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Los testigos del juicio contra Teodorín Obiang denuncian la violencia empleada por el clan

Teodoro Nguema Obiang, 'Teodorín', hijo del gobernador de Guinea Ecuatorial.

El proceso judicial que se sigue contra Teodoro Obiang, acusado de blanquear colosales sumas en París, resulta peculiar. Diez años después de que se presentaran las primeras denuncias, el pasado 19 de junio daba comienzo el primer juicio celebrado en Francia por un caso de bienes conseguidos por métodos delictivos. Pero el proceso se celebra en ausencia del único detenido, el actual vicepresidente de Guinea Ecuatorial e hijo del dictador en el cargo desde 1979. Esta circunstancia no ha impedido que sus abogados hagan todo lo posible, dese que se inició el juicio, por conseguir la anulación de la orden de envío ante el tribunal. O, por lo menos, el enésimo aplazamiento del juicio.

Pese a todo, el proceso judicial se ha celebrado, mal que bien, en presencia del embajador y de la guardia especial del clan Obiang, así como de la de los numerosos opositores ecuatoguineanos y de varios periodistas africanos. Inicialmente, el Tribunal Correccional de París se limitó a leer los cargos y, el pasado día 26 de junio, varios testigos desfilaron ante el tribunal, que describieron con toda crudeza las prácticas de los dirigentes de este pequeño Estado.

El hombre de negocios italiano Roberto Berardi, visiblemente nervioso, trabajaba en la construcción en Camerún cuando fue contactado por dignatarios de Malabo. Acabó por constituir una empresa en Guinea Ecuatorial en 2008. “Teodorín Obiang era el accionista principal con el 60% de las acciones y yo tenía el 40%”, cuenta en francés. El idilio entre el entonces ministro (Teodorin no se convertiría en vicepresidente hasta 2012) y el empresario no duró. “Sólo se preocupaba por los dividendos. A través de la sociedad ¡compró una colección de objetos de arte que había pertenecido a Michael Jackson! Creó cuentas corrientes paralelas con su firma”.

Cuando un tribunal californiano empezó a investigar tan curiosa operación, Berardi debió rendir cuentas... pese a ignorarlo todo al respecto. Según su relato, la Justicia de Guinea Ecuatorial abrió entonces un falso proceso judicial para impedirle que fuese a declarar a California. “Me negué a firmar los papeles que me presentaron y me metieron en la cárcel. Allí no hay leyes ni justicia. Está la familia Obiang y nada más”, dice el hombre de negocios. “Me acusaron de malversar fondos, registraron mi casa y me sometieron a un juicio sin testigos con un abogado de oficio que estuvo sentado en la silla sin abrir la boca; sufrí malos tratos, pasé 21 días en aislamiento. La prisión es muy dura. Cuando salí pesaba 45 kilos”. Según Roberto Berardi, “Guinea Ecuatorial es una cleptocracia. El dinero entra y sale del país con la complicidad de los bancos. Mandan el padre, la madre y el hijo. Nadie más”.

Tutu Alicante es ecuatoguineano en el exilio y oriundo de la pequeña isla donde el régimen cometió masacres en 1993. Cuenta en inglés que varios miembros de su familia han sido asesinados. “Me marché a Estados Unidos para conseguir las herramientas para combatir esta injusticia. Me convertí en abogado, al servicio de los derechos humanos. He fundado una ONG, EG Justice y asisto a mis compatriotas. Algunos fueron torturados, perdieron miembros de su familia o bienes y saben que son víctimas. Pero otros no son conscientes de que son víctimas de la corrupción; Guinea Ecuatorial es uno de los países más represivos desde el punto de vista de los derechos humanos y uno de los más corruptos del mundo”, dice tranquilamente.

Con el fin de que el tribunal pudiese hacerse una idea del coste de la corrupción en la dictadura, Tutu Alicante cuenta: “Mi hermana de 18 años entró viva en el hospital por complicaciones relacionadas con el embarazo. Murió allí dentro porque no había médico. Mucha gente en Guinea Ecuatorial comparte este tipo de experiencias. Porque no hay médico, no hay electricidad, no hay medicamentos. Vivo en Estados Unidos desde hace 23 años y soy consciente del privilegio que supone criar a mis hijos, si lo compara con los 20 sobrinos y sobrinas que viven en Guinea Ecuatorial. Otros deberían ponerse en mi lugar para hablar hoy, pero si hablan habrá personas que sean torturadas y asesinadas en prisión”.

Este abogado describe un país en el que “la economía, la política, el sector militar, todo está controlado por una única familia. Es un secuestro”. Si bien el petróleo rey ha hecho de este pequeño país de África un Estado rico, la población sigue siendo pobre y “la corrupción ha ido a más”, dice Tutu Alicante. Ha seguido el proceso abierto en Estados Unidos contra Teodorín Obiang, donde se había comprado un villa de lujo, un jet privado, obras de arte y coches deportivos. “En un primer momento, los bienes incautados tenían un importe de 70 millones de dólares, pero Teodorin no ha respetado el acuerdo alcanzado, sacó el jet y los coches de Estados Unidos antes del final del juicio”, cuenta. El caso se ha saldado con una transacción que le ha supuesto 30 millones de dólares al hijo de Obiang. Solemne, el abogado añade: “Para mí, el hecho de estar aquí hoy representa una respuesta al homicidio de mi germano y de mi hermana en el incendio de nuestra casa. También es la oportunidad de devolver a los pobres los millones que les han robados.

A continuación, llegaba el momento de subir al estrado de Delvin Mocache. Director de un diario digital independiente, instalado en España, que investiga a Guinea Ecuatorial, denuncia al clan Obiang, y recibe regularmente, a cambio, denuncias por difamar al régimen. “Es imposible manifestarse en nuestro país. Hay gente que se ha quedado sin trabajo por colaborar con nosotros. El Gobierno quiere conocer nuestras fuentes”. El periodista asegura que se ha arriesgado viajando a País. “Me aconsejaron que me escondiese después del juicio”. Inagotable sobre la corrupción generalizada de los dignatarios del régimen, Delfin Mocache sonríe al anunciar que Teodorin Obiang va a ser nombrado dirigente del partido en el poder, en unos días. “Quería ser el presidente de Guinea Ecuatorial pero sólo lo han nombrado vicepresidente del país, pero se han equivocado, el cargo no confiere ninguna inmunidad y eso hace reír a toso el mundo”, añadió.

El siguiente en declarar ante el juez fue un empresario español, que ensombrece un poco el panorama. Después de haber trabajado en Guinea Ecuatorial, en la exportación de madera y en la reparación de autovías, acabó por denunciar los sobornos y el pago del impuesto revolucionario requerido. Tuvo que salir del país tras recibir amenazas de muerte. “Trataron de matarme en Madrid. El Gobierno de Guinea Ecuatorial contrató a sicarios, pero se equivocaron. Apuñalaron a mi hermano cuando bajaba del coche. Recibió varias puñaladas en el pulmón y en el abdomen y sufre graves secuelas”.

La defensa de Teodorin Obiang se ha dedicado a echar por tierra la credibilidad de todos estos testigos, presentados como opositores políticos, oportunistas, especuladores o mentirosos. También ha tratado de poner en duda la sinceridad de William Bourdon, abogado de Transparency Internacional Francia, como ya intentó hacer en 2012 con Daniel Lebêgue, entonces presidente de esta ONG.

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Traducción: Mariola Moreno

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