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Alemania paga caro el plan para salir del carbón en 2038

Imagen de archivo de descarga de carbón.

Alemania se dispone a abandonar el carbón, tras apostar por el desarrollo de las energías renovables y firmar el fin definitivo de la energía nuclear. El sábado 26 de enero, al término de duras negociaciones, la denominada Comisión por el crecimiento, las mutaciones estructurales y el empleo –un organismo integrado por representantes de la patronal, trabajadores del sector y, en menor medida, las organizaciones medioambientales y los institutos de investigación– presentaba en Berlín el calendario y las condiciones para la renuncia a este combustible como energía primaria.

Entre las principales recomendaciones se encuentran, en primer lugar, las fechas de cierre de las 148 centrales eléctricas de carbón alemanas. Las más antiguas se detendrán en 2022, lo que conllevará el desmantelamiento de 12,5 gigavatios de capacidad eléctrica de los 42 GW producidos actualmente con carbón (lignito alemán y carbón importado). De 2022 a 2030, otras centrales eléctricas se desconectarán de la red por un volumen de 13 GW. Los 17 GW restantes de las centrales eléctricas se cerrarán en el año 2038. El acuerdo no especifica el orden de cierre de las plantas y se concretará en una ley.

Para Alemania, esta decisión es mucho más organizada que la programación energética plurianual (PPE) cuyo proyecto de decreto acaba de presentar el Gobierno francés. Pero a diferencia de París, que quiere mantener en funcionamiento el 50% de los reactores nucleares, y que acaba de aplazar el cierre del 25% de las fábricas durante diez años, Berlín ha fijado un plazo claro para el fin de la generación de electricidad a partir del carbón. La Energiewende, la política de transición energética iniciada en 2011 por Angela Merkel, se ha fijado objetivos mucho más restrictivos que la programación francesa. Y todo ello mientras logra reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero, a diferencia de Francia, que está experimentando un aumento de sus propias emisiones.

Los 26.000 empleados del sector, pero también los cuatro Estados federados (Renania del Norte-Westfalia, Sajonia, Sajonia-Anhalt y Brandenburgo) en los que se encuentran los yacimientos de lignito alemanes y los operadores de centrales eléctricas de carbón lo han hecho muy bien, ya que la Comisión ha acordado una ayuda estructural de 40.000 millones de euros para las regiones y los trabajadores.

Estas ayudas se destinarán a fomentar la creación de empresas y nuevos sectores de actividad en las regiones afectadas. Los fondos también se utilizarán para desarrollar infraestructura adicional, accesos a autopistas y estaciones de servicio. Se dedicarán unos 5.000 millones de euros a la financiación de planes sociales y programas de jubilación anticipada.

Pero estos 40.000 millones de euros son, por así decirlo, sólo una primera compensación. De hecho, el informe prevé una elevada compensación para los operadores de instalaciones que se vean obligados a cesar sus actividades. También se espera que las autoridades públicas gasten hasta 2.000 millones de euros anuales a partir de 2023 para absorber el posible aumento de los precios de la electricidad para particulares y empresas, más elevados que en Francia. Por lo tanto, los expertos estiman que la salida del carbón puede suponerle a Alemania al menos 80.000 millones de euros.

A pesar de todas estas medidas, la industria está insatisfecha, tanto con un posible aumento de los precios de la electricidad como con los riesgos de suministro. En un comunicado, la Federación de la Industria Química, uno de los principales consumidores de energía, señala que a partir de 2022 Alemania habrá abandonado la energía nuclear y reducido el uso de carbón, aunque “las redes eléctricas todavía no están adaptadas a las energías renovables y no se han resuelto los problemas de almacenamiento de electricidad”.

“El Gobierno federal tiene ahora una directriz clara que combina tres preocupaciones: la creación de empleo, la seguridad del suministro energético del país y la protección del clima”, dijo el presidente de la Comisión, Ronald Pofalla, exministro conservador.

Conocida por sus posiciones muy críticas ante el estancamiento de la transición energética alemana, Claudia Kemfert, conocida especialista en energía del Instituto de Investigación Económica de Berlín (DIW), considera que “la Comisión del Carbón ha alcanzado un compromiso muy bueno... Pero lo más importante ahora es que los políticos apliquen estas recomendaciones. El tiempo de las malas excusas ha pasado, la salida del carbón debe aplicarse rápidamente para hacer avanzar la transición energética”.

¿Un fracaso alentador?

El físico Hans Joachim Schellnhuber, fundador del Instituto de Potsdam sobre los Efectos del Cambio Climático y presidente del Consejo sobre el Cambio Global del Gobierno Federal Alemán, critica un acuerdo oneroso y que no cumplirá con los compromisos de Alemania de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero que marca el Acuerdo de París: “Los representantes de la industria, los trabajadores y los Estados federados tenían un proyecto común para recuperar la mayor cantidad de dinero público posible para financiar sus proyectos”, afirma, al tiempo que reconoce que con este amplio compromiso, “ahora es un hecho: Alemania detendrá el carbón. Nadie podrá revocar esta decisión. Desde este punto de vista, describiría el acuerdo como un ‘fracaso alentador’”.

En similares términos se expresan desde la ONG Greenpeace: “Una parada en el 2038 es difícilmente aceptable”, declara su secretario general Martin Kaiser, quien sin embargo sí admite que tener un plazo es mejor que no tener ninguna fecha: “Después de años de política climática comatosa, al menos Alemania se está moviendo de nuevo”, dijo.

Las únicas manifestaciones de alegría, sinceras y sin contención, fueron las relativas a la preservación del bosque de Hambach, bosque milenario que en parte ya ha sido destruido por las excavadoras de RWE en la mina Garzweiler II en Renania. Hace años que la defensa de este bosque se ha convertido en un símbolo de la lucha contra el carbón. Han sido muchos los enfrentamientos violentos entre las fuerzas del orden y los activistas medioambientales. Estas culminaron el pasado mes de septiembre con la muerte de un periodista durante un intento de desalojo por parte de la policía. La comisión del carbón finalmente recomendó la preservación del bosque.

A partir de ahora, el Gobierno federal y el Bundestag se encargarán de la gestión del proceso y de la adopción de las leyes necesarias. Parece que se obtendrá una abrumadora mayoría parlamentaria a favor del plan. “Estamos listos para empezar rápidamente la financiación”, dijo el ministro de Economía, Peter Altmaier. 

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“Si todos hacemos un esfuerzo y no perdemos de vista el objetivo común, podemos hacer de Alemania un país modelo en política energética”, dijo el ministro de Hacienda, Olaf Scholz. En realidad, como muestra el informe de la Comisión del carbón, la aplicación y el alcance del acuerdo dependerán de las numerosas negociaciones futuras. El acuerdo también prevé varias etapas para hacer balance y eventualmente introducir cambios entre 2022 y 2030. En 2032, los socios de la Comisión también tendrán la oportunidad de adelantar el último cierre de la planta a 2035.

En resumen, comienza una larga batalla entre el lobby medioambiental y el lobby industrial. ___________

Traducción: Mariola Moreno

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