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Sobre el Gobierno de Sánchez (y de Iglesias)

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Rafael Sánchez Sánchez

Hace unos días publicaba José Antonio Zarzalejos en El Confidencial un artículo con el inequívoco título de “El exitoso proyecto de Pablo Iglesias”. Comenzaba su texto el prestigioso analista político con una afirmación, desde luego poco original y frecuente en los tiempos que corren, “Pedro Sánchez tiene un proyecto político que es el de mantenerse en el poder”. Curioso, debe ser raro que un presidente de Gobierno trabaje para mantenerse en el poder. Pero sigamos, a renglón seguido y en la misma línea afirma que por ese ansía de poder los escrúpulos ideológicos de Sánchez son mínimos. De ser esto así deberíamos concluir que todos los presidentes de gobierno que en el mundo han sido carecen de escrúpulos.

La siguiente tesis de Zarzalejos es que el caso de Pablo Iglesias es distinto. En su opinión, el líder de Podemos tiene unos objetivos tácticos y estratégicos. Hay que recordar que Iglesias consiguió su objetivo de entrar en el Ejecutivo porque, tras las elecciones del 10-N, la presencia de Podemos en el Ejecutivo socialista era la única forma de que Sánchez ganara la investidura y se impidiera la formación de un gobierno de la derecha con la misma fórmula empleada en Andalucía y Madrid. Zarzalejos presenta la entrada de Iglesias en el gobierno de coalición como un gran éxito, nadie lo duda, pero también fue éxito de Sánchez formar gobierno e impedir la llegada de un gobierno de la derecha que habría facilitado, sin duda, Podemos al abstenerse de nuevo en la votación de investidura. El siguiente triunfo de Iglesias según Zarzalejos es lograr los apoyos de ERC y Bildu para aprobar los Presupuestos. Según esto habrá que pensar que no ha habido participación del PSOE en las negociaciones con vascos y catalanes, cosa harto improbable. En cualquier caso, lo que resulta evidente es que la aprobación de los Presupuestos va a permitir a Sánchez agotar la legislatura y llegar, si nada imprevisto lo impide, en mejores condiciones que las actuales a las próximas elecciones generales. Entre tanto éxito de Iglesias, hay un dato importante que olvida Zarzalejos. Y es que las últimas encuestas de intención de voto demuestran de forma reiterada que el PSOE no se ha visto afectado por el desgaste que supone gobernar en plena pandemia y que mantiene una amplia ventaja sobre el PP. Sin embargo, Podemos no despega y sigue situado en una preocupante cuarta posición por detrás de Vox.

Pero Zarzalejos va más allá y plantea que por obra y gracia de Iglesias ERC y Bildu se “incorporan a la dirección del Estado”. Esta afirmación además de ser subjetiva y ajena a la realidad, supone tanto como decir que Vox se ha incorporado a la “dirección de los gobiernos de Andalucía y Madrid”, por el sólo hecho de que apoyan parlamentariamente a estos dos gobiernos autonómicos. Zarzalejos destaca también como logró de Iglesias haber conseguido que ERC y Bildu, a los que califica como partidos antisistema, tengan ahora un “estatus de respetabilidad política” al pactar con el PSOE. Resulta sorprendente esta afirmación, sobre todo si tenemos en cuenta que Bildu en las últimas elecciones del País Vasco quedó en segundo lugar tras el PNV y con el doble de escaños que el Partido Socialista de Euskadi. Debe ser que en ese momento Bildu no era un partido respetable políticamente a pesar de que le votaron 250.000 ciudadanos vascos. En cuanto a ERC los resultados de las elecciones de 2017 les situaron como tercer partido más votado con 32 escaños seguido por el PSC que solo consiguió 17 escaños. Por supuesto en ese momento no tenían estos partidos ningún tipo de pacto con el PSOE. Concluye Zarzalejos con una preocupante premonición y es que el objetivo final de Iglesias es la “deconstrucción del Estado y de España”.

Hay algo muy importante que subyace en el artículo de Zarzalejos y es lanzar el mensaje de que Iglesias –sea verdad o no– tiene el control del Gobierno de Sánchez, de un gobierno calificado de forma reiterada por el PP y Vox como socialcomunista y con “socios separatistas y filoetarras”. Es indudable que Abascal ha conseguido que cuaje este mensaje en crecientes sectores de la sociedad, especialmente después de perder la moción de censura en la que teóricamente Pablo Casado escenificó su “giro al centro” y declaró su ruptura con Vox. Parece que Zarzalejos quiere contribuir con su artículo a incrementar el temor de que el actual gobierno de coalición puede ser nocivo para España porque supuestamente está controlado por Pablo Iglesias.

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Yo recomendaría a Zarzalejos que leyera un excelente artículo, “Cuando Pablo Iglesias apostó una cena con Otegi”, de la periodista Marta García Aller, también colaboradora de El Confidencial, en el que mantiene posiciones bien diferentes sobre la influencia de Pablo Iglesias en el gobierno de Sánchez. García Aller maneja en su artículo varios argumentos con los que viene a demostrar que “Moncloa ha cambiado más a Iglesias que viceversa”. Destaca Aller en este sentido varios temas en los que Sánchez ha ninguneado a Iglesias, o en los que ha tenido menos protagonismo del que le hubiera gustado. E incluso en algún asunto en el que aparentemente ha triunfado Iglesias, como la subida del salario mínimo o la negociación de los ERTE, no ha sido Iglesias el gestor que lo ha conseguido, sino más bien su ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, que por su discreción y buen hacer puede tener bastante futuro en sucesivos gobiernos del PSOE.

Así pues, resulta poco creíble el protagonismo y el control del Gobierno de coalición que según Zarzalejos tiene Pablo Iglesias. Resultaría extraño que Pedro Sánchez, que resucitó políticamente tras ser desalojado de la Secretaría General del PSOE, que ganó después las elecciones primarias a Susana Díaz, que llegó a la Presidencia del Gobierno tras ganar la moción de censura a Mariano Rajoy, y la mantiene tras ganar en dos ocasiones las elecciones generales, vaya a poner en riesgo su proyecto político, que indudablemente tiene, ante las supuestas hábiles maniobras de Pablo Iglesias.

Rafael Sánchez Sánchez es analista político y socio de infoLibre

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