a un periodista no sólo daña su reputación, sino que también podría poner en peligro su seguridad. Por último, estas nuevas revelaciones de EIC confirman que el espionaje digital, en el que están especializados a gran escala estos regímenes autoritarios, va de la mano de campañas de desinformación que difunden el veneno de la calumnia”.

¿Qué uso ha hecho Abu Dabi de esta información?

Pero muchas otras personas, al ser informadas de su presencia en las listas de Alp, pidieron que no se publicaran sus nombres. “Es demasiado arriesgado. Aunque vuestro artículo ponga de manifiesto lo absurdo del proceso, algunos seguirán diciendo que no hay humo sin fuego”, explica una víctima.

Otros temen las acciones que puedan emprender contra ellos las autoridades emiratíes, ahora que figuran en sus archivos como cercanos a una organización considerada terrorista en el país. ¿Qué uso ha hecho Abu Dabi de esta información? ¿Qué riesgos corren las víctimas si van a Dubái de vacaciones o por negocios?

EIC ha hecho esas preguntas al Gobierno emiratí, al agente Matar y a su superior, Ali Saeed Al Neyadi, pero ninguno de ellos ha respondido.

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Con la contribución en las declaraciones de las personas señaladas en Bélgica de Nikolas Vanhecke, Kasper Goethals y Roeland Termote (Der Standaard), y de Wilmer Heck y Andreas Kouwenhoven (NRC Handelsblad) para las de Países Bajos

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