Entrevista al SECRETARIO GENERAL DE CCOO

Unai Sordo: “Necesitamos ERTE permanentes para terminar con el modelo español de precariedad y despido fácil"

Unai Sordo (Barakaldo, 1972) vio como líder de CCOO en Euskadi cómo las empresas del País Vasco recurrían en los primeros años de la anterior crisis financiera al germen de los actuales ERTE, los ERE suspensivos, para evitar la destrucción masiva de empleo.

Ahora, como secretario general de la mayor organización sindical en España, Sordo cree que hay que mantener una "figura análoga" incluso después de la vacuna contra el covid-19 ante la amenaza de que vuelvan la temporalidad y los despidos. 

PREGUNTA: ¿Tiene esperanzas de negociar la reforma laboral antes de que acabe el año?

RESPUESTA: Sí, porque una parte ya la teníamos muy avanzada en marzo, justo antes del estado de alarma. Cuando terminemos la negociación sobre la regulación de las plataformas digitales vamos a exigir abordar este tema cuanto antes para evitar un desplome de los salarios y para abrir un escenario de modernización laboral. No hay que dejar pasar el año sin abrir ese melón.

P: ¿La primera fase de la negociación será más fácil? Ultraactividad indefinida, prevalencia del convenio sectorial, subcontratación...

R: Sí. Las últimas reformas laborales precarizaron todos los aspectos de la legislación laboral: la contratación, el despido y la negociación colectiva. Dieron al empresariado la capacidad de modificar las condiciones de trabajo de manera unilateral. Queremos recuperar el valor de los convenios colectivos y limitar la capacidad de los empresarios de hacer y deshacer a su antojo. Esa es la primera parte y en 2021 vendrá la segunda: contratación y despido. Y propondremos una cosa: utilizar figuras parecidas a los ERTE para evitar que el despido sea la fórmula ordinaria con que las empresas abordan sus problemas económicos. Eso sí, esto será más complejo...

P: ¿Podría detallar esa propuesta? 

R: En España se promueve desde los años ochenta una legislación que favorece la contratación temporal. Somos el país de Europa con más temporalidad. Antes de la crisis del coronavirus y de la anterior, la financiera, más del 30% de los trabajadores tenían un contrato temporal. La temporalidad era el colchón de las empresas para, cuando vinieran mal dadas, despedir. Y este modelo ya lleva más de 30 años y es muy perverso: precariza las condiciones de trabajo de, sobre todo, jóvenes y mujeres.

Hay que cambiar la pauta y fijarnos en lo que hacen en otros países o en lo que ha pasado en la crisis actual: en vez de recurrir al despido, cientos de miles de empresas han recurrido a los ERTE. Y lo han hecho porque los ERTE se han concedido en condiciones muy beneficiosas. Ahora hay que adaptar esa figura a periodos de normalidad, de manera que las empresas con problemas puedan tomar medidas alternativas sobre el volumen o la distribución de la jornada, como sucede en Alemania. Y a la vez hay que restringir más la contratación temporal y hay que dificultar el despido. Solo así traeríamos estabilidad.

P: ¿Una especie de ERTE permanente?

R: Eso es: fórmulas negociadas en las empresas para que el despido sea el último recurso. Para eso, insisto, hay que corregir nuestro modelo de temporalidad y despido al cual se agarran las empresas. La excepción al modelo español se está produciendo en esta crisis, con más de tres millones y medio de trabajadores en ERTE. De no haber existido esta figura, tendríamos dos millones de parados más. Así que adaptemos esto a la normalidad.

P: ¿Cómo se financiaría?

R: Bueno, hay distintas fórmulas. Ahora mismo lo que hay es que los trabajadores pueden acceder a su prestación por desempleo y una vez regresan a su puesto esta prestación se les repone. Si en el futuro a sus empresas no les fuera bien y terminan despedidos, accederían a su prestación por desempleo intacta.

En Alemania hay un complemento salarial que asume el propio Estado para compensar una parte de la reducción de jornada de los trabajadores cuando a las empresas les va mal. Es decir, no se paraliza totalmente la actividad, el ERTE no es suspensivo y la parte que no se trabaja la asume el Estado para compensar el salario. ¿Que requiere esto? Control de causa, o dicho de otra forma, que los ERTE respondan a una causa real, de problemas económicos verídicos. Si no se abriría una puerta enorme al fraude o a la contratación temporal asumida por el Estado. Y esto último no puede ocurrir: conociendo al empresariado medio español, se utilizaría de forma sistemática en muchos sectores.

P: El control de causa tiene que ver con el despido, que será la segunda parte de la negociación con Trabajo y CEOE. ¿Se antoja una negociación más difícil?

R: Mucho más. Es algo que no hemos abordado todavía por falta de tiempo. La legislatura empezó en enero, y en marzo estaba el país patas arriba.

P: ¿No cree que puede haber temor a esa propuesta?

R: En CCOO planteamos esto desde hace décadas, y lo volvimos a hacer en la anterior crisis. E incluso con la legislación anterior, con la reposición de la prestación por desempleo que en su día fijó el Gobierno de Zapatero, en los territorios industriales como País Vasco se utilizaron ERTE cuando ni siquiera se llamaban ERTE, sino ERE suspensivo. Aquella fórmula salvó mucho empleo en la primera parte de la crisis, 2008-2010. Ese es el reto. Hay que simplificar la contratación para que no se puedan utilizar de forma sistemática contratos temporales con fraude de ley y, sobre todo, poner puertas al campo al despido. Desincentivarlo.

P: ¿Hay que encarecer el despido?

R: En mi opinión, o encarecerlo o que en los despidos que hoy en día se consideran improcedentes la opción de la readmisión la tenga el empleado y no el empresario, o recuperar los salarios de tramitación... El puzzle laboral en España necesita una mayor estabilidad en la contratación.

P: ¿Volver a la indemnización de 45 días?

R: Yo lo veo, claro, o recuperar los salarios de tramitación, o asemejar los despidos improcedentes a los nulos... A cambio, proponemos dar a empresas y trabajadores la capacidad de negociar fórmulas alternativas a los despidos como adaptar la jornada y compensar esa pérdida salarial con algún tipo de prestación pública. Ojo, que no necesariamente tiene que ser una prestación dineraria: podría ser articular procesos de formación permanente para los trabajadores acogidos a un ERTE.

Esto último deberíamos explorarlo cuanto antes porque en este país va a haber sectores que sufran una reconversión importante. ¿Vamos a recuperar el turismo al salir de la pandemia? Seguramente sí, pero yo no sé si hasta los 85 millones de turistas anuales. Puede que haya una disminución de trabajadores y de empresas del sector turístico, pero a la vez hoy sabemos que tenemos que impulsar mucho más las políticas de atención a la dependencia. Y esto requerirá un desarrollo a la ayuda domiciliaria o al sector residencial con ayuda de los fondos europeos. En vez de que 600.000 personas se vayan a la calle, sería mucho mejor reducirles la jornada y dar a ese colectivo un plan de formación continua para pasar de un sector a otro.

P: Esa figura de los ERTE permanente ¿no es más idónea para los momentos de crisis, con una gran destrucción de empleo? 

R: Es verdad que puede parecer que esta figura es más idónea para empresas industriales de tamaño medio grande, y no para la pyme o la microempresa, que tanto abunda en la economía española. Pero la pandemia nos ha enseñado que los ERTE también son para las microempresas. Se han acogido más de 500.000 empresas, y no hay medio millón de empresas grandes en España por desgracia: hostelería, bares, comercios, casas rurales... Bueno, pues sobre este ejemplo atrevámonos a cambiar el modelo. ¿Va a ser como en Alemania? Claro que no, nuestro tejido productivo es distinto. Pero entre 0 y 100 tenemos mucho margen de mejora en el país con más temporalidad de Europa.

P: ¿Ve un acuerdo con CEOE en esta propuesta?

R: Yo creo que sí, pero en opinión de CCOO todas las piezas tienen que ir interrelacionadas porque si no este viaje ya nos lo conocemos: en la exposición de motivos de la reforma laboral de 2012 se venía a decir que España tenía que sustituir las fórmulas de temporalidad y despido por otras de flexibilidad interna, etcétera. La realidad: se dio mucho poder al empresariado, se precarizó la contratación y se abarató el despido. Es decir, lo mismo pero peor. Por eso apunto a nuevas fórmulas, pero quiero bloquear otras como el despido fácil. Y en este segundo punto veo más difícil el acuerdo con las organizaciones empresariales. La persona con la Espada de Damocles del despido en su cabeza es mucho menos libre para defender sus derechos que la que sabe que no va a ser despedida.

Antes hablábamos de la formación permanente de los trabajadores. ¿Qué formación permanente va a tener un país en el que el 30% de los trabajadores está en contratos temporales, que de media por trabajador se rota cinco veces por año? Cinco, o sea que hay gente que tiene hasta 10 o 12 o más contratos. No hay incentivos a vincularte a una empresa.

P: ¿La importancia del sector turístico y de ocio en España debería menguar en aras de otros sectores?

R: El sector turístico es y será muy importante. Cualquier discurso antiturístico es una estupidez. Pero hay que diversificarlo. No puede basarse solo en el Sol y Playa o en el modelo del litoral existente. Pero hay un patrimonio artístico espectacular, turismo de interior... los fondos europeos debieran servir también para eso. Yo lo que quiero es que haya otros sectores potentes vinculados a la industria, energías renovables,... Que las empresas ganen tamaño y aprovechen las oportunidades de los fondos de reconstrucción.

P: ¿Cree que el Gobierno debería de dar ayudas al comercio en esta segunda ola?

R: En la medida en que Gobierno y comunidades restringen la actividad para contener la pandemia, hay que plantear algún tipo de medida compensatoria de carácter económico. Se ha facilitado el acceso al crédito y a la liquidez, pero España tiene que hacer un esfuerzo para proteger al pequeño tejido productivo, con muy poco músculo financiero.

Aquí hay alguien que siempre se escapa en esta reflexión sobre trabajadores y empresarios. Se oye hablar de bajar impuestos, el IBI los ayuntamientos, pero ¿por qué nadie plantea que hay que rehacer todos los contratos con los que el rentismo ahoga al comercio y a la hostelería? ¿Cuánto pagan por los locales los pequeños negocios a propietarios de locales que los compraron en su momento -y a saber cómo- y que siguen cobrando las mismas rentas que antes de la pandemia? El rentismo es uno de los grandes problemas que tiene España en la gestión de los locales pero también de la vivienda. No hay renta más improductiva en este país que la renta de los rentistas, por legal que sea.

P: La nueva economía digital causa estragos laborales. ¿Confían en cerrar la Ley 'Rider' cuanto antes?

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R: Sí, y espero que se mantenga el registro de plataformas que hemos propuesto y Trabajo parece que acepta. Tanto la normativa sobre plataformas, que va más allá de los riders, como la ley del teletrabajo son legislaciones básicas ce emergencia por la importancia que han cobrado en meses. Después habrá que darles más desarrollo legislativo. Pero al menos hay que dejar claras cosas que ya dicen los tribunales: el hecho de que haya una aplicación tecnológica que conecta la demanda y oferta de un servicio, si su gestión determina tiempos, precios y organización del trabajo, pues ahí hay una empresa. No un autónomo o un emprendedor que va dando pedales para llevar una pizza: hay un trabajador y hay alguien que ordena el trabajo del trabajador. Hay que regularlo cuanto antes.

P: Publicó recientemente un artículo en su blog defendiendo normalizar la presencia institucional de Bildu a raíz de la votación en los Presupuestos Generales del Estado...un artículo en su blog

R: Me parece impropio de un país serio que, 10 años después de la desaparición de la banda terrorista ETA, siga calando en España la idea en una parte no menor de la sociedad que el terrorismo pasa factura al Gobierno, que aquella batalla fue perdida, que se hicieron cesiones, no se sabe muy bien cuáles, a una banda que fue derrotada y que ha desaparecido y, en definitiva, que esto sirva aún para demonizar cualquier tipo de relación con EH Bildu. Una parte de Bildu viene de la antigua Batasuna y otra viene de Aralar, Alternatiba o Eusko Alkartasuna, sin ningún vínculo con ETA. Quien ha vivido aquello en primera persona como yo le revienta que se instale en el imaginario colectivo que ETA sigue ahí. No, ETA no existe. ¿Por qué lo escribí? Por el cinismo de un grupo político que sostiene los gobiernos de Madrid, Andalucía y Murcia y que dice que el actual Gobierno es peor que un régimen fascista que acogió criminales nazis como el de Franco.

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