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Cambio climático

As Pontes, la central más contaminante de España: sin límite al CO2 y sin cierre a la vista

El pueblo gallego de As Pontes y su central, a vista de pájaro.

Los datos relativos al mercado de derechos de emisión de CO2 de 2018, revelados el pasado 1 de abril por la Comisión Europea, dejaron varios responsables señalados. En primer lugar, Ryanair y el sector de la aviación: la compañía irlandesa entró por primera vez en el top 10 de emisores de dióxido de carbono de la Unión Europea. Y, en clave española, la central de carbón de As Pontes (Endesa) le arrebató a la de Aboño el primer lugar en el ranking de instalaciones más contaminantes, en cuanto a CO2 equivalente, de España.

As Pontes, situada en el pueblo gallego del mismo nombre, es la térmica más grande del país, con 1.403 MW de potencia. Y la que más electricidad genera: a falta de datos del pasado año, en 2017 fueron 8.736 millones de KW/h. Esto, en principio, ayuda a entender por qué la central gallega es la más sucia en cuanto a gases de efecto invernadero: pero, escarbando en los datos, la evidencia demuestra que las emisiones de CO2 en las térmicas de carbón españolas no tienen más límites que los del mercado de carbono. A grandes rasgos, el dióxido de carbono y la electricidad generada siguen de la mano, sin ningún filtro que limite la polución de las centrales. As Pontes seguirá abierta varios años, al menos, al no tener fecha de clausura: Aboño cerrará uno de sus grupos, el I, el más contaminante, en junio de 2020, ya que no ha hecho las inversiones que exige Europa.

Los datos de emisiones de 2018 pusieron a As Pontes en cabeza de una reducción general de las emisiones de las instalaciones sujetas al ETS con respecto al año anterior, al haberse reducido la generación eléctrica por combustibles fósiles. Al registrarse intensas lluvias durante la primera parte del año pasado, la capacidad hidroeléctrica funcionó a pleno rendimiento, haciendo al carbón menos necesario. Y al bajar la generación, bajaron las emisiones. Salvo excepciones, el CO2 y la producción de las instalaciones están ligados, como se comprueba en este gráfico elaborado con los datos de 2017 (los datos de producción de cada central en 2018 aún no han sido publicados al completo).

La única excepción es la vencedora en emisiones de CO2 de 2017, Aboño, que en relación al resto contamina mucho más de lo que genera. En el resto, cuanto más producen, más polución expulsan, y viceversa. ¿No es posible desacoplar generación y emisiones? ¿No se pueden reducir los niveles de CO2 de As Pontes, la más sucia del país, y que estará abierta hasta 2030, según las previsiones del Gobierno? Según el ingeniero ambiental del Instituto Internacional de Derecho y Medio Ambiente, Massimiliano Patierno, no. A no ser que se ejecuten cambios estructurales y muy caros. "Las emisiones están sujetas a la eficiencia de la caldera. Y todas las centrales españolas tienen una caldera llamada subcrítica, con una eficiencia del 35%: muy baja", asegura.

En Europa, afirma, las centrales más nuevas tienen calderas supercríticas, con una eficiencia del 50%: es decir, que aprovechan la mitad de la capacidad energética del recurso. Y eso lleva, calcula Patierno, a una reducción de las emisiones de CO2 de entre el 20% y el 30%. En España, con térmicas con décadas de vida, reducir el dióxido de carbono que emiten a la atmósfera implicaría cambiar el elemento principal: la caldera. La más nueva, Litoral, de 1997, también cuenta con esta tecnología. Aun así, como se puede comprobar en el gráfico, es una de las más eficientes.

Los límites que impone la Directiva de Emisiones Industriales (DEI), y que precipitarán el cierre de la mitad de las térmicas de carbón del país, no aplican al CO2. Se dirigen exclusivamente al resto de contaminantes que emiten estas centrales: las que no influyen en el cambio climático, pero sí que empeoran, y gravemente, la calidad del aire de las zonas circundantes. Expulsan óxidos de nitrógeno (NOx), dióxido de azufre (SOx) y partículas. El IIDMA, en un estudio, relacionó estas emisiones con 529 muertes prematuras y 914 hospitalizaciones por enfermedades cardiovasculares y respiratorias. La DEI pone como límite hasta junio de 2020 para hacer las inversiones necesarias que eviten la expulsión de estas sustancias, y As Pontes las ha hecho: sin embargo, la directiva no dice nada del CO2. Como única herramienta para evitar la emisión de dióxido de carbono, el mercado. "Al final de cada año la empresa tiene que tener un número de derechos de emisión de CO2 que equivalen a las toneladas de CO2 que han emitido", explica el ingeniero. Sin más.

El futuro de As Pontes

Previsiblemente, y ante la clausura de parte de Aboño, As Pontes no abandonará en años el primer puesto como instalación industrial más contaminante de España. Para alivio de los más de 11.000 habitantes de As Pontes de García Rodríguez, cuya mayor parte vive del empleo directo e indirecto que genera la central. El esquema se ha repetido en numerosas ocasiones en el país desde la década de los 60: se descubre un yacimiento de carbón, se explota, y se decide construir una térmica en las inmediaciones para aprovechar la materia prima. Se crean poblaciones enteras alrededor del negocio, atraídas por un trabajo, en apariencia, estable. A principios de siglo llegan las restricciones medioambientales y el carbón español o bien deja de extraerse o bien deja de ser competitivo con respecto al carbón extranjero. La primera estocada de estos núcleos ya está dada con el cierre de las minas. En As Pontes, falta la segunda.

 

Protesta contra la central de As Pontes.

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En esta población gallega tienen playa, aunque sin mar: cuentan con un lago practicable para el baño formado por el enorme agujero que dejó la mina inutilizada. Y no quieren ni oír hablar del cierre de As Pontes. Ya se echaron a temblar cuando el Ejecutivo empezó a plantear la clausura de las instalaciones. El Secretario de Estado de Energía, José Domínguez, aseguró en noviembre que todas las centrales de carbón de España cerrarán entre 2020 y 2030. No dijo que su Gobierno, o un Gobierno futuro, obligaría a ello: hizo una predicción en base al futuro de la tecnología, la urgencia e importancia de la acción climática y el empuje de las renovables. Pero bastó que fuera un miembro de Transición Ecológica quien lo dijera para despertar el temor en la villa.

"Es algo imposible, no tiene credibilidad ninguna. As Pontes y el resto de la comarca están preocupadísimos. Sé que no es posible, pero ya solo con las palabras hacen daño al pueblo, es una auténtica barbaridad y un exceso en todos los sentidos decir algo así", afirmaba a La Voz de Galicia Manuel Bouza, presidente de la Asociación del Colectivo de Transporte de Carbón, un ejemplo indirecto de los numerosos empleos indirectos que genera el combustible fósil en la comarca.

Ante la presión, el Gobierno se vio obligado a rectificar. Y Endesa, la propietaria de la central, calmó las aguas, aunque fuentes de la compañía advierten de que se hablará de una futura clausura después de las elecciones. "Una central térmica no tiene sitio a medio y largo plazo en los activos de la compañía", dicen a los medios. As Pontes está tranquila porque creen que una compañía que invierte 217 millones de euros en adaptarse a las exigencias europeas piensa aguantar décadas. Pero si bien ahora la mayor térmica del país cumple la Directiva de Emisiones Industriales, eso solo aplica a los gases relativos a la calidad del aire. El CO2 solo depende del mercado de carbono, y si bien durante años el precio del dióxido de carbono ha sido bajo, lleva un año en continuo alza. Como siempre, no se trata de sensibilidad ambiental, ni de imperativos gubernamentales, sino de negocio: quemar carbón es caro, ineficiente y las eléctricas saben que el futuro está en las renovables. La pequeña villa gallega, casa de la central que más contribuye al cambio climático del país, no quieren saber de transición.

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