Trump solo tiene una estrategia ante Zelensky: formar equipo con Putin para que Ucrania se rinda

Donald Trump llega para dirigirse a una sesión conjunta del Congreso de Estados Unidos en el Capitolio.

Justine Brabant (Mediapart)

Los ucranianos aún no habían terminado de digerir los insultos del presidente de Estados Unidos contra su presidente cuando tuvieron que soportar otra noticia, sin duda aún más grave. “Incluso en un país acostumbrado a las malas noticias, los titulares con que se encontró Ucrania al despertar [...] fueron un shock”, informaba el martes 4 de marzo por la mañana uno de los periódicos del país, el Kyiv Independent.

La administración Trump decidió, en efecto, el lunes 3 de marzo, suspender su ayuda militar a Ucrania. Desde la agresión rusa de febrero de 2022, Estados Unidos era el mayor proveedor de ayuda a Kiev; ese equipamiento militar le ayuda, entre otras cosas, a proteger sus grandes ciudades y sus infraestructuras energéticas.

El Parlamento ucraniano, la Verkhovna Rada (Consejo Supremo), fue convocado de urgencia el martes para evaluar las consecuencias de esta congelación. Volodímir Zelensky celebró una reunión con altos cargos civiles y militares para abordar, en una recatada formulación, “cuestiones específicas relativas a la resiliencia nacional”.

“Fue una especie de Pearl Harbor, un Pearl Harbor político para nosotros [...]. Es horrible. Es la peor de los traiciones”, reaccionó, con palabras menos comedidas, el presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores del Parlamento de Ucrania, Oleksandr Merezhko.

Es doloroso ver esto. Podemos decir adiós a todo lo que sabíamos sobre la política exterior de Estados Unidos”, estimó también el martes un buen conocedor de las relaciones ucrano-americanas, el profesor de relaciones internacionales Volodímir Dubovyk (Universidad de Odessa, Ucrania).

Fuera de Ucrania, también hubo consenso sobre el alcance y la gravedad de esta decisión. La vice-primera ministra británica, Angela Rayner, consideró que se trataba de un “momento muy serio”. “La situación es muy grave”, añadió el portavoz del ministerio de Asuntos Exteriores, Pawel Wronski.

3.850 millones de dólares en ayuda militar

La administración Trump ha dado pocos detalles sobre la aplicación concreta de esta decisión, pero parece implicar la suspensión de todas las entregas de equipo militar, incluidas las que ya estaban en camino. El primer ministro de Polonia, país por el que transita la mayor parte de estas armas, declaró el martes 4 de marzo que la información que le llegaba desde la frontera y desde el aeropuerto de Jasionka (cruce de la ayuda militar a Ucrania) “confirmaba el anuncio americano”.

¿De qué cantidades y de qué equipos se trata? La decisión de la administración Trump congela unos 3.850 millones de dólares de ayuda militar que habían sido aprobados por el Congreso bajo la presidencia de Biden, pero que aún no se habían utilizado, según ha calculado el Pentágono. Desde la invasión rusa de febrero de 2022, Estados Unidos ha proporcionado a Ucrania 114.000 millones de euros en ayuda, de los cuales 64.000 millones son ayuda militar, según estima el Instituto Kiel, un think tank alemán que lleva la cuenta detallada de esos esfuerzos financieros.

El equipamiento suministrado por Estados Unidos representa el 30 % de las armas, municiones y equipamiento utilizados por el ejército ucraniano, estimó el presidente Zelensky a principios de febrero. Este material incluye sistemas de defensa antiaérea Patriot, conocidos por ser los únicos capaces de interceptar los misiles balísticos que el ejército ruso suele utilizar, así como tanques, municiones y misiles de largo alcance.

Esto supondrá ajustes, pero sobreviviremos”, dice el coronel y analista militar ucraniano Serhiy Hrabskyi a Mediapart. Aunque es consciente del coste de esta congelación: “¿Volverán los Estados Unidos? Estoy seguro, aunque llevará tiempo. Y el tiempo, en nuestro reloj actual, significa vidas”.

La ayuda militar americana ya se había bloqueado durante varios meses a principios de 2024, bajo la presión de los congresistas republicanos trumpistas. Algunos oficiales ucranianos estimaron entonces que eso pudo haber favorecido la ofensiva rusa sobre Járkov (la segunda ciudad de Ucrania). Esta paralización también tuvo como consecuencia el debilitamiento de la defensa aérea de las grandes ciudades y de las infraestructuras energéticas de Ucrania, protegidas por sistemas Patriot que ya no disponían de suficientes misiles.

Un proyecto que viene de lejos

Esta medida espectacular y potencialmente grave no ha sido tomada por un Trump aislado, por un capricho, sino por una administración que parece asumirla colectivamente y que alimenta el proyecto desde hace mucho tiempo.

En la reunión que concluyó con la congelación de la ayuda militar a Ucrania, el lunes 3 de marzo, participó junto al presidente Trump su vicepresidente J. D. Vance, su secretario de Estado, Marco Rubio, su secretario de Defensa, Pete Hegseth, la directora de Inteligencia Nacional, Tulsi Gabbard, y el enviado especial para Oriente Medio, Steve Witkoff (que también está muy involucrado en el asunto de Ucrania), según informa The Washington Post.

La idea de detener toda ayuda a Ucrania venía siendo invocada cada poco por Donald Trump y su entorno, al menos desde principios de 2024. “El dinero que gastamos en esa guerra, y que no deberíamos gastar... Nunca deberíamos haber hecho eso”, declaró el jefe de Estado en un debate televisado frente a Joe Biden en junio de 2024.

La cuestión no era tal vez saber cuándo se tomaría esa decisión, sino si efectivamente se tomaría

Su vicepresidente, J. D. Vance, siempre ha estado en esa línea. Unos días antes de la invasión rusa de Ucrania, el 24 de febrero de 2022, aseguró en un podcast: “Tengo que ser sincero con usted. Me da igual lo que le pueda pasar a Ucrania de una forma u otra”.

Los republicanos más moderados se han ido sumando poco a poco a esa idea: el presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, que había terminado aprobando en abril de 2024 un paquete de 60.000 millones de euros de ayuda a Ucrania tras meses de bloqueo, declaró en octubre de 2024 que “no quería financiar más a Ucrania”.

La cuestión no era tal vez saber cuándo se tomaría esta decisión, sino si realmente se tomaría. Al final, se produjo unos días después de una entrevista desastrosa entre Zelensky y Trump, en la que este último arremetió contra el presidente ucraniano.

¿Qué busca Washington al congelar ahora la ayuda? Oficialmente, la administración Trump repite que quiere más gratitud por parte de Kiev por la ayuda ya proporcionada. Una falsa discusión: Zelensky ha agradecido públicamente a Estados Unidos más de treinta veces su contribución a la defensa de Ucrania (CNN ha hecho la lista). Un debate que también esconde una realidad: la ayuda de Estados Unidos no es una donación desinteresada. Beneficia sobre todo a la industria de defensa americana y a su ejército, que envía sus existencias a los ucranianos y recibe a cambio equipos nuevos.

La presión del presidente americano parece apuntar más bien a dos cosas: poner a Kiev en una posición de debilidad tal que el país tenga que ceder tanto en el contrato sobre la explotación de sus minerales (un “super negocio” para Estados Unidos, según Trump, pero que no se ha firmado debido al altercado con Zelensky el 28 de febrero) como en las negociaciones sobre un posible alto el fuego.

Trump se encuentra en un impasse sobre este tema: el presidente ucraniano se niega a considerar un acuerdo sin garantías de seguridad creíbles para su país, es decir, sin la seguridad de que no corre el riesgo de ser invadido de nuevo por Rusia. El presidente estadounidense quiere que Kiev se replantee esa exigencia, aunque sea elemental, por una razón simple: por mucho que Trump se considere un negociador genial, es evidente que no tiene ninguna estrategia para negociar la paz en Ucrania que no sea la de formar equipo con Rusia para que Ucrania se rinda.

Ucrania está dispuesta a una tregua

Todas sus declaraciones y posiciones de los últimos días van en esa dirección. No a la integración de Ucrania en la OTAN, no a la cesión de todos los territorios ocupados, no a tropas americanas para garantizar un posible alto el fuego, declaraciones favorables al levantamiento de las sanciones a Moscú y ataques contra el Tribunal Penal Internacional, que algún día podría juzgar a Putin por sus crímenes de guerra. Trump no solo ha cedido a casi todas las demandas de Moscú antes incluso de que se iniciaran oficialmente las negociaciones, sino que además las acompañó de humillaciones que encajaban perfectamente con los discursos del Kremlin, al calificar a Zelensky de dictador, responsable del inicio de la guerra y ahora único obstáculo para la paz en Ucrania.

Esta política de tierra quemada ya ha surtido efecto en una Ucrania que se juega su supervivencia. Unas horas después de que se anunciara la congelación de la ayuda militar, Zelensky ha vuelto a dar garantías a su padrino americano. Se ha declarado dispuesto a “trabajar bajo el liderazgo del presidente Trump” para “lograr un paz duradera”, ha expresado su deseo de “arreglar las cosas” con él y se ha mostrado favorable a la firma del contrato sobre tierras raras. El Parlamento ucraniano había enviado ese mismo día un largo mensaje de agradecimiento a Washington.

Para seguir adelante y también sin duda para no dejar que cale la idea de que él es quien se opone a las conversaciones de paz, el presidente ucraniano se ha mostrado dispuesto a “un alto el fuego” limitado. “Los primeros pasos podrían ser la liberación de los prisioneros y una tregua aérea”, que implicaría la “prohibición de misiles, drones de largo alcance, bombardeo de infraestructuras energéticas y otras infraestructuras civiles”, así como una “tregua inmediata en el mar, si Rusia hace lo mismo”.

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La pelota está ahora en el tejado del más silencioso de los protagonistas de esta guerra: Vladimir Putin. Nada indica hasta ahora que esté particularmente dispuesto a detener los combates.

 

Traducción de Miguel López

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