La factura del gas no bajará a corto plazo pese al tope aprobado por Bruselas

Kadri Simon, comisaria de Energía, junto a Josef Síkela, ministros de Industria de República Checa.

Tras dos meses de enfrentamiento abierto en la Unión Europea, los ministros de Energía acordaron este lunes limitar el precio del gas natural en el mercado europeo, una medida que no abaratará a corto plazo la factura del gas en los hogares, pero sí evitará que pueda dispararse aún más en los próximos meses. El pacto salió adelante con mayoría cualificada con la abstención de Holanda y la negativa de Hungría, aunque Alemania finalmente cedió a las exigencias del sur de Europa. 

A partir del 15 de febrero, cuando el mecanismo entra en funcionamiento, las empresas energéticas europeas que compren gas natural a los comerciantes de materias primas estarán protegidos por un precio máximo de compra. De esta manera, las compañías trasladarán a los consumidores un precio comedido, aunque seguirá siendo muy elevado en comparación con la media de los últimos años. La medida será temporal y funcionará hasta febrero de 2023. 

"El mecanismo protegerá a los ciudadanos de los precios que vimos este verano, aunque el mercado europeo seguirá siendo atractivo y competitivo para el mercado global", dijo este lunes Jozef Síkela, ministro de Energía de República Checa, el país que preside en rotación el Consejo de la UE. 

El tope fijado por la Unión Europea será finalmente de 180 euros por megavatio hora, por lo que todavía queda margen para una subida del gas debido a que en este momento se vende a cerca de 120 euros. Aun así, el acuerdo supone un triunfo para el sur de Europa tras semanas de tira y afloja con Alemania y Holanda, quienes apoyaban limitar el precio en 275 euros, una cifra muy superior.  

"Hasta cierto punto el mecanismo ayudará a los consumidores, pero no mucho. Un precio de 180 euros seguirá haciendo daño al bolsillo de las familias europeas, aunque es mejor eso que nada", opina Carlos Torres, analista del mercado energético de la consultora Rystad Energy. 

Para que entre en funcionamiento la medida, el coste del gas en el mercado europeo deberá superar los 180 euros durante al menos tres días seguidos. Una vez puesto en marcha, funcionará durante al menos los siguientes 20 días

El texto final también incluye una horquilla dinámica de 35 euros sobre el coste del gas natural en el mercado del gas natural licuado (GNL), el que se transporta en barco. Es decir, el precio que Europa esté dispuesto a pagar por el gas en el mercado internacional siempre será 35 euros superior a lo que se pague de media en el mundo por el GNL, de forma que los vendedores vean a la Unión Europea como un cliente atractivo. Esto supone, como dejó aclaró el lunes Síkela, que los 27 países pueden terminar pagando más de los 180 euros del tope, si el mercado global supera esa cifra. 

"Este mecanismo tiene beneficios, pero también riesgos. Por eso se ha incluido importantes salvaguardas", explicaba la comisaria de Energía de la UE, Kadri Simson. Además de un premium de 35 euros, el acuerdo alcanzado cuenta con un "mecanismo de suspensión" si el tope al gas pone en peligro el abastecimiento. También si la demanda de esa materia prima en Europa crece un 15% en un mes o un 10% en dos meses.

La medida no entrará a funcionar hasta dentro de dos meses y por el momento no se sabe si el precio llegará a los 180 euros que lo activan. El tope funciona sobre todos los diferentes índices de gas europeos, y el principal, el TTF holandés, cotiza ahora en torno a 116 euros para su contrato de febrero (a dos meses vista), marzo (tres meses) y diciembre (un año), los tres contratos que están topados por la UE. 

No obstante, el mercado de futuros es dinámico y varía cada día. Si en los próximos meses se dispara el consumo debido al frío o hay problemas de abastecimiento, el precio podría subir rápidamente y entrar en funcionamiento el tope, como señala Carlos Torres. También entrarán en juego a partir de primavera las compras masivas de gas de la Unión Europea para rellenar los tanques de cara al invierno que viene. Con el tope, la Unión "estará mejor preparada para el próximo invierno y para la época de relleno de las reservas de gas, que será más compleja que la de este año", dijo Simson en rueda de prensa.

El tira y afloja entre el norte y el sur de Europa para topar el coste de la energía ha sido probablemente la negociación más dura del último semestre en el seno de la Unión, con 27 países tratando de frenar el encarecimiento del gas de manera conjunta, pero cada uno tratando de amoldar la norma a sus particularidades.

El enfrentamiento ha dejado imágenes como la ministra Ribera tachando de "broma de mal gusto" la propuesta que hicieron el mes pasado los técnicos de la Comisión Europea, que claramente iba encaminada a dinamitar la negociación. De la misma forma, los países del sur se negaron a sacar adelante otras medidas, como las compras conjuntas de gas, hasta que no se cerrase un acuerdo para topar su precio. 

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El grupo de países liderados por Alemania y Holanda presionaron hasta este lunes para descafeinar la intervención del mercado gasista para evitar un golpe a sus empresas energéticas, que compraron gas el verano pasado a precios récord que ahora tendrían que vender aplicando el nuevo máximo. Los gobiernos reacios al tope también buscaban una reforma menor para no asustar a los comerciantes de materias primas, que no tienen problema en vender su gas en Asia o Australia si Europa limita el precio de compra, de ahí el premium fijado de 35 euros. 

El choque en Bruselas ha evidenciado de nuevo las diferencias económicas en el seno del Viejo Continente, con países industrializados como Alemania, que pueden permitirse pagar a ciegas cambio de asegurarse un suministro de gas, mientras que los hogares de España o Italia no podrían asumir facturas energéticas de cientos de euros durante sucesivos inviernos. 

La buena noticia para España y Portugal es que el tope al precio del gas que funciona desde junio es diferente del que se pretende aplicar en Europa. El de la península ibérica es un sistema que desvincula el precio del gas del coste de la electricidad, mientras que el aprobado este lunes es directamente una rebaja del precio de la materia prima, por lo que ambos podrían funcionar al mismo tiempo y combinarse para ayudar aún más a las familias españolas. 

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