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“¡Bienvenidos al Ministerio de la Violación!”: colectivos feministas denuncian el polémico pasado del nuevo ministro del Interior de Macron

El ministro del Interior francés, Gerald Darmanin.

“¡Bienvenidos al Ministerio de la Violación!”. “¡Un violador en Interior, un cómplice en Justicia!”. “¡Violadores en prisión, no en el Gobierno!”. “¡Stop a la impunidad!”. “Gobernado(a)s por la cultura de la violación”. Desde que se conocieron los nombres del nuevo Gobierno, miles de personas en Francia, e incluso en el extranjero, se han movilizado para denunciar el nombramiento de Gérald Darmanin para la cartera de Interior y de Eric Dupond-Moretti como titular del Ministerio de Justicia. Las justificaciones presidenciales no cambian nada; la incomprensión es total entre los colectivos feministas y el Ejecutivo.

El enfado de los contrarios (mayoritariamente mujeres) al Gobierno de Jean Castex iba a más el martes 14 de julio con las declaraciones de Emmanuel Macron durante una entrevista televisiva, donde se aludió a una conversación “hombre a hombre” para justificar el nombramiento de su ministro, de quien dijo que estaba “herido” por las acusaciones en su contra. ¿Pero de qué habla? ¿Y de qué hablan las asociaciones feministas que protestan en cada desplazamiento de Gérald Darmanin?

Desde el comienzo del quinquenio, dos mujeres han denunciado a Gérald Darmanin. La primera, Sophie Patterson-Spatz, presentó una denuncia en 2017 acusándolo de violación, acoso sexual y abuso de confianza, por supuestos hechos que se remontan a 2009. En ese momento, la mujer recurrió a él, cuando éste trabajaba en el departamento de asuntos jurídicos de la UMP (exLR), para tratar de anular una condena de 2004 por chantaje y llamadas molestas a una expareja. Siempre según la mujer, el actual ministro supuestamente le habría ofrecido su apoyo a cambio de favores sexuales.

La exafiliada de la UMP, que entonces tenía 37 años, explicó a los agentes de policía que no tenía más “opción” que tener relaciones sexuales con él para obtener una carta para la ministra de Justicia y asegurarse de que su expediente judicial “se estudiara debidamente”. “Tuve que tener relaciones sexuales para conseguir la carta y ser absuelta”. Dijo que se sentía “atrapada”, “contra la pared”, “acorralada”: “Sin poder decir que no”.

Los investigadores obtuvieron una serie de mensajes de texto de su teléfono entre octubre de 2009 y julio de 2012. En concreto, fue de particular interés una conversación, del 17 de diciembre de 2009, es decir nueve meses después de la relación sexual con Gérald Darmanin. Esa noche, a las 3.38 a.m., ella le había escrito: “Abusar del cargo! Para mí, es ser un cabronazo!!!! Sobre todo cuando tienes un problema, la política te va de perlas!!! ; “Cuando es sabido el esfuerzo que he tenido que hacer para follar contigo!!!! Para que te ocupes de mi caso”. “Tienes razón de que soy un gilipollas. ¿Cómo puedo hacer que me perdones?”, le responde él a las 5.21 a.m., para añadir: “Gracias por volverme a dar una oportunidad… Estás libre esta noche?”.

Por su parte, el ministro siempre ha negado cualquier “violación” y “abuso de poder”. Había dado una versión completamente diferente a la Policía, negando cualquier “contrapartida a cambio de la relación sexual”, diciendo que “no tenía poder" para solicitar la intervención judicial y que “no se lo había ocultado”. Pero en este caso, ¿por qué escribir una carta así al titular de Justicia? “Escribo muchas cartas de este tipo, como todos los diputados”, justificó, quitándole hierro al asunto.

El relato que hizo en el momento de su audiencia era el de alguien de 26 años del servicio jurídico de la UMP, en el cargo “desde hacía unas semanas”, “no especialista en derecho penal” y contactado por una mujer “de más edad”, “guapa”, “atractiva” y de “comportamiento dominante”. En febrero de 2018, la investigación preliminar se cerró sin más trámites, tras unas investigaciones durante las cuales el ministro prestó declaración pero no se vio cara a cara con quien le acusaba. La Fiscalía de París determinó que las investigaciones no habían logrado establecer “la falta de consentimiento de la denunciante” ni determinar “la existencia de coacción, amenaza, sorpresa o violencia de cualquier tipo contra ella”.

Sophie Patterson-Spatz había presentado una denuncia con constitución de parte civil para obtener de un juez de instrucción la reanudación de las investigaciones. De nuevo no lo volvió a conseguir y el caso fue desestimado. Pero el 11 de junio, el tribunal de apelación ordenó que se reanudaran las investigaciones. Por lo tanto, el caso no está cerrado.

Denuncia archivada por abuso de debilidad 

En febrero de 2018, tras conocerse la primera denuncia, una segunda mujer acusó a Gérald Darmanin de aprovecharse de su posición para obtener favores sexuales. Sarah*, residente de Tourcoing, a quien Mediapart (socio editorial de infoLibre) entrevistó en ese momento, había presentado una denuncia por abuso de debilidad. Dice que en 2015, se reunió con el alcalde de Tourcoing para pedirle ayuda en la solicitud de vivienda y búsqueda de trabajo. Según sus declaraciones, Darmanin le prometió supuestamente su apoyo y ella se sintió obligada a “pasar por el aro”, como explicó a los investigadores.

Gérald Darmanin abusó de mí, pero no me obligó a tener sexo con él […] Me sentía obligada a hacerlo para tener un hogar y un trabajo”, dijo a la Policía, según las actas a las ha tenido acceso Mediapart. Por su parte, Gérald Darmanin admitió haber tenido una relación sexual con esta mujer, pero según él, fue libremente consentida. “Nunca abusó de la debilidad o la integridad de nadie”, señalaban en febrero de 2018 sus abogados a Mediapart.

Esta denuncia fue desestimada por el tribunal en mayo de 2018; la investigación “no permitió hallar todos los elementos un delito penal”, según la Fiscalía de París.

La causa se cerró definitivamente.

Por su parte, Gérald Darmanin anunció que había presentado dos denuncias por calumnias. Contactado por Mediapart, su abogado y la Fiscalía de París no han respondido sobre el estado en que se encuentra el proceso.

Conflicto de intereses: la carta de traspaso del ministro

Esta situación sin precedentes de un ministro que es objeto de un procedimiento judicial en curso plantea en primer lugar un problema de evidente conflicto de intereses: como ministro del Interior, dirige los servicios de investigación, que se encargan de investigar la denuncia contra él como ciudadano. Preguntado por Mediapart sobre esta situación, la oficina del nuevo ministro indicó que el ministro firmó “una carta de traspaso relativa a la instrucción que le concierne”, “el día que asumió el cargo”.

La carta, dirigida al secretario general del Ministerio, solicita que se ponga en marcha “el mecanismo de traspaso necesario” para que “no se me transmita ni a mí ni a mi gabinete ninguna información o decisión relacionada directa o indirectamente con estos procedimientos e investigaciones judiciales”.

Además, la oficina de Darmanin señala que “cuando los policías lleva a cabo la investigación, están bajo la autoridad del juez de instrucción”. Una línea también defendida por el Ministerio de Justicia.

El despacho de Eric Dupond-Moretti, contactado por Mediapart, explica que se trata de “un expediente de información confiado a un juez de instrucción independiente”. “Los servicios de investigación trabajan bajo el control del juez de instrucción y no bajo la autoridad del ministro del interior”, precisan.

¿Pero cómo se puede imaginar que la Policía se vaya a sentir completamente cómoda investigando a su ministro supervisor? Incluso si imaginásemos una perfecta estanqueneidad entre los servicios y Darmanin, la sospecha estará al orden del día en cada giro judicial.

La noción de “corrupción sexual” y de abuso de poder

En cuanto al fondo del asunto, los cargos presentados por las dos denunciantes plantean varias cuestiones: la del consentimiento y la de la definición de violación en el derecho francés, en el caso de la denuncia de Sophie Spatz-Patterson, a las que la Justicia tendrá que dar respuesta; pero también las cuestiones más amplias del abuso de poder y la corrupción sexual.

Estas dos nociones no existen en el Código Penal: la primera –el abuso de poder– sólo existe en el derecho administrativo, la segunda no aparece en ningún texto. Sin embargo, se ha planteado en al menos dos ocasiones en procedimientos judiciales, uno de los cuales derivó en la condena en 2006 del vicepresidente del consejo de departamento del Loira y presidente de una oficina pública de vivienda social, Georges Berna (UMP), a una pena de dos años de prisión con suspensión de la pena y una multa de 10.000 euros por el tribunal de apelación de Lyon.

Se aprovechó de la precaria situación de dos jóvenes para obtener relaciones sexuales a cambio de la asignación de una vivienda, según una sentencia confirmada por el Tribunal de Casación en 2007.

Las feministas que han protestado contra el nombramiento de Gérald Darmanin creen que, más allá de la acusación de violación, existe un problema moral de relaciones con las mujeres y de abuso de poder para el hombre que se encarga, entre otras cosas, de combatir la violencia sexista y sexual.

En las redes sociales, por último, y en un registro más ordinario, han florecido los comentarios sexistas que Darmanin hizo el año pasado sobre su camarada Amélie de Montchalin: “Están los labradores, como Montchalin: les das una bofetada y vuelven a ponerse de pie”, dijo, según Le Parisien.

Presunción de inocencia, presunción de mentira

Para el Gobierno, no promover a Gérald Darmanin equivaldría a atacar el principio fundamental de la presunción de inocencia. Este es el reproche que se hace en un foro de un centenar de diputados del LREM, que reclaman la defensa del “Estado de derecho” amenazado por las manifestaciones feministas.

De hecho, algunas pancartas vistas en las manifestaciones desprecian alegremente la presunción de inocencia de Darmanin, a quien se califica, sin más, de “violador”.

Esta actitud parece ser un reflejo del apoyo incondicional del gobierno al ministro Darmanin desde que se reveló la primera denuncia en su contra hace más de dos años.

Tres días después de la apertura de una investigación preliminar por violación, en enero de 2018, incluso recibió una ovación por parte de los diputados del LREM puestos en pie.

Esta escena se había producido cuando todavía no se había tomado ninguna medida y la mayoría de los diputados no tenían ninguna prueba en sus manos para forjarse una convicción.

Esta total falta de moderación espercibida, entre las activistas feministas, como una ilustración de la “cultura de la violación”, que organiza la tolerancia social de la violencia sexista y sexual.

Emmanuel Macron (con su “conversación de hombre a hombre”), el primer Ministro Jean Castex (“A la vista de lo que sabemos, creo que habría sido profundamente injusto condenar a Gérald Darmanin de antemano”), o la nueva ministra de Ciudadanía Marlène Schiappa (“Nunca habría aceptado trabajar con un hombre condenado por violación”) han insinuado que están convencidos de la inocencia de Darmanin. De nuevo, sin esperar a que concluyan los procedimientos judiciales.

Interrogada sobre este punto, la cofundadora de #NousToutes, y la activista feminista Caroline De Haas respondió que la “reestructuración de la vergüenza” no es un debate jurídico, sino una “elección política”.

“Estamos hablando de política y todo el mundo está respondiendo con argumentos jurídicos”, apunta la activista feminista durante la manifestación del viernes en París. “En lo que respecta a la violencia de género y sexual, cuando se le acusa de violación, no se considera un problema político suficiente para ser nombrado ministro. Legalmente, puede ser un ministro. Pero al nombrar a Gérald Darmanin como máximo responsable de Interior, Emmanuel Macron está haciendo una elección política muy clara”.

“¿Podemos imaginar por un momento que un hombre implicado en un crimen sea nombrado ministro? El único delito por el que aceptamos esto es la violación, como si la violación no importara”, dijo también De Haas.

Un debate político y ético

El presidente y su mayoría no han dejado de repetir que un ministro no puede ser destituido sobre la única base de una acusación, por grave que sea, a riesgo de hundirse en una “democracia de opinión”, lo que daría paso “a la emoción constante” (Macron dixit). Esto es cierto.

Pero el presidente de la República, cuando elige un primer ministro y luego un Gobierno, no sustituye a la institución judicial: toma decisiones políticas.

Esto es tanto más cierto por cuanto se han elegido diferentes tratamientos en los casos emblemáticos de los últimos años, y no funciona ninguna norma preestablecida (ni la de esperar una acusación, ni una condena, ni la de conformarse con una acusación para destituir a un ministro).

El calendario político sigue siendo independiente del calendario judicial. Las decisiones deben tomarse caso por caso. En primer lugar, evaluando la gravedad de los delitos o crímenes denunciados. Así, a tenor del impacto de las revelaciones: ¿el demandado sigue siendo creíble y audible en otros asuntos?

La pregunta que Emmanuel Macron se ha estado haciendo los últimos dos años no es si Gérald Darmanin podría algún día ser condenado por violación. Sino si, en el contexto actual, los ciudadanos están dispuestos a aceptar que uno de sus ministros usó su posición, y su fantástico poder de influencia, para meter más fácilmente a una mujer en la cama.

Las ambigüedades de Macron frente a #MeToo

Un último elemento para comprender la ira de las feministas: el nombramiento de Gérald Darmanin para Interior es en sí mismo extremadamente simbólico, también forma parte de un contexto más amplio del movimiento feminista que está siendo cuestionado por las autoridades.

También ha ido acompañado de la elección, muy controvertida, del abogado Éric Dupond-Moretti en Justicia; sin embargo, en los últimos años ha multiplicado las críticas al movimiento #MeToo y a las asociaciones feministas. O el de Elisabeth Moreno en un ministerio delegado (entre otros) a los derechos de la mujer (ha atenuado en varias ocasiones las acusaciones de sexismo ordinario.

Aunque afirma haber hecho de la igualdad de género la “gran causa” del quinquenio, Emmanuel Macron se ha distanciado en varias ocasiones del movimiento de liberación de la palabra que ha estado sacudiendo el planeta desde el otoño de 2017.

“Si, desde el momento en que alguien es acusado de no tener responsabilidad política, nuestra democracia cambia su naturaleza. Se convierte en una democracia de opinión”, explicó el presidente de la República el martes 14 de julio. “Yo, lo saben ustedes, para Francia, quiero lo mejor de nuestro país. No quiero lo peor de las sociedades anglosajonas”.

En noviembre de 2017, el presidente de la República ya había advertido del riesgo de “un diario de la delación” en el que “toda relación hombre-mujer es sospechosa de dominación, como prohibido”.

A pesar de sus promesas de renovar las prácticas políticas, no ha trabajado para hacer de su partido, La República en Marcha, un movimiento a la vanguardia de la lucha contra la violencia sexista y sexual. Varios parlamentarios se han visto implicados en los últimos años, uno de ellos incluso ha sido condenado por el tribunal industrial: ninguno ha sido expulsado de LREM.

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Traducción: Mariola Moreno

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