Obituario
Paloma Chamorro: cuando TVE se atrevía a transgredir
El nombre de Paloma Chamorro, que ha muerto este domingo a los 68 años, poco les dirá a los más jóvenes; quizás, algunos hayan oído algo vinculado al programa de TVE La edad de oroLa edad de oro, pero poco más. Sin embargo, para quienes ronden o sobrepasen los cincuenta, es uno de los símbolos -no el único, pero sí uno de los más identificables- de La década de la transgresión en TVE.
Conviene situarla y situarnos. Al arrancar los ochenta, ya sin Franco y con Constitución, Televisión Española, la única televisión de entonces, tenía toda la audiencia y estaba en todos los hogares y bares de España. Cualquier cosa que apareciera en la pantalla tenía enorme repercusión popular en una España que estaba cambiando de manera sincopada y acelerada... Pero TVE, no. Sus programas y, sobre todo, su imagen seguía encorsetada en la más aburrida corrección formal: trajes, corbatas y vestidos tradicionales eran la imagen inamovible de espacios que llevaban décadas con formatos y contenidos convencionales.
Y entonces apareció ella. Paloma ya había participado en programas de corte cultural como Galeria, Cultura 2, Encuentros con las artes y las letras, Trazos o GaleriaCultura 2Encuentros con las artes y las letrasTrazos Imágenes; pero fue con La edad de oro (1983-85) cuando la audiencia reparó en ella: una treintañera, de imagen redonda, vestida con camisetas y vestidos inhabituales, culminada por un pelo cardado casi a lo afro. Nada que no se viera en los domingos del Rastro madrileño, o en las veladas de Rokola, una especie de afterpunk, impensable hasta ese momento en TVE.
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Y tras la presencia chocante, el contenido de tendencias culturales y en especial musicales del momento. Adiós a los sesudos espacios de literatura académica, fuera programas musicales con listas de éxitos comerciales, en play-back y patrocinio de las discográficas. La edad de oro se ocupaba de la vanguardia vital, cultural y musicalLa edad de oro, con grupos como The Lord of the New Church. Pedro Almodóvar con Fabio McNamara, o el concierto en directo -todo tenía que ser en directo- desde exteriores de The Smith, o escándalos con símbolos religiosos, que ocasionaron a Paloma largos procesos judiciales.
Con Paloma Chamorro, y su Edad de oro, entró en la anquilosada TVE aire de una parte de la calle hasta entonces tapada, más que olvidada. Vendría después Fernando García Tola -primero con la presentación de Carmen Maura, luego (y más representativo de los nuevos tiempos) con el propio director ante cámara-, o los espacios de Javier Gurruchaga, para culminar la década. Una década, quizás no la mejor de TVE, pero sin duda la que se atrevió a romper corsés.
Luego llegarían las primeras televisiones autonómicas y las privadas y comerciales, para que todo volviera a los cauces convencionales, a buscar al público mayoritario y olvidar -con contadas excepciones- todo lo que pudiera haber de vanguardias trasgresoras. Ya no quedaba sitio para las Palomas Chamorro.