La gran ruta europea del hachís: Barcelona-Ámsterdam

Detalle de la droga incautada hace escasas fechas por la Policía de Bélgica procedente de Barcelona.

El hachís marroquí, que es el más famosos y económico, conocido como La Mousse en el entorno criminal, es el que llega en narcolanchas a la península ibérica. El que se introduce en los famosos fardos de arpillera que se incautan todos los días del año en distintos puntos de España y, últimamente, también en origen.

Una vez que la droga se 'enfría' –en el argot, el tiempo preciso para eludir cualquier acción policial o robo por parte de otra banda criminal–, el alijo puede enviarse directamente a su destino, pero muchas veces se transporta a un punto clave en el negocio: la ciudad de Barcelona. Por naves apartadas de la capital catalana pasan miles de kilos de esa droga antes de su envío a otros países de Europa, grandes destinatarios de la misma, tales como Francia, Alemania, los países nórdicos y, por encima del resto, Países Bajos, donde el consumo, como se sabe, es tolerado.

El esquema que siguen los grupos criminales que son dueños de estos alijos se basa en el disfraz y en el engaño. Disfraz, porque se sirven de especialistas en el ocultamiento para preparar los envíos de las tabletas de cannabis hacia los puntos de destino perfectamente camuflados entre cargamentos lícitos. Y engaño, porque utilizan a conductores de camiones que proceden de países de Europa del Este y que acuden a un punto convenido a recoger un encargo sin tener conocimiento de la carga que llevan. Y claro, si el camión es interceptado y las autoridades localizan la droga, esos conductores van a prisión. Son los únicos que acaban pagando. Esta misma práctica se realiza en España con los transportes de cocaína. No hay más que revisar la hemeroteca reciente de Narcodiario.

Todos los días del año salen alijos de hachís -también de marihuana y, en ocasiones, de cocaína- desde el gran centro de distribución de Barcelona hacia distintos puntos de Europa, y muy pocos de ellos son intervenidos. Y cuando caen, el que paga los platos rotos es un transportista que, en la mayoría de los casos, no tiene ni idea de lo que lleva en su remolque.

Pero hay un ejemplo más cercano que ocurrió hace apenas 15 días y del que se informa en estas líneas en exclusiva. Un alijo de hachís con el anagrama '100 x 100 Natural Product' llegó a Barcelona y se envió a uno de esos lugares donde se prepara para su envío. En este caso, los encargados de esa labor colocaron los paquetes de droga en palés que contenían flores de Pascua. Los narcos siempre apuestan por productos voluminosos para tapar bien la droga abaratando costes. Y este fue el caso.

Una vez preparada la droga e introducido un dispositivo GPS –esencial para que la organización tenga conocimiento del punto exacto en el que se encuentra su mercancía– acudió uno de esos conductores de Europa del Este sin apenas recursos que no sabe nada acerca de lo que va a transportar en su camión. Los narcos disponen de una gran red de conductores procedentes de Polonia, Lituania, Rumanía o Moldavia, por poner ejemplos. Son pequeños empresarios que llegan con la documentación legal para el envío para ser cumplimentada.

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El encuentro para la carga de la mercancía se produce en un lugar apartado de los ojos de curiosos para no llamar la atención, pero siempre alejado del lugar en el que se trabajó con los palés para esconder la droga, en este caso debajo de las flores de Pascua. Allí, miembros del grupo criminal rellenan la documentación que presenta el transportista con nombres de empresas falsas para dar una apariencia de legalidad a la operación. En cuanto el camionero se va –se le paga muy poco por su trabajo– la copia del documento se destruye.

Siguiendo con este último viaje, acabó siendo interceptado en la frontera de Bélgica. Así lo reportó la Policía de ese país, que señala que aparecieron 107 kilos de hachís en los palés, debajo de las flores de Pascua. En este caso, según la Policía Federal, fue el camionero, de origen polaco, el que llamó la atención de los agentes, que registraron a fondo el vehículo y dieron con el alijo. Las mismas fuentes detallaron que el destino del cargamento era Bélgica. Sin embargo, Narcodiario puede afirmar que la droga iría a parar al mercado de Países Bajos si no hubiese sido intervenida.

En esta ocasión, la pericia de los funcionarios sirvió para detectar la droga, pero eso es una excepción. Todos los días del año salen alijos de hachís -también de marihuana y, en ocasiones, de cocaína- desde el gran centro de distribución de Barcelona hacia distintos puntos de Europa, y muy pocos de ellos son intervenidos. Y cuando caen, el que paga los platos rotos es un transportista que, en la mayoría de los casos, no tiene ni idea de lo que lleva en su remolque. Así operan los narcos en la actualidad.

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