Redes sociales

Cómo les afectará (o no) a los usuarios que Facebook pueda dejar de ser el dueño de Instagram y WhatsApp

Mark Zuckerberg durante su audiencia ante la Cámara de Representantes de EEUU en octubre de 2019.

Facebook "aplasta ilegalmente a su competencia". Así de contundente es la demanda antimonopolio presentada este miércoles por la Comisión Federal de Comercio de Estados Unidos [FTC, por sus siglas en inglés] y un grupo de fiscales de 48 de los 50 Estados del país y que aspira a reducir el tamaño de la tecnológica y su posición en el mercado. Acusan a este imperio californiano a lo largo de 50 páginas [aquí se puede consultar el documento íntegro en inglés] de comprar a "dos amenazas competitivas importantes", en relación a la adquisición de Instagram en 2012 y de WhatsApp en 2014, y llevar a cabo prácticas que "disuaden y obstaculizan" a sus rivales. Para acabar con este monopolio que ha montado la compañía de Mark Zuckerberg, los demandantes solicitan que la red social lleve a cabo una reestructuración de su negocio, es decir, que venda Instagram y WhatsApp.

Esta demanda cumple así una doble función, según Rahul Uttamchandani, chief legal officer de Legal Army, en conversación con infoLibre. Por un lado, busca "salvaguardar la competencia en un mercado no regulado y que está en auge". Y, por otro, "sigue la tendencia regulatoria que tiene en el foco a Google, Amazon, Facebook y Apple tanto en EEUU como en la UE a modo ejemplarizante". Asimismo, este abogado especializado en tecnología y privacidad recuerda que este tipo de demandas no son una novedad y estas cuatro compañías, sumando a Microsoft, "han sido objeto, como mínimo, de investigaciones en este sentido debido a sus respectivas cuotas de mercado". Lo que es más complicado es demostrar estas acusaciones. Según publica The New York Times, las leyes antimonopolio son complejas y se implementaron mucho antes de que existiese este nicho de mercado: será "difícil de probar".

La noticia, conocida a última hora del miércoles en España, ha caído como un jarro de agua fría en Menlo Park, la sede de la empresa. En un comunicado en el que explican que están estudiando en profundidad la demanda, tachan esta demanda de "revisionista" y exponen que "no es así como se supone que funcionan las leyes antimonopolio". Facebook se defiende asegurando que cuando compraron ambas plataformas recibieron luz verde tanto de las autoridades estadounidenses como de las europeas ya que estos acuerdos "no amenazaban la competencia".

Y en este punto radica uno de los puntos más controvertidos de este caso. "La FTC y los estados se mantuvieron al margen durante años mientras Facebook invertía miles de millones de dólares y millones de horas para hacer de Instagram y WhatsApp las aplicaciones que los usuarios disfrutan hoy", argumentan desde la empresa en una nota que firma Jennifer Newstead, vicepresidenta y asesora general de la compañía. Si la demanda prosperase, el efecto trascendería a este caso en particular y "sentaría el precedente de que cualquier gran operación societaria puede ser revisada y modifica ex-post ex-postcon independencia de las consecuencias que esto pueda tener sobre los operadores implicados", argumenta Uttamchandani, que expone que "legalmente es posible" este revisionismo. Otra cosa sería si "Facebook hubiera ocultado información relevante" o "si la FTC mediante sus investigaciones haya descubierto evidencias suficientes como para solicitar la reestructuración del negocio".

De cambios sutiles a tres empresas independientes

Y aquí una de las preguntas que muchos se llevan haciendo durante las últimas horas, ¿y a los usuarios les afectará? "No les va a afectar", asegura Uttamchandani. Es decir, la experiencia en estas aplicaciones no será diferente de un día para el otro. Aunque algunos medios estadounidenses, como The New York Times, apuntan que podrían producirse "cambios sutiles", por ejemplo, la supresión de las leyendas "from Facebook [de Facebook]" que aparecen en la pantalla de inicio tanto de Instagram como de WhatsApp, porque la compañía "tiene siempre un ojo puesto en sus casos judiciales", es decir, que se adelanta a la resolución.

¿Y en el futuro? Si la demanda llegara a prosperar, que aún está en duda, y fuera efectiva, Facebook tendría que "diseccionar" su imperio. En ese caso, serían, de nuevo, tres plataformas separadas y "el mayor impacto para los usuarios consistiría en que cada servicio sería prestado por una entidad diferente y que, en principio, no estarían interconectadas", explica Uttamchandani. Sin embargo, este abogado señala que "nada impediría que cada una de esas entidades alcanzase uno o varios acuerdos para llevar a cabo la cesión de los datos de los usuarios, siempre respetando las garantías exigibles en materia de protección de datos". Así, aquellas personas con cuenta en estas plataformas podrían recibir una notificación informándoles que los servicios de esa aplicación ahora los realiza otra empresa. Si el usuario medio no notó cambios cuando la red social las compró, en este proceso contrario, lo normal, sería que tampoco lo hiciesen.

Otro de los interrogantes que abre la demanda es su ámbito de aplicación si saliese adelante ya que es una compañía con pasaporte estadounidense pero con sedes y usuarios por todo el mundo. ¿Podría darse que Instagram y WhatsApp en EEUU sean independientes, pero que en Europa, por ejemplo, sigan siendo parte de la tecnológica de Zuckerberg? "En principio, el ámbito geográfico sobre el que puede actuar la FTC queda circunscrito a EEUU por lo que la decisión del tribunal en este caso no vincularía necesariamente a las entidades que tenga Facebook en la UE", asegura Uttamchandani, que apunta que en el caso de la Comisión Europea también tiene bajo lupa a la red social. Lo que sí está claro es que de prosperar, "crearía un precedente en EEUU en el sector y podría generar tendencia en otros territorios, pero no estarían vinculados jurídicamente a tales decisiones".

¿Cómo les afectará a las propias aplicaciones?

Las incógnitas son muchas más en lo referente a cómo funcionarán Instagram y WhatsApp tras casi una década al calor de la creación de Zuckerberg. Con respecto a la red social de fotografía, el dinero parece que no será un problema. Bloomberg publicó a principios de 2020 que la plataforma generó más de una cuarta parte de los ingresos del imperio en 2019, es decir, en torno a unos 20.000 millones, sólo en publicidad. Aunque, según publica The Verge, la aplicación podría tener justamente problemas con el apartado de los anuncios, con su "floreciente negocio comercial", es decir, la venta a través de la app; y con la moderación, un departamento totalmente externalizado en Facebook.

¿Y WhatsApp? Su problema iría encaminado a que, tras seis años en Facebook, siguen sin un modelo efectivo de negocio. Zuckerberg prometió que la aplicación sería gratis para siempre para todos sus usuarios, algo que no era así antes de que lo comprara, pero aún no ha encontrado una forma de monetizarla. Aunque, según publica Quartz, la compañía quería aprovecharse de los 175 millones de usuarios del servicio de mensajería para expandir su papel en el comercio electrónico.

Aunque Instagram, WhatsApp y el propio Facebook es, evidente, que saldrían perdiendo si la demanda prospera, lo cierto es que también podría suponer un terremoto positivo para el resto de Silicon Valley. "Un pronunciamiento en contra podría propiciar el desarrollo de nuevas plataformas, startups y empresas del sector que puedan ofrecer innovación y competitividad en el mercado", indica Uttamchandani.

La jugada de Facebook para evitar la ruptura de su imperio

A pesar del revuelo generado, esta demanda es sólo el primer paso de una guerra legal que se prolongará durante años. Y esta primera batalla no ha cogido por sorpresa a nadie en Menlo Park. Los rumores sobre la apertura de esta causa llevan viajando de Washington a Silicon Valley desde septiembre. Las elecciones estadounidenses del pasado 3 de noviembre fueron un paréntesis breve en este proceso que lleva en marcha 18 meses, aunque en Facebook son conscientes que una Administración demócrata como la que empezará en enero con Joe Biden es más partidaria de romper la hegemonía como la de la red social por excelencia.

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Aunque el mazazo está presente, Facebook lleva años preparándose para esta demanda ya que, tal y como reconoce Uttamchandani, "ha implementado y fortalecido medidas técnicas de interconexión entre sus plataformas para dificultar, en su caso, la separación funcional y operativa de las mismas". Muchos señalaban a la búsqueda de una defensa para una causa antimonopolio en su anuncio a principios de 2019 de que quería integrar en uno sólo los servicios de mensajería de la propia red social, conocido como Messenger, junto los de Instagram y de WhatsApp. Aunque con este movimiento, Zuckerberg dilapidó de un plumazo la supuesta independencia que había prometido que iban a mantener ambas aplicaciones cuando las compró y que se había mantenido de cara a la galería. De puertas para adentro, en realidad, hace ya mucho tiempo que este compromiso se había diluido y que era más evidente tras la salida a lo largo de 2018 de los fundadores de ambas.

El primer movimiento anunciado a bombo y plantillo se produjo a primeros de octubre cuando informaron de la unión de los servicios de mensajes privados de Messenger y de Instagram en próximas actualizaciones de ambas plataformas. "Solo en la familia de aplicaciones de Facebook, las personas envían más de 100.000 millones de mensajes a sus amigos y familiares cada día", explicaron en un comunicado Adam Mosseri y Stan Chudnovsky, directores de Instagram y Messenger, que dejaban claro que "este es sólo el comienzo para que sea más fácil mantenerse en contacto con amigos y familiares". Así, las conversaciones se sincronizan en ambas y las de Messenger aparecerán en Instagram Direct —como se conoce el servicio de mensajería de la red social de fotografías— y viceversa. Es decir, un usuario A podrá escribir a un usuario B desde Messenger, y el usuario B podrá leer y contestar el mensaje en Instagram.

El objetivo final de esta integración, que también incluye a WhatsApp, es lograr la plataforma de mensajería más grande del mundo. Algo que Facebook podría estar poniendo en suspenso tras esta demanda. El siguiente paso, según la FTC, es que el imperio debe o bien responder a su queja o bien actuar para desestimarla. Los de Zuckerberg ya tienen experiencia con este organismo. En julio de 2019, la red social ya tuvo que responder ante ellos, y ante la Comisión de Bolsa y Valores (SEC, por sus siglas en inglés), por el escándalo de Cambridge Analytica. En aquella ocasión, el resultado fueron dos multas de 5.000 y 100 millones de dólares.

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