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Confluencia para sobrevivir

Himar Reyes Afonso

Parece que se rompen las negociaciones de confluencia entre Podemos e Izquierda Unida para las generales. No se descartan acuerdos postelectorales, que seguro beneficiarán a todos, pero finalmente Podemos ha rechazado la propuesta de armar una candidatura de unidad popular o un frente de izquierdas. Una pena, supongo, para aquellos que tienen tan claro como Alberto Garzón que la solución para el cambio pasa por dar una patada en el trasero a todo aquel que no se identifique con la etiqueta “izquierda” y sus significados.

Finalmente, Podemos rechaza la propuesta de IU. ¿Fueron varias propuestas o la misma muchas veces?

Volverán las oscuras golondrinas en forma de lamentaciones –de izquierda y derecha, curiosamente– por la arrogancia de Podemos y su líder, por su “error histórico” y por sus faltas de respeto hacia un partido tan honorable como IU. El cinismo de la derecha es así, no duda en adular a unos enemigos, si viene al caso, para justificar sus actos o atacar a otros, sean los “comunistas” y “bolivarianos”, los independentistas, los malvados dictadores o incluso los terroristas, como el extraño caso de colocar al PKK en las listas de grupos terroristas y llamarlos aliados cuando se enfrentan a Daesh.

Quizás sea un error; quizás el camino correcto sea la confluencia; no podemos saberlo. Pero es cierto que hay varios indicios, contradicciones y complejidades que ensombrecen la supuesta sencillez de un pacto llamado “Ahora en Común, “Podemos-lo que sea” o “Juntos para Siempre”. Hay problemas con IU, que recoge el guante y se apropia de la brillante campaña municipal, donde Podemos asumió su incapacidad de abarcar todas las regiones y se sumó –al igual que IU– a candidaturas populares con un recorrido activista y un trabajo social de muchos años, triunfando en lugares muy importantes. IU se apropia de la idea y también del nombre: coge “Ahora Madrid” y “Barcelona en Comú”, en lo que les habrá parecido una gran invención, y prostituyen las candidaturas de unidad popular convirtiéndolo en un partido-plataforma, “Ahora en Común”, que será la confluencia perfecta construida por la honestidad y generosidad de IU que, aunque no lo sabíamos, siempre había estado ahí. Convierten el trabajo de la gente de Cádiz, Zaragoza, Valencia, Madrid, Barcelona, etcétera, en una marca.

Finalmente, Podemos rechaza la propuesta de IU. Cinco meses haciéndoles entrar en razón... para nada.

Podemos, desde el principio de los tiempos, se presentó como un instrumento para la gente, con primarias abiertas, con espacio para todos los comprometidos con el cambio, los derechos sociales y la democracia. Un partido instrumental, un movimiento transversal que recorriera todos los sectores y clases sociales, rechazando el eje de debate “izquierda-derecha” por no servir para explicar el momento actual –si PP y PSOE votan lo mismo en el Parlamento Europeo, ¿de qué sirven estas etiquetas?–, de manera que gente de diversas tradiciones políticas participe del cambio. ¿Es esto solo una intención de Podemos, una construcción de su fantasía? Hace casi un año, el voto de Podemos procedente del PP rondó el 25%. Ha habido desgaste en este año, por supuesto. Pero no es descabellado plantear que Podemos es lo más parecido, en su origen, a ese espacio de unidad popular que tanto gusta a Garzón. Otra cosa es que los ataques armados por el régimen hayan intentado alejarles de ese concepto de “movimiento” para colocarlos en un espacio de partido convencional, que arrastra las mismas taras que el resto, las mismas etiquetas y colores, y que encima intenta engañarnos. Pero si IU es tan generosa, ¿por qué no se presenta a las primarias de Podemos? Sin embargo, el arrogante es Pablo Iglesias, que no quiere renunciar a su marca.

El bipartidismo está deseando que formen ese frente de izquierdas que acabaría con cualquier posibilidad de éxito, puesto que les alejaría de esa cosa extraña que nadie sabe lo que es, llamada “centralidad”, con la que los grandes partidos resuelven todo; e Izquierda Unida está desesperada por sobrevivir a esta ola de cambio –nacida de sus entrañas por su propia impotencia– que no han generado ellos y que, por el contrario, les ha dejado atrás. Y la causa de Alberto Garzón, la que decidió tras las municipales y de la que debe estar convencido, es esa unión forzada y fatal que esconde augurios que el dirigente de IU no quiere ver.

Los obtusos no son quienes rechazan una proposición, sino quienes insisten una y otra vez, y otra más, quienes aparecen en los medios chantajeando (bueno, realizando un “emplazamiento público”) y se vuelcan con la opinión pública para presionar y que se acepte su voluntad, generando incertidumbre a tanta gente y entorpeciendo a un posible aliado en el futuro. Piden humildad a la cúpula de Podemos y que piensen en la gente, pero no está tan claro que aquellos que no aceptan sus derrotas o, peor aún, están cómodos en ellas; aquellos que no han sabido ni querido reinventarse y que rechazaron como el resto a las fuerzas emergentes, estén pensando en la gente. Eran miembros de IU aquellos que pedían a gritos un cambio del partido, y tuvieron que buscarlo fuera; y ahora suspiran por llegar a esa alianza. Pablo Iglesias ha dedicado consideraciones muy contundentes sobre lo que representa IU como partido –no sus militantes, entre los que estuvo–, y aunque sus formas han dejado mucho que desear en tantas ocasiones, la claridad no ha podido ser más meridiana, y las explicaciones, legítimas y respetables. IU está enferma, enferma de vejez, de impotencia, de comodidad. A pesar de lo importante que han sido –y quizás sigan siéndolo–, nunca lo fueron a ojos de los principales partidos y medios como para recibir grandes ataques, y hoy debe ser muy cómodo tener ahí a Podemos encajando absolutamente todos los golpes mientras ellos secundan algunos de sus planteamientos o se apuntan al “yo lo dije antes” (a veces con razón) o se suman de vez en cuando a los que golpean. Debió de ser muy cómodo, por lo menos hasta que vieron peligrar su existencia.

No hace falta hablar de la importancia de Izquierda Unida. El propio Garzón es un político brillante y prometedor, aunque sus dotes de liderazgo son más cuestionables. El trabajo de muchos de sus miembros ha sido de grandísimo valor para la gente... Y seguro que puede seguir siéndolo, pero eso depende de ellos. De Podemos depende seguir trabajando en las instituciones conquistadas este año; atender a la evolución de fuertes liderazgos para el futuro como el de Ada Colau y seguir articulando los contra-relatos que tumben el estado de cosas, de manera que siga sumándose gente a la lucha que hay que dar en España y en Europa para revertir las relaciones de poder. El bajón catalán es una oportunidad para recordar que solo se supera al poder mediático y sus relatos acercándose a la gente, bajando a las calles de las que se emergió. E IU estará donde quiera estar, incluso apoyando a Podemos si lo desea.

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Himar Reyes Afonso es socio de infoLibre

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