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La izquierda francesa prepara su estrategia de cara a las europeas

El líder del movimiento Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon, en una imagen de archivo.

¿Quién representará a la izquierda francesa los próximos cuatro años? ¿La Francia Insumisa (FI) de Jean-Luc Mélenchon o una coalición roja-rosa-verde liderada por Benoît Hamon? Para conocer la respuesta y ver algo más claro en su liderazgo y en su recomposición después del bing bang de las presidenciales, habrá que esperar a mayo de 2019, fecha en que se celebran las elecciones europeas.

A día de hoy ya preparan con sumo cuidado una fecha tan señalada. Aparentemente, las formaciones de izquierdas –incluido el Partido Socialista– son unánimes a la hora de oponerse a la Europa que defiende Emmanuel Macron. Aunque los matices son numerosos, todas apuestan por una Europa menos liberal y por el fin de la austeridad. Pero ni hablar de reunirse en una única orquesta. La primera convocatoria electoral posterior a las presidenciales galas tiene como particularidad que se celebra a una vuelta proporcional –basta con lograr un resultado superior al 5% para lograr un escaño–, de ahí que cada movimiento esté dispuesto a tocar su propia partitura.

Para las formaciones “tradicionales” a la izquierda del panorama político galo (el Partido Socialista, el Partido Comunista Francés y los ecologistas EELV), el desafío es sencillo: saber si siguen existiendo. Para los nuevos, Francia Insumisa (FI) y Génération.s, se trata de medir sus fuerzas, pero también de imprimir su marca para el futuro.

Francia Insumisa, que considera que puede obtener un muy buen resultado, pretende posicionarse como el único movimiento de oposición creíble, en Francia y en Europa. De ahí su intención de crear un “nuevo polo político” transnacional capaz de crear un equilibrio de poder con los liberales y con los populistas de la ultraderecha.

La joven formación que dirige Benoît Hamon, en su primer cara a cara con las urnas, entiende estas elecciones como una rampa de lanzamiento en el plano nacional. Además, el desafío financiero es importante: cada eurodiputado obtenido supone algo de dinero para las arcas.

Mientras, a un año de las elecciones, las formaciones de izquierdas se observan y se juzgan para saber qué dinámica política pueden poner en marcha. Francia Insumisa vacila sobre su plan B, Génération·s trata de atraer al PCF y a los ecologistas del EELV. En cuanto al PS, como es habitual, se ha liado en sus propias contradicciones.

Francia Insumisa ¿plan A o plan B?

Durante la campaña de las presidenciales,  Jean-Luc Mélenchon no escatimó esfuerzos para convencer de que, para salir de los tratados europeos considerados antidemocráticos, hacía falta un plan B. Para que se acepte el plan A (la salida de los tratados), hará falta, decía entonces, iniciar el pulso y blandir la amenaza de una salida concertada de la UE (el famoso plan B).  En aquel momento, Benoît Hamon rechazó enérgicamente la hipótesis de un Frexit y justificó con ello que mantuviese su candidatura, rival, de cara a las presidenciales.

A medida que se acercan las europeas, más parece esfumarse la hipótesis del plan B de los insumisos. El 12 de abril, Francia Insumisa, Podemos y el Bloco de Esquerda portugués firmaban un acuerdo, presentado como “histórico”, con el que sellar su alianza transnacional en contra de la Europa de la “austeridad”. Un texto donde no se menciona la salida de la UE.

Podemos, como organización política, nunca ha acudido a ninguna de las cinco cumbres del plan B convocadas en los últimos años. El movimiento que lidera Pablo Iglesias, que apuesta por un acuerdo con los tres eurófilos comunistas y ecologistas de cara a las municipales españolas –que coincidirán con las europeas– no quiere jugar la carta de un regreso a las fronteras.

Por su parte, Francia Insumisa asegura que si bien la cuestión del Plan B no estará presente en la campaña europea, la dialéctica plan A/plan B sí se abordará en lo en la la campaña francesa. “Ya que sólo Francia puede decidir, por referéndum, la salida de la Unión, la cuestión del plan B es un asunto más propio del ámbito nacional que europeo”, justifica Manuel Bompard, portavoz de FI y posible cabeza de lista. Sea como fuere, lo que cuenta es el plan A”.

En la oposición, esta demora estratégica está dando que hablar. “¿Cómo es posible contradecirse así? No se puede decir a un lado de la frontera que se va a salir de Europa y, del otro, asegurar que no se hará”, apunta la eurodiputada de Génération·s Guillaume Balas, que denuncia una “táctica electoralista destinada a atraer a los soberanistas”.

Un miembro de la ejecutiva de los insumisos confía su malestar: “Cierto, el plan B es un marcador fácilmente localizable para los electores franceses, pero no es buena idea buscar a cualquier precio un electorado rompedor, tentado por el nacionalista, que no sabemos siquiera si acudirá a votar”. Sobre todo ante la hipótesis, probable, de que la derecha de Laurent Wauquiez y la ultraderecha de Florian Philippot copen ya el nicho soberanista situado a la derecha.

Una crítica que Manuel Bompard descarta: “No existe contradicción entre lo que se dice en Francia y lo que se dice en Europa, no se van a condicionar las alianzas con los demás partidos europeos a un acuerdo en el plan B”. Entonces, ¿por qué no aliarse con Génération·s ? “Porque hay muchos otros puntos de desencuentro. Génération·s cree que se puede cambiar Europa desde los tratados actuales. No estamos de acuerdo tampoco con la idea de una Europa de Defensa defendida por Hamon, que nos dejaría en manos de la OTAN”.

Génération·s: nada que perder, todo por ganar

Ahí radica la ventaja de los recién llegados a la política: cuando se parte de cero, sólo se puede avanzar. Para el movimiento de Benoît Hamon, estas elecciones europeas deben dar el pistoletazo de salida de su movimiento. Convencido de que el 6,36% obtenido en las presidenciales no refleja el peso político real de sus ideas, el exsocialista quiere creer que la hora de Mélenchon ha pasado. Y que llegará fortalecido a esta campaña, donde espera alcanzar un resultado de dos cifras.

Para ello, tiene una estrategia: reunir en torno a su formación al Partido Comunista –aunque se encuentra debilitado–, así como a todo o parte de los ecologistas del EELV que le respaldaron en las presidenciales. Damien Carême, alcalde de Grande-Synthe (Norte), o el portavoz del EELV Julien Bayou se han mostrado interesados. Pero algunos miembros de su partido rechazan volver a concurrir en coalición. En cambio, en el PCF, la dirección de Colonel-Fabien no oculta su interés por una alianza con Benoît Hamon.

El exdiputado de Trappes ¿será cabeza de lista? De momento, no se ha decidido nada al respecto. La lista incluirá, como Francia Insumisa, a personalidades procedentes de la “sociedad civil”, sobre todo intelectuales y a personas salidas de la “diversidad”. Si bien es cierto que el programa todavía no está atado, poco a poco se empieza a perfilar el rumbo del movimiento. A finales de enero, Benoît Hamon, se reunía con periodistas en una cafetería de París para oficializar su acercamiento a Yanis Varufakis, exmministro fundador del Gobierno griego de Alexis Tsipras. Objetivo: lograr un grupo común en el Parlamento Europeo y presentar a un único candidato a la Presidencia de la Comisión –sin duda, el propio Varufakis–. “Sí, Europa puede ser nueva con los mismos tratados”, decía entonces Benoît Hamon, sin descartar “cambiar los tratados” al cambio de unos años.

Si bien, sobre el papel, la “estrella” griega es una ventaja de peso, no se trata de un camino de rosas. En primer lugar por la inestabilidad política del griego al que respaldaba, no hace tanto, la estrategia del plan B –lo que le recordará sin duda Francia Insumisa–. En segundo lugar, la imagen de hombre político de “fuera del territorio”: aunque acaba de lanzar su partido, denominado MeRa25, en Grecia, no tiene diputados ni en el Parlamento griego ni en el Parlamento Europeo. “Para existir en el Parlamento Europeo, hacen falta aliados ya arraigados políticamente”, dice Manuel Bompard. “Algo de lo que Génération·s carece terriblemente”, añade.

EELV: la tentación de la autonomía

Las europeas son históricamente las elecciones más favorables para los ecologistas. Todo el mundo recuerda la hazaña de 2009, cuando Los Verdes –refundados como Europa Ecología– adelantaban al PS y lograban el 16,2%. En 2014, el partido entonces dirigido por Pascal Durand sumaba casi el 9% de los sufragios, o lo que es lo mismo, más votos que el Frente de Izquierdas. Si las elecciones europeas le resultan tan favorables a los ecologistas, ¿por qué entonces aliarse con Benoît Hamon?

En cualquier caso, ésa es la postura de Yannick Jadot, que pretende convencer al EELV de que una lista encabezada por Michèle Rivasi y él mismo daría un poco de color a un movimiento que atraviesa importantes dificultades. “Las europeas son unas elecciones emblemáticas  para nosotros”, dice el eurodiputado que logró el 11% en 2014. En el Parlamento Europeo lideramos todavía un cierto número de batallas, como la prohibición de la pesca eléctrica o el cuestionamiento de los acuerdos comerciales”.

El exaliado de Benoît Hamon en las presidenciales estima que el EELV es el único que puede encarnar el movimiento de la ecología política: “¿Ven a los militantes de Génération·s y los Insumisos en Notre-Dame-des-Landes?”. Para otros ecologistas, el contexto ha cambiado. El verde se ha fundido con la izquierda rosa y roja. En cuanto al dream team de 2009 (Dany Cohn-Bendit, José Bové y Eva Joly), se disolvió hace mucho tiempo, dejando un partido exsangüe, sin ideas ni representantes mediáticos.

¿Hay que aceptar ya la muerte del partido y la fusión en Génération·s? Algunos así lo creen y tratan de encontrar “la historia” que podría acompañar a un escenario semejante. “Se intentó una coalición de izquierdas con Jospin, pero se impuso la decepción porque permanecimos en el tropismo socialista. Ahora hay que ver lo que Hamon nos propone”, dice Sandra Regol, portavoz de EELV. Una verdadera decisión estratégica a largo plazo.

El PCF gana tiempo

El partido de Pierre Laurent ha dejado pasar su turno en dos ocasiones en las últimas presidenciales. ¿Es hora de coger el toro por los cuernos de las europeas? Mientras, el PCF como suele pasar, ha decidido ganar tiempo: en su último consejo nacional, votó a favor de la formación de una plataforma para tratar de unir a la izquierda y del lanzamiento de iniciativas para “iniciar un gran debate público nacional sobre los desafíos europeos”. En el centro del debate se situará la lucha contra el dumping social, la reflexión sobre el salario mínimo europeo, armonización fiscal o reorientación del Banco Central Europeo.

“Emmanuel Macron quiere caricaturizar el movimiento entre partidarios y detractores y constituir una lista de unidad de todos los liberales”, dice Pierre Laurent, que quiere oponer “la unión de las fuerzas de izquierdas para evitar encontrarse con cinco o seis listas rivales”. Si bien oficialmente el partido dice encontrarse a una distancia equidistante de Jean-Luc Mélenchon y de Benoît Hamon, parece leerse entre líneas que la hipótesis Varufakis los seduce más. “Si se crea un frente, se alcanzará el 20%”, opina Anne Sabourin, responsable de asuntos europeos en el PCF y posible cabeza de lista de una candidatura de renovación.

Mientras el congreso del mes de noviembre se anuncia bastante agitado para la dirección actual, el partido ha prometido valorar seriamente la hipótesis de una candidatura autónoma. Para no disgustar demasiado a los “identitarios” cansados de no concurrir con mayor frecuencia a un sufragio universal.

En el PS, todavía nada nuevo bajo el sol

Pese al discurso ofensivo de su nuevo secretario general Olivier Faure el pasado 8 de abril, en el que instaba a una “alternativa europea”, el PS es, como siempre, ambiguo en su línea de participación y titubeante en lo que respecta a su estrategia. Baste como nueva ilustración de estas tergiversaciones, la participación o no de los socialistas en el comité de vigilancia de la consulta que La República en Marcha ha lanzado sobre el asunto.

Boris Vallaud, responsable de asuntos europeos, por más que asegura que hay un espacio entre la línea de Génération·s y la de Emmanuel Macron, no es fácil percibirla. Además, no quiere adelantar nada más antes de consultarle a la militancia, a comienzos de mayo, sobre las europeas.

Las tensiones cristalizan en torno a la figura de Pierre Moscovici, que se intuye como cabeza de lista socialista. En su discurso en el último congreso del PS, propio de un futuro candido, el comisario europeo prometió “revisar el software de las políticas económicas y regresar a un mundo político en que la reforma social fuese sinónimo de progreso y de una verdadera Europa social”, la hipótesis Mosco molesta mucho a la militancia. En el ala izquierda, la senadora Marie-Noëlle Lienemann quiere una candidatura unida de toda la izquierda para “causar un electroshock” y espera superar la barrera del 5%: “Estamos todos de acuerdo en las cuestiones medioambientales, el dumping social o el dumping fiscal. Si la izquierda francesa concurriese con una candidatura única, como plataforma, podríamos llegar al 35% y ganar las elecciones porque eso es lo que espera el pueblo de izquierdas”. Le queda un año para dirigir el combate de la unión para la Unión.

'El insumiso', un retrato sereno de Mélenchon

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Traducción: Mariola Moreno

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