Del Trump antisistema al pragmático: las claves de una campaña pensada para ganar tiempo

La silueta del expresidente de los Estados Unidos Donald Trump frente a una bandera del país durante una de sus intervenciones en campaña.

Como las campanas que alertaban a El Zorro cuando su pueblo estaba en peligro, en los primeros segundos del primer spot de la campaña de Donald Trump el sonido del repicar de un campanario llama a sus fieles a reunirse. El expresidente acaba de arrasar en el caucus de Iowa, primer termómetro de las primarias republicanas. Y, aunque todavía queda un año para las elecciones, hay varias cosas que han cambiado en su manera de hacer y organizar una campaña. 

1. Nuevos asesores para construir una estrategia sólida

En las presidenciales de 2016, su jefe de campaña fue Steve Bannon, una estrella de la comunicación política. Conocido por eslóganes como “en política lo único peor que estar equivocado es aburrido”, Bannon es todo un experto en propaganda. Y, aunque sigue siendo uno de los grandes altavoces mediáticos del trumpismo, ha sido reemplazado por dos veteranos asesores republicanos.

Son Chris LaCivita, consultor de larga trayectoria que presidió el Comité Nacional Republicano del Senado, y Susie Wiles, responsable de la campaña de Ron DeSantis en 2018, que era el principal rival de Trump en las primarias hasta su retirada este mismo domingo. Mientras que, en 2020, el equipo de su candidatura lo componían muchos de sus familiares y otros profesionales recién llegados, el objetivo de LaCivita y Wiles es construir una estrategia sólida a prueba de las luchas internas que han marcado las anteriores carreras electorales.

“A nivel práctico, la campaña de Trump parece más disciplinada. Está dirigida por perfiles con experiencia que están intentando que no haya tantas filtraciones como en 2016 cuando fue todo muy caótico. Quieren poner orden, que no haya tanta gente que revolotea alrededor de Trump solo por interés”, explica Carlota Encinas, investigadora principal de Estados Unidos y Relaciones Trasatlánticas del Instituto Elcano. 

2. Controlar los tiempos para que el calendario político no choque con el judicial

A pesar de las cuatro causas judiciales que tiene abiertas y los escándalos que le llevan salpicando desde que se convirtió en presidente, Trump lidera todas las encuestas. "Esta campaña se lleva abonando desde hace mucho tiempo para conseguir la candidatura antes de que empiecen los juicios e influir en la Convención Nacional Republicana, donde el candidato será nominado oficialmente”, aclara Encinas. 

Este es, sin duda, el principal objetivo de sus asesores: cerrar el calendario político para que no choque con el judicial. Desde hace poco más de un mes, sus abogados argumentan en los juicios que los presidentes de Estados Unidos no pueden ser acusados de ningún delito por abuso de poder. Una teoría legal extrema sobre la inmunidad presidencial para intentar que Trump salga bien parado de la imputación por intentar alterar los resultados electorales de 2020.

3. Un Trump con dos caras: el ‘outsider’ y pragmático

Lejos de perjudicarle electoralmente, cada vez que el expresidente acude a un juzgado sube en las encuestas y obtiene más financiación para su campaña. Las acusaciones penales son el argumento perfecto para alimentar la idea de que es una víctima del sistema. Ha llegado a monetizar, incluso, la fotografía de su ficha policial. Es la protagonista de las camisetas que vende en la web de su candidatura, con este eslogan: “Nunca te rindas”.

“¿Te preocupa que intenten matarte?”, le preguntaba hace unos meses el presentador Tucker Carlson, otro de los grandes altavoces del trumpismo en los medios de comunicación, en una entrevista en X (Twitter). “Son animales salvajes, gente que está muy enferma”, contestaba el expresidente dando a entender que su vida estaba en peligro. 

Estos meses, Trump combinará este discurso populista y antiestablishment que le llevó a la Casa Blanca con actos enmarcados dentro de la retail politics, una estrategia electoral que tiene como objetivo crear y fortalecer la relación entre el candidato y sus votantes. Así, este inicio de campaña ha incluido paradas informales en hamburgueserías de Carolina del Sur y Ohio o reuniones con la comunidad hispana en Estados Unidos.

4. Atraer a los votantes independientes

Algunos analistas coinciden en que, en 2024, el candidato republicano podría rebajar el tono. Puede que no veamos mensajes tan duros contra el feminismo, los medios de comunicación o teorías de la conspiración. Trump necesita mostrar a la vez una imagen de estabilidad, organización y buena gestión para llegar al votante independiente que no ve con buenos ojos sus estridencias y ampliar esos márgenes de voto que le fallaron en estados clave como Arizona, Georgia, Michigan o Pensilvania.

Trump arrasa en los caucus republicanos de Iowa, la primera cita de las primarias estadounidenses

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Su primer spot, como explica el divulgador Esteban Concia, “representa a las minorías y deja de lado la estética de la América blanca”. Además, intenta atraer el voto obrero lanzando mensajes sobre la industria, en el desarrollo energético y en el trabajo local. Aunque sigue teniendo una base electoral muy férrea, esta no ha aumentado desde 2016. “Su porcentaje más fiel y entusiasta es de un 35-40%, pero con eso no se ganan unas elecciones presidenciales”, añade Carlota Encinas.

5. Marcar una agenda de propuestas concretas: del muro a la gran deportación

Uno de sus grandes errores que en 2020 que le llevaron a perder las elecciones fue no presentar una agenda política que atrajese a un electorado exhausto tras la pandemia y ser incapaz de dibujar en su imaginario cómo sería su segundo mandato. Su candidatura se centró únicamente en lo emocional. Sin embargo, estos meses, su equipo se está esforzando en armar una serie de propuestas sobre lo que hará si vuelve a la Casa Blanca a nivel fiscal, económico o social. 

Hace unos días, anunció también que llevaría a cabo la mayor operación de deportación de la historia de Estados Unidos. Una medida que recuerda a su famosa propuesta de construir un gran muro entre Estados Unidos y México. Con este tipo de titulares consigue dos objetivos: alejarse de la derrota de su anterior presidenta y llamar la atención. “¡Ahora estoy más enfadado y más comprometido que nunca antes!”, clamó hace unas semanas en un mitin New Hampshire. Veremos si a sus 77 años vuelve a atraer a los norteamericanos con su cuestionable forma de hacer política.

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