Así es la fiebre de los vapeadores con nicotina entre los jóvenes: cada uno equivale a 40 cigarrillos

Persona usando un vapeador, en una foto de archivo.

Están en todos lados. En Instagram, en kioscos junto a las chucherías, en Amazon o hasta en las tómbolas. "Hemos visto a padres que se los regalan a sus hijos por su comunión", señala Raquel Fernández, presidenta de la asociación Nofumadores.org. Los vapeadores son muy accesibles para los niños y preadolescentes, y los adultos los consumen como sustituto para dejar de fumar, según demuestran numerosos estudios, sin tener en cuenta que también tienen un impacto en la salud y que la mayoría llevan nicotina. Mucha más que el cigarrillo estándar. 

Los vapeadores con forma de bolígrafo o de cajetilla de auriculares tienen normalmente 20 miligramos de nicotina por mililitro, por lo que uno desechable de tamaño estándar tiene unos 40 mg de este compuesto adictivo, el equivalente a entre 37 y 41 cigarrillos, según Stanford Medicine. Esta institución señala incluso que uno de los modelos más famosos en Estados Unidos de 5.000 caladas tiene 50 mg de nicotina por mililitro de la recarga: uno de estos vapeadores que se fuma fácilmente en una semana equivale a 590 cigarrillos. Sin embargo, en Europa está prohibida su venta con concentraciones superiores a 20 mg de nicotina ni pueden tener una capacidad de más de 2 mililitros si tienen ese compuesto. 

Los expertos hablan de este fenómeno como una auténtica epidemia. El 44,3% de los estudiantes de entre 14 y 18 años los ha probado alguna vez, un porcentaje que aumenta con la edad, llegando al 54% entre los adolescentes de 18 años, según la Encuesta sobre uso de drogas en Enseñanzas Secundarias en España, publicada por el Gobierno con datos de 2021. El 60,7% de los adolescentes que los fuman usa cartuchos sin nicotina, mientras que el 24,4% alterna y el 14,9% usa vapeadores con nicotina, según los datos oficiales. 

Los efectos sobre la salud, afirman los sanitarios, son preocupantes tanto si llevan o no nicotina. Los que tienen esta sustancia son tan adictivos como el tabaco y generan a largo plazo problemas de corazón y circulación, pero es que además las recargas de los vapeadores llevan químicos que no se han testado a largo plazo en el organismo. "Estamos introduciendo alcoholes y productos carcinógenos sin saber cuál es su margen de seguridad", explica Iñaki Galán, investigador del centro Nacional de Epidemiología. 

Es cierto que si los vapeadores se fuman sin nicotina son menos dañinos que los cigarrillos, y también eliminan la combustión para sustituirla por un calentamiento del compuesto, lo que reduce parte de los carcinógenos del tabaco estándar. Pero el impacto en la salud de estos químicos sigue ahí: "El aerosol que sale de ellos impacta en los alveolos y provoca irritación a corto plazo. A largo plazo todavía desconocemos sus consecuencias; recordemos que tardamos 20 años en saber que el tabaco era cancerígeno", advierte Montse Ballbè, Investigadora de la Unidad de Control del Tabaco del Institut Català d'Oncologia. La base oleosa de estos aparatos también lleva químicos como el propilenglicol, la glicerina vegetal y saborizantes, que se usan en alimentos, pero que nunca se han testado sobre un pulmón con una exposición continua. 

La explosión de estos artefactos se ha producido en apenas cinco años, aunque los cigarrillos electrónicos aparecieron hace unos 15. La revolución llega porque se han reconvertido de un producto pensado para fumadores avanzados que querían dejar el tabaco a una puerta de entrada a los jóvenes, pasando de un aparato grande y poco atractivo, a uno del tamaño de un USB, colorido y con sabores a piña y vainilla. "La industria dice que van dirigidos a adultos, pero es una excusa porque un vapeador con forma de Bob Esponja está pensado para niños y preadolescentes. La encuesta del Gobierno da miedo, y eso que se queda en los 14 años. Si entrevistasen a niños de 10 años nos echaríamos las manos a la cabeza", señala Raquel Fernández. 

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Desde su asociación llevan desde 2016 peleando para regular estos cigarrillos electrónicos, pero tanto España como la Unión Europea sigue ignorando este problema de salud pública. Hace justo un año la UE prohibió vender tabaco calentado de sabores, como ya ocurre con el tabaco estándar desde 2020, pero la nueva norma deja fuera a los aparatos que solo tienen nicotina y solo afecta a los similares a los que comercializa IQOS, que son calentadores en los que se introduce un pequeño cigarrillo. El ministro de Sanidad, José Miñones, anunció este lunes que traspondrá la normativa a España, con retraso y sin incluir las alegaciones que reclaman expandir la norma también a los vapeadores, como pidió Nofumadores.org. 

El principal problema, señalan los expertos, es que los vapeadores están liberados de la Ley del Tabaco. Solo se limita su uso en centros hospitalarios, educativos y algún otro centro público, pero se pueden comprar en cualquier establecimiento o por internet y solo se prohíbe su venta a menores de 18 años, aunque en las webs el único requisito que ponen es responder a la pregunta de si el usuario es mayor de edad, sin ninguna comprobación. En muchas de estas páginas ni siquiera se especifica claramente cuánta nicotina tiene la recarga ni hay avisos de sus perjuicios a la salud, solo mensajes que indican que es un sustituto saludable al tabaco y promociones que incitan a su compra en grandes cantidades con packs de descuento. 

Raquel Fernández incide también en que estos aparatos no pagan gravámenes especiales más allá del 21% de IVA, frente al 80% de impuestos que tiene el coste del tabaco, por lo que son más accesibles económicamente y los fabricantes engordan sus márgenes de beneficio. "Los vapeadores están en un limbo legal que la industria aprovecha para atraer a los niños. Los promocionan en Tiktok y en YouTube porque son una puerta al consumo de tabaco, por eso los grandes fabricantes están invirtiendo cada vez más en este negocio", achaca la activista. 

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