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La nueva búsqueda de financiación del Frente Nacional conduce a Suiza y a Líbano

Marine Le Pen durante su primera sesión parlamentaria tras la segunda vuelta de las elecciones presidenciales francesas.

El encuentro tuvo lugar, con gran secretismo, en una cafetería de la avenida Franklin-Roosevelt, en el distrito VIII de París. En la mesa, esa tarde, estaban el tesorero del Frente Nacional (FN), Wallerand de Saint-Just, el guardaespaldas de Marine Le Pen, Thierry Légier, y dos hombres de negocios. Fue el 1 de marzo de 2017. En plena campaña de las presidenciales, la presidenta del FN multiplicaba las visitas al extranjero. Acababa de regresar de una primera visita oficial a Líbano, donde cuenta con importantes contactos.

Este viaje –y los anteriores a éste– no sólo tiene una dimensión diplomática porque, cuando faltaban menos de dos meses para la primera vuelta de los comicios, la candidata del FN sigue buscando financiación para las presidenciales, pero también para las legislativas posteriores, dado que su partido no había conseguido ningún préstamo de bancos franceses, salvo los seis millones obtenidos de Cotelec, el micropartido de su padre.

El promotor del encuentro es un ciudadano franco-libanés, que se entrevistó a principios de marzo con dos de los colaboradores más próximos de Marine Le Pen. El hombre de negocios, que dirige una empresa de seguridad personal, conoce bien al guardaespaldas de la presidenta del FN, Thierry Légier. A finales de febrero, le informaba de la voluntad de su socio, Laurent Mathiot, de “patrocinar” a la candidata del FN, a quien quiere ver en el Elíseo. Mathiot, francés residente en Bélgica desde hace años, se ha especializado en el comercio de oro y de diamantes.

Ese día, Laurent Mathiot llega con una propuesta tentadora: un préstamo de cinco millones. También dice estar dispuesto a financiar por un importe bastante mayor la campaña de Marine Le Pen. A cambio, Wallerand de Saint-Just le ofrece un tipo de interés ventajoso del 6% y la posibilidad de percibir inmediatamente nueve meses de interés. También aporta garantías –fianza, promesa de hipoteca– y como avalista se presenta un fiel al FN que cuenta con gran patrimonio inmobiliario. El acuerdo también prevé una comisión del 4% del montante del préstamo, para el intermediario franco-libanés.

Dos días después del encuentro, el tesorero del FN remite a Laurent Mathiot el borrador del acuerdo de préstamo, acompañado de un afectuoso: “Gracias de nuevo. A vuestra disposición”. En este documento, se habla explícitamente de un préstamo concedido a Marine Le Pen para “financiar la campaña electoral para las presidenciales de la República Francesa, en 2017”.

“Sólo queda incluir la cláusula del compromiso de afectación hipotecaria en el acuerdo de préstamo”, le responde el hombre de negocios a Wallerand de Saint-Just. “Por mi parte, voy a hacer lo necesario la semana que viene como estaba previsto. Mantenednos informados de la fecha de firma del préstamo”.

Lo “necesario” es el montaje que permite transferir los fondos antes de que se convierta en candidata. Para prestarle dinero a Marine Le Pen, Laurent Mathiot quiere repatriar varios millones depositados en una cuenta del UBS de Ginebra. Para hacerlo, pretende utilizar una estructura constituida seis meses antes con su amigo franco-libanés y cuyo objeto inicial es la explotación de restaurantes y de discotecas. El nombre es Phenix Invest. A mediados de marzo, el tándem crea una filial de Phenix Invest en Líbano que debe permitir circular el dinero con total discreción. Líbano es un paraíso fiscal que goza de uno de los secretos bancarios más impenetrables del mundo. Este principio figura reconocido en la ley libanesa desde 1956.

'Operacion Commando'

Los dos hombres se ponen en contacto con Crédit Libanais con el find e abrir una nueva cuenta a nombre de Phenix Invest. “Estamos bastante interesado [sic] en acabar con este asunto lo antes posible”, escriben el 7 de marzo a su banco en Beirut. Tres días después, Laurent Mathiot realiza dos transferencias de su cuenta suiza a sus cuentas en el Crédit Libanais. Uno por importe de cinco millones de dólares, el otro asciende a cinco millones de euros. “¡He conseguido tras ‘arduos esfuerzos’, durante dos días en Ginebra, acabar con las transferencias al CL [Crédit Libanais]!”, se felicita en un e-mail de ese día a su socio. “Después [el banquero] tendrá que abrir una cuenta para PHENIX en el CL y realizar el traspaso de 5 millones de euros a beneficio de nuestra amiga, según el contrato de préstamo que hemos de firmar...”, añade. La “amiga” no es otra que Marine Le Pen, en sus conversaciones en clave. Wallerand de Saint-Just aparece con el apodo de Moustache [Bigote].

“Es una etapa decisiva... [...] La operación Commando avanza bien pero no ha concluido”, señala Mathiot al final del correo. El mismo día, escribe a su banquero de Líbano para informarle de que ha procedido a hacer dos transferencias desde Suiza. “Espero confirmación lo antes posible de la recepción correcta de los fondos. Hablaremos después del uso futuro de esos fondos”, añade. Al día siguiente, su banquero le informa de que “los dos ingresos han llegado bien” y de que “estarán disponibles en la cuenta el 13 de marzo”.

El mes de marzo se produjeron nuevos encuentros entre Wallerand de Saint-Just y Laurent Mathiot. Sin embargo, el 17 de marzo, el tesorero del FN, que no tiene noticias, se impacienta: “Hola, quería saber en qué punto estamos”. “Estamos haciendo lo posible por acelerar las cosas, casi está todo, sólo falta un papel en el banco”, le dice el tándem. “Esperamos que la próxima semana podamos firmar el acuerdo”. ¿Los fondos llegaron a la cuenta de la candidata? Preguntados al respecto, ni Marine Le Pen, ni el tesorero del FN han respondido a nuestras preguntas. Ya no sabremos más sobre el origen de los fondos y en qué quedaron las negociaciones.

Al habla con Laurent Mathiot, se muestra molesto antes de cortar la comunicación: “No entiendo a qué se refiere. No puedo decir más. No tengo nada que decir al respecto, ¿está claro?”. Contactado Thierry Légier, evita responder: “No puedo decir nada. ¿Cómo ha obtenido esa información? [...] No tengo nada que decir al respecto. [...] Lo que puedo decir es que no he recibido ni un céntimo [...] No he aportado nada, soy un simple guardaespaldas”. Si bien en un primer momento niega conocer al intermediario franco-libanés (“No, no me suena”), después alude a que es un “conocido” “en el deporte, boxeo”. “En el mundo deportivo se conoce a mucha gente [...] soy alguien abierto de mente”, añade antes de colgar.

En el momento de esas negociaciones, conseguir un préstamo de una empresa extranjera para una campaña electoral no es ilegal, si el préstamo se reembolsa (desde la ley de moralización de la vida pública, aprobada este verano quedan prohibidos los préstamos de personas morales que no sean bancos europeos o partidos políticos). Pero lo que sorprende en esta operación de supuesta financiación del FN, más allá del montaje complejo puesto en marcha para que circule el dinero, es el perfil cuando menos extraño del generoso prestamista.

Este hombre, atrevido, de cráneo afeitado, analista financiero de formación, está a al frente de una miríada de sociedades en Francia y en Bélgica, principalmente en el sector del comercio de oro y de piedras preciosas. Después de la muerte de su padre, en 2015, heredó una fortuna, sus empresas y sus bienes inmobiliarios. Varias de sus compañías fueron disueltas o liquidadas por vía judicial, como Auraria, que cerró en 2013, y AdAmiA, disuelta en noviembre de 2016, ambas en el ámbito del comercio de diamantes y minerales.

Y eso no es todo. En el mismo momento en que se desarrollan las negociaciones con el partido de ultraderecha, Laurent Mathiot fue condenado por el tribunal correccional de París por violencia y posesión de armas, así como por desacato a la autoridad. El altercado se produjo el 20 de diciembre pasado, en un restaurante del distrito XVII. Esa noche, el hombre de negocios amenazó a la clientes de la mesa situada junto a la suya con un cuchillo, antes de insultar a los agentes que acudieron al lugar de los hechos. “¡Conozco al ministro del Interior!”, advirtió. Los agentes le detuvieron antes de presentar denuncia.

No es la primera vez que Marine Le Pen recurre a organizaciones extranjeras para financiar sus campañas. En 2014, Mediapart reveló que recibió dos préstamos rusos, por importe de 11 millones de euros, de Cotelec, la asociación de financiación de Jean-Marie Le Pen. En junio de 2016, el Frente Nacional firmó una tercera petición de préstamo con un banco ruso, de tres millones de euros, para “financiar la campaña electoral francesa” el año siguiente. El partido frentista había asegurado que este proyecto “no tiene [tenía] continuidad ninguna. Pero durante la campaña, una serie de encuentros planteaban nuevos interrogantes: el encuentro secreto del tesorero del FN con un hombre de negocios letón dudoso, emisario de un asesor de Vladimir Putin; y la visita de Marine Le Pen al Kremlin, recibida por el presidente ruso.

La dirigente del FN siempre se ha defendido con un argumento: los bancos franceses no quieren concederle préstamos a su partido, por lo que ha debido buscar el dinero en otro lado, pero en 2015, durante un viaje a Egipto, en calidad de presidenta del FN, volvió a surgir la duda. Esta vez, el desplazamiento de Marine Le Pen pudo ser sufragado, con total discreción, por una agencia de comunicación de los Emiratos Árabes Unidos, que durante un tiempo ofreció su ayuda a la candidata. Como ya es habitual, el partido guarda silencio al respecto.

  Marine Le Pen y el tesorero del FN, Wallerand de Saint-Just, preguntados en numerosas ocasiones, no han respondido a las preguntas concretas que les remitimos. Nuestros e-mails a Laurent Mathiot también han quedado sin respuesta.

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Traducción: Mariola Moreno

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