Las nucleares operan en verano en España mientras Francia las apaga por el calentamiento de los ríos

Central nuclear de Trillo, en Guadalajar, en una fotgrafía de 2018.

Los precios de la luz en Europa en la última semana se han desbocado por los efectos de la ola de calor. Sube el consumo de electricidad, las centrales son menos eficientes y tres reactores nucleares han tenido incluso que apagarse en Francia y Suiza por el calentamiento de los ríos. Este último fenómeno no se ha dado nunca en España, pese a que la península también tiene siete reactores y sus ríos están mucho más expuestos al calor, de manera que cabe preguntarse por qué aquí no y en otros países sí.

La respuesta es que la normativa ambiental que regula los vertidos de aguas de refrigeración es más laxa en España que en otros países europeos. En Francia, siempre que un río alcance una temperatura de 28 °C, los reactores que necesiten su agua tienen que apagarse para no empeorar la situación. En Suiza el límite son 25 °C. Pero en España no hay un techo de temperatura para los ríos y solo hay obligación de que las centrales térmicas (también las de gas) devuelvan el agua que emplean para refrigerarse menos de 3 °C por encima del nivel al que la toman. Si el vertido es en lagos o embalses, sí hay un tope de 30 °C.

Aunque no hay un límite general, sí es cierto que las confederaciones hidrográficas pueden establecer sus propios umbrales de temperatura con los que pueden trabajar las centrales de su cuenca a través de autorizaciones de vertidos, pero las cotas son en general más permisivas que en Francia o Suiza. En el Tajo se ubican los dos reactores de Almaraz y el reactor de Trillo (Iberdrola, Endesa y Naturgy) y allí la Confederación Hidrográfica del Tajo permite refrigerar con agua del cauce siempre que se devuelva a menos de 30 °C.

El termómetro exacto de la planta durante estos días es confidencial, pero a la altura de Almaraz (Cáceres) la temperatura del Tajo se encuentra realmente cerca de este tope, según los datos en tiempo real de la Confederación. Su termómetro a la salida de Almaraz lleva una semana marcando alrededor de 30 ºC, con un máximo de 31,3 ºC, que supera ampliamente la normativa. 

Sin embargo, desde la Confederación responden a infoLibre que los datos en tiempo real no están validados y pueden tener anomalías "superiores a un grado". "De cualquier forma, se realiza una recogida de información in situ sistemáticamente y en caso de detectarse anomalías se establece contacto inmediato con la central nuclear", añaden. Un portavoz de la central de Almaraz también confirma que la temperatura de vertido no ha superado los 30 °C hasta ahora.

Miguel Ángel Sánchez, portavoz de la plataforma Toledo en Defensa del Tajo, recuerda que Almaraz ya tuvo en 2012 que instalar una veintena de torres de refrigeración mecánica por el gran problema de calentamiento del agua que sufría el embalse de Arrocampo, donde suelta el agua que después acaba en el Tajo.

"Controlar la temperatura del agua que se vierte es fundamental porque las especies de los ríos están adaptadas a unos valores. Calentar el agua también acelera la proliferación de la vegetación y la caída de los niveles de oxígeno en un río (el Tajo) que ya de por sí está muy contaminado por la agricultura y los vertidos de Madrid", recuerda Sánchez. "Y que no se nos olvide que este embalse está a las puertas de Monfragüe, un parque nacional".

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En el Júcar, en Comunidad Valenciana, ocurre lo mismo. Allí toma y vierte agua el reactor de Cofrentes (Iberdrola) y la Confederación Hidrográfica del Júcar ha establecido para la central un permiso de vertido siempre que el agua esté a menos de 28 °C, pero del 1 de junio al 30 de septiembre se permite llegar a un vertido de 31 °C.

Sin excepción en Francia

En Francia no se permite esa excepción, que habría sido suficiente para mantener abierto el reactor que cerró el pasado domingo. La compañía EDF, dueña del parque nuclear francés, tuvo que apagar el reactor Golfech I debido a que el río donde descarga estaba peligrosamente cerca del límite legal de temperatura. "Las condiciones meteorológicas de los últimos días han provocado un aumento importante de la temperatura en el Garona, que se espera que alcance los 28 °C el lunes", publicó EDF un día antes. En este caso, la planta cuenta con una torre de refrigeración que permite devolver el agua al río solo 0,2 °C por encima, pero eso no es suficiente para seguir operando.

El reactor de Blayais I, en el sureste de Francia, también tuvo que reducir su potencia el lunes por el calentamiento del río Gironda, así como el de Bugey, en el sureste. En Suiza han parado los dos reactores Beznau porque el río Aar ha superado los 25 °C.

El diario Le Monde contó esta semana que estas medidas se orientan exclusivamente a proteger la biodiversidad, pero que técnicamente los reactores pueden soportar una mayor temperatura de enfriamiento. "En el verano de 2022, la Autoridad de Seguridad Nuclear otorgó una exención a cuatro centrales eléctricas, incluida Golfech, para que pudieran operar a pesar de la ola de calor, con el fin de preservar la estabilidad del sistema eléctrico", recuerda el diario francés.

Eduardo Florentino, experto en energía nuclear y catedrático de la Universidad Politécnica de Madrid, explica que los reactores españoles están preparados para afrontar olas de calor porque utilizan torres de refrigeración para evaporar una parte del agua que se utiliza en las centrales. Una instalación con estas torres puede devolver agua al río o al embalse tan solo 0,2 ºC más caliente de lo que la recogió. "Hace tiempo que se entendió que en España hacía falta prever las olas de calor y poner estas torres de refrigeración. Por ejemplo, Ascó no la tenía cuando se inauguró en 1984, pero se añadió en los años 90", señala el ingeniero.

Sin embargo, el problema al que se enfrentan tanto España como Francia es que el agua está tan caliente debido al cambio climático que incluso se acerca a las temperaturas tope antes incluso de haber pasado por el interior de las centrales. Al igual que en Almaraz, en Cofrentes (Valencia) los termómetros de la Confederación del Júcar marcan desde hace más de 10 días por encima de 28 °C, el límite de la concesión.

Pero en el caso de Cofrentes, esas mediciones en tiempo real tampoco son válidas para el cálculo. "Los controles oficiales se hacen cada dos días y abarcan un tramo del río, como recoge la ley, y no se utiliza la medida en tiempo real. En todo caso, no se superan los valores máximos permitidos", contestan desde la Confederación.

Ascó en Tarragona, bajo sospecha

Los otros dos reactores que vierten agua en un río español son Ascó I y II (Endesa e Iberdrola) en Tarragona, donde también hay un historial dudoso de vertidos calientes. Ecologistes en Acció denunció este año la "contaminación térmica" del Ebro porque allí hay un límite de vertido a 25 °C, más exigente que en las otras plantas, y con un intercambio de temperatura que no puede superar los 3 °C, "que se ha sobrepasado reiteradamente en 2022 y 2023".

El séptimo reactor nuclear español, Vandellós II (Tarragona), es el único pegado al mar y que utiliza agua del Mediterráneo, por lo que queda al margen de la normativa del dominio público hidráulico.

La sequía ligada al cambio climático complica todavía más este problema. El ingeniero nuclear Francisco Ramírez explica en Revista Nuclear que cuando se reduce el caudal de un río por la sequía, este es mucho más sensible a los vertidos de las centrales nucleares porque hay menos caudal para diluir ese calor extra.

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En concreto, calculó que en una situación normal, dos reactores de 1.000 MW de potencia vierten tanta energía en el río Ebro que lo calientan 2,4 ºC. "¿Y si el caudal del río se reduce a la mitad? Sencillo, el incremento de temperatura se multiplica por dos: 4,8 ºC", resume el ingeniero.

De hecho, Red Eléctrica, el operador del sistema eléctrico español, recoge en su informe de operación de 2024 la sequía como uno de los principales "riesgos físicos" de la red para la "generación térmica y nuclear", puesto que también hace falta agua para enfriar las centrales de ciclo combinado de gas. En todo caso, para 2030 y 2050 lo identifican como un riesgo "medio-bajo", incluso en un escenario de cambio climático severo.

El agua es clave en las centrales nucleares por dos motivos. Primero, porque se calienta con el calor del núcleo del reactor y ese vapor a alta presión permite girar una turbina y generar electricidad. Después, porque ese vapor se pasa por un circuito de agua fría que procede del exterior (un río o el mar) para condensar el líquido y poder calentarlo de nuevo en el reactor y repetir el proceso. Esa agua fría que se ha utilizado a modo de condensador se devuelve después al medio ambiente, pero puede pasar antes por una torre de refrigeración para rebajar su temperatura, aunque este paso hace que una parte se pierda porque se evapora a la atmósfera.

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