
A su novio Pablo le apetece comer pasta y ella le prepara un plato de pappardelle con ragoût de pato a la naranja desde cero, haciendo personalmente todas y cada una de las elaboraciones. Pablo y ella leen todas las noches antes de dormir y, como a él le apetece leerse un libro en concreto y a ella no le convence ninguna de las ediciones a la venta, decide hacérselo ella misma: lo imprime, diseña una portada y lo encuadernar y monta como una experta librera. En otro vídeo ella misma se diseña y se cose su propio vestido y en otro crea su propio pintalabios gracias a unas rosas que le regaló Pablo.
Ella es RoRo y el pasado verano se hizo viral gracias a estos vídeos entre el asombro y el aplauso de unos y la estupefacción de muchas. Con siete millones de seguidores en TikTok y casi tres en Instagram, se convirtió de la noche a la mañana en una estrella del mundo influencer y la representación en España del fenómeno tradwives (mezcla de tradicional y esposas en inglés).
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"Ahora mismo nos encontramos en un momento donde la ola reaccionaria contra el feminismo está en auge, especialmente en las redes sociales", explica Carla Galeote, activista y autora del libro Hablemos de feminismoS (Editorial Península, 2023). Para esta tiktoker, este sector reaccionario necesita "referentes para poder demonizar a las feministas y esos referentes, actualmente, son las tradwives".
"RoRo hace todo por su novio y, aunque la consideramos tradwife, no encaja del todo en el concepto porque ni siquiera está casada", matiza Rosa Márquez, periodista especializada en género y políticas sociales, que señala que se ha hecho famosa gracias a "toda una actuación para impactar y causar polémica". Eso sí, tal y como recuerda esta experta, cuando se sale mínimamente de esta estética, por ejemplo en entregas de premios, muchos de sus seguidores hombres le echan la bronca porque "se sienten decepcionados" ya que "tienen una imagen de ella que es el personaje que se ha construido".
A pesar del fenómeno RoRo, lo cierto es que el movimiento tradwives todavía es muy incipiente en España. Pero en países como EEUU o Reino Unido está muy asentado con figuras muy populares como Hannah Neeleman, Nara Aziza, Ayla Stewart o Alena K. Pettitt, la influencer detrás de The Darling Academy. Otra que acumula muchos seguidores es Estee Williams que asegura en sus vídeos que "me someto y sirvo a mi esposo" o que "es una bendición ser su ayudante".
"Tienen tanto éxito porque hay todo un sector empeñado en que ellas son el modelo femenino al que nos tenemos que dirigir como sociedad: a la mujer del franquismo", reconoce Galeote. "Supone una idealización del pasado. Es una parte de ficción", admite Maddalena Fedele, profesora de la Facultat de Información y Medios Audiovisuales de la Universitat de Barcelona.
Para esta experta en género, jóvenes y medios, hay que tener en cuenta varios aspectos para entender el éxito de esta tendencia. Por un lado, aunque parezca un "contenido viejuno", las "idealizaciones siempre funcionan bien" en momentos de crisis como el actual ya que estamos en "una clara crisis cultural de posicionamiento ideológicos" ante el auge de los ultras. Por otro lado, en esta partida también juegan un papel muy relevante los algoritmos de las redes sociales, que "son empresas con unos determinados intereses", que cada vez "polarizan más los contenidos".
"Si a esto le mezclamos que las sociedades actuales siguen careciendo de medidas reales de conciliación y le añadimos el factor estético ya que son videos visualmente atractivos, ya tenemos el cóctel para que el contenido funcione", sostiene Fedele que recuerda también que las influencers no dejan de ser "pequeños negocios".
Aunque no todas las tradwives son iguales, un hilo conductor las une a todas. Son mujeres blancas, bastante normativas y de clase media-alta con un estilo de vida más próximo a los años 50 o 60 que al siglo XXI. En sus vídeos, suelen poner una voz aguda o infantil al hablar mientras preparan una receta para sus maridos o cuidan de sus múltiples hijos enfundadas en elegantes y clásicos vestidos. "Es un fenómeno que está relacionado con la comunidad mormona y que está muy conectado con el supremacismo blanco", explica Márquez que también apunta que "son una reacción más a los avances del feminismo".
Con raíces claramente conservadoras y antifeministas, ensalzan roles de género tradicionales y reivindican el retorno de la mujer a la esfera doméstica desde las redes sociales, sobre todo en Instagram, TikTok y YouTube. Pero, tal y como recuerda Márquez, lo cierto es que la ama de casa de antes, a esas a las que dicen representar ahora, eran todo lo contrario: "Se dedicaban al hogar porque, por lo que fuese, no se podían permitir trabajar fuera. Pero ellas representan todo lo contrario: se dedican a sí mismas y a tener una casa perfecta".
Muchos señalan como precursora de las tradwives a Phyllis Schlafly, una figura destacada de los años 70 por su oposición a la enmienda de igualdad de derechos y que muchos a este lado del Atlántico conocieron en la serie Mrs. America interpretada por Cate Blanchett. "Muchas se presentan como feministas resentidas, que no se sentían a gusto con el feminismo pero se sienten más a gusto volviendo a las tareas del hogar. Enfatizan así la libre elección, ellas lo han elegido", reconoce Márquez.
Aunque, tal y como destacó Cécile Simmons, investigadora del Instituto para el Diálogo Estratégico, en Euronews, las búsquedas se dispararon durante la pandemia del covid al igual que otras formas de radicalización como respuesta a la sensación de aislamiento. Y ahora, ante la viralización de la ultraderecha a nivel global, las tradwives se consolidan en unas redes sociales saturadas ya de influencers. "Se puede incluir dentro de la machosfera, es otro movimiento reaccionario que se expande a través de las plataformas y en respuesta a la cuarta ola del feminismo", detalla Márquez.
Y como muestra de esta estrecha vinculación entre este fenómeno y la ultraderecha los datos de un estudio de Media Matters publicado el pasado mes de mayo. Tras analizar centenares de vídeos, descubrió que el algoritmo de TikTok recomienda vídeos sobre teorías conspirativas de la extrema derecha, desinformación médica y alarmismo sobre una inminente guerra civil en EEUU tras ver contenido relacionado con tradwives.
En España, triunfan las neopititas
En el caso español, aunque las tradwives aún son un fenómeno bastante aislado, lo cierto es que también contamos con nuestros propios referentes ultraconservadores a nivel influencer. Es lo que se conoce como el fenómeno de las pititas, tal y como las denominó Martín Bianchi en El País, o de las neopititas, como las calificó @salseologia en su libro Todo lo que hay detrás que no se ve (Ediciones B, 2024).
Este grupo de prescriptoras van a misa y a los toros, critican el aborto y la eutanasia y alimentan la idea de que antes las cosas iban mejor. Responden a los ya de sobra conocidos patrones de "niñas bien", es decir, las pijas de toda la vida.
"Las tradwives son una versión idealizada y estas influencers también. Son un ejemplo de la mujer privilegiada y de clase alta", sostiene Márquez que recuerda que este "modelo inspiracional" es "bastante falso". "Son el reflejo de la España, y más la España femenina, que el sector reaccionario quiere: mujeres que no se posicionan sobre política, que no son reivindicativas, que se dedican a la estética y a la familia", indica Galeote. Coincide Fedele: "Son un reflejo local que está pasando a nivel global y, en su caso, se basan en los estereotipos más típicos de la cultura española". Más típicos y también más rancios.
Y ellas, en parte, son conscientes de esta etiqueta de neopitita. "Sabemos de qué pie cojeo. La política me da igual, no me identifico con nadie. Para los muy fachas, soy roja, y para los muy rojos, soy facha", admitió María Pombo en La Resistencia. Su confesión no fue una sorpresa para nadie que conozca a esta influencer, una de las más relevantes de España con más de tres millones de seguidores en Instagram: siempre ha mostrado una familia tradicional, en su boda sonó de fondo el himno de España y en 2019 llegó a compartir una foto con Mariano Rajoy. Sin olvidarse que con ella, casi en pack, están su marido Pablo Castellano (más de 580.000) y sus hermanas Marta (un millón) y Lucía (más de 620.000) con sus respectivas familias.
El caso del clan Pombo no es una excepción ya que en Instagram triunfan las creadoras de contenido escoradas claramente a la derecha y con ideología conservadora: Rocío Osorno —1,8 millones de followers—, Tamara Falcó —1,6 millones—, María Fernández-Rubíes —más de 810.000 —, Grace Villarreal —casi 600.000—, María García de Jaime y su pareja Tomás Páramo —también casi 600.000 y casi 420.000—, o Victoria Federica de Marichalar —más de 330.0000—.
Tamara Falcó, que antes que influencer es marquesa de Griñón, es una de las musas de encuentros ultracatólicos y en su faceta de tertuliana en El Hormiguero llegó a asegurar sobre las mujeres que abortan que no las ve "más felices por ello". Grace Villareal es una de las habituales en las manifestaciones contra el aborto y la eutanasia, al igual que la pareja formada por María García de Jaime y Tomás Páramo que, tras tener a su primer hijo con 19 años, se han convertido en activistas a favor del denominado por ellos mismos movimiento provida. Rocío Osorno, por su parte, estuvo casada con Jacobo González Robatto de Vox y, tras su separación, confesó a sus seguidores que no le gusta "ni un bando ni el otro".
Pero no sólo en Instagram, en TikTok, con 19 millones de seguidores, tenemos a Twin Melody. Entre baile y baile, las hermanas Paula y Aitana Etxeberria incluyen en su contenido mensajes evangelizadores.
@twinmelody Si Dios te ha levantado el dia de hoy es porque tiene un plan para tu vida ❤️ Confía en Dios ! Trust God ! #Dios #Jesus #christiantiktok #Godisgood #hagamosviralaJesus ♬ sonido original - Twin Melody
¿Contenido solo apto para hombres que buscan esposas sumisas? Sí, pero también hay mujeres
Ante ambos fenómenos, la pregunta es evidente: ¿el mundo influencer es de derechas? Ole Nymoen y Wolfgang M. Schmitt ya apuntaron en el libro Influencers. La ideología de los cuerpos publicitarios (Península, 2022) que no debía extrañar a los usuarios que, "aunque puedan encontrarse ejemplos de progresismo, estos sean realmente escasos". El motivo es evidente: el dinero.
Siendo, por tanto, perfiles mayoritariamente conservadores, con dinero y de clase media-alta, muchos se siguen cuestionando cuál es su público. En el caso de las tradwives, Jessica Grose en The New York Times lo tiene claro: "No es para mujeres, es para hombres que buscan esposas sumisas". Idea que comparte en parte Monica Hesse en The Washington Post: "Algunas mujeres jóvenes ven el patriarcado como una solución, no como un problema".
En el caso de las neopititas, @salseología no ve una razón concisa detrás de su éxito. Según detalla en su libro, le cuesta entender "qué le puede ver la gente a una persona con apellido compuesto que no hace nada más que mostrar su vida idílica sin ningún tipo de trasfondo" y cree que, en algunos de los casos de estas influencers, su audiencia se generó en los albores de esta profesión, "en un momento en el cual no se exigía mucho en las redes sociales".
La mitad de los usuarios de redes siguen a influencers
Aunque todo esto pueda parecer un debate banal, frívolo o irrelevante, lo cierto es que el mundo influencer es más importante de lo que nos puede parecer a primera vista. En el caso de España en 2024, un estudio de 2btube cifró en 13.600 el número de prescriptoras que tienen más de 100.000 seguidores en alguna de sus redes sociales y que pueden vivir de ello. Esto supone un aumento del 13,3% con respecto al 2023. Pero, y aquí la cifra más preocupante, según datos del informe anual 2024 de Iab Spain, un 49% de los usuarios siguen a influencers, sobre todo mujeres y menores de 44 años.
Antes estas cifras, ¿qué riesgos implican la viralización de tradwives y neopititas? Son muchos, más de los que nos imaginamos. Y no hay que irse muy atrás en el tiempo. Durante los días posteriores a la dana que arrasó Valencia en octubre, algunas de ellas fueron foco de desinformación difundiendo bulos como, por ejemplo, el del parking de Bonaire entre un vídeo sobre su último look y otro sobre cómo se hace las ondas del pelo.
Implica también, según detalla Carla Galeote, que "las futuras generaciones crean que lo que está de "moda" es que las mujeres seamos seres planos, sin opiniones fuertes más allá de construir una familia y que, esos espacios, solo sean masculinos".
También dan pasos atrás en los logros del feminismo, según explica Rosa Márquez. Por un lado, supone "la vuelta a la domesticidad es perniciosa por lo que representa" y, por otro, "ignora las profundas formas de opresión que se dejó atrás de la feminidad tradicional y que buscó que la mujer se incorporara al mercado laboral, que el trabajo doméstico fuese reconocido como un trabajo o que se quiera acabar con la brecha salarial".
Tradwives y neopititas, según esta experta, se contraponen con la "feminista enfadada" que venden desde la "machosfera" y que simboliza todo lo contrario ya que "siempre está reclamando cosas y masculinizada trabajando fuera de casa" en vez de ser "sumisa y complaciente con el hombre". Por que, tal y como reconoce esta experta, cocinar como hace RoRo en sus vídeos no es nada malo: lo erróneo es el mensaje de hacerlo por y para Pablo. "Esta visión idealizada del pasado es peligrosa y deslegitima la fuerza de las mujeres como fuerza laboral", defiende esta experta.
Para Fedele, los riesgos son tanto a nivel individual como colectivo. Por un lado, porque afecta a la salud mental de los usuarios: "Esta idealización del pasado llevado a un presente que no encaja, puede llevar a la frustración, la ansiedad o a un intento de emular que, si no hay una situación económica privilegiada detrás, no se puede llevar a cabo". "Se nos vende como una libertad individual, pero realmente no es un mérito y depende de la economía", sostiene esta profesora.
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Y, por otro, pude tener "un impacto ideológico y cultural" ya que puede llegar a suponer "una regresión a valores más conservadores y perder ciertos derechos como el aborto".
Alternativas a neopititas y tradwives
A pesar de su éxito, lo cierto es que existe un universo alternativo de influencers que son buenos ejemplos de lo que realmente es el feminismo. Por ejemplo, Rosa Márquez recomienda a Yolanda Dominguez que "habla mucho de los estereotipos con lo que nos educan", a Rocío Vidal Menacho, más conocida como La Gata de Schrodinger, "que ha desmontado en algunos de sus vídeos a la machosfera" o Malasmadres que "desmitifica la maternidad y muestra la realidad frente al otro modelo aspiracional".
Por su parte, Carla Galeote también pone cuatro nombres encima de la mesa: Júlia Salander como "referente abolicionista", Mara Jiménez, más conocida como Croquetamente, como "referente contra la gordofobia, Afrocolectiva como "referentes antiracista", y Daniel Valero, conocido como Tigrillo como "referente LGTBIQ+".