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Yo, cíborg. Y tú también. Y tú. Y tú

El biofísico Hugh Herr.

Hace tres años, Neil Harbisson logró aparecer en su pasaporte con el eyeborgeyeborg, dispositivo electrónico que utiliza para identificar qué colores está viendo. Así se convirtió en la primera persona en el mundo reconocida como cíborg.

Pensé en él al escuchar que Hugh Herr, ingeniero y biofísico que ha desarrollado unas extraordinarias piernas biónicas que él mismo usa, había ganado el Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica.

Y entonces recordé que en octubre se celebrará Cybathlon, competición en la que participarán discapacitados con piernas y brazos biónicos.

"Hoy existen cíborgs explícitos como Harbisson o Herr, pero la representación de seres artificiales y protésicos en la ficción viene de lejos. Desde el relato La pata de palo de José Espronceda, donde el protagonista necesita una pierna artificial y esta se vuelve en su contra, hasta películas como Robocop, donde la tecnología sirve para que el protagonista recupere su humanidad, vuelva a andar, a hablar y a relacionarse con el mundo". 

Teresa López-Pellisa es profesora de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada en la UAB y autora de Patologías de la realidad virtual. Ciencia ficción y cibercultura (Fondo de Cultura Económica). En su opinión, ya estamos tardando en ser conscientes de nuestra artificialidad, porque todos llevamos diferentes prótesis y tecnologías: desde la ropa o las vacunas a las transfusiones de sangre o los implantes cocleares. Es decir, ya somos cíborgs o, por decirlo de otro modo: el homo sapiens es por definición un cíborg, porque "desde hace siglos hemos participado activamente en nuestra propia evolución a través de diferentes prácticas eugenésicas" y negar el mundo artificial, tal y como sostiene Antonio Rodríguez de las Heras, sería negarnos a nosotros mismos.

Todo, todo, todo está en los libros...

Robots, androides… La literatura y el cine los crearon mucho antes que los científicos se pusieran manos a la obra. También los cíborgs, palabra que nace en inglés de la fusión de cyber y organism y que debemos a los científicos Manfred E. Clynes y Nathan S. Kline, que lo explicaron así: "Un cíborg es esencialmente un sistema hombre-máquina en el cual los mecanismos de control de la porción humana son modificados externamente por medicamentos o dispositivos de regulación para que el ser pueda vivir en un entorno diferente al normal".

"Hay una realimentación constante entre los autores de ciencia ficción, tanto audiovisual como escrita, y los hombres y mujeres que diseñan el futuro —apunta Eduardo Vaquerizo, ingeniero y escritor—. La ciencia ficción a menudo explora lo que a la humanidad le fascina, apetece, teme o necesita y eso crea un caldo de cultivo para que la ciencia y la técnica investiguen y descubran. Desde siempre el hombre ha usado herramientas, somos un homo habilis. Desde siempre también se ha imaginado la fusión del hombre y la herramienta para hacernos mejores y más capaces, no es más que llevar un paso más allá esa necesidad". 

"Es un camino de ida y vuelta —asegura López-Pellisa—. Cuando pensamos en cibercultura siempre nos viene a la mente la sociedad contemporánea, y a mí me interesa más pensar en el concepto ampliado de cibercultura que manejan Andoni Alonso e Iñaki Arzoz para los que es la cibercultura la que ha generado las nuevas tecnologías informáticas, y no al contrario". 

La idea es que sin toda una serie de textos literarios, teorías científicas y filosóficas o prácticas artísticas, no hubiéramos desembocado en lo que conocemos actualmente como Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación, "y en cierta manera es la literatura la que también ha impulsado este imaginario tecnológico: desde las utopías científicas del Renacimiento hasta textos del siglo XX de ciencia ficción. La palabra 'robot' aparece por primera vez en la obra de teatro de ciencia ficción R.U.R. (1921), del escritor checo Karel Čapek, y la palabra 'ciberespacio' la acuña el novelista William Gibson en la novela ciberpunk Neuromante (1984). Hoy todos utilizamos estas palabras como si hubieran salido de un laboratorio, sin pensar que fueron engendradas en la imaginación de un escritor".

Le pido a Vaquerizo los nombres capitales. Cita "a Gibson, por supuesto, pero también a Neal Stephenson, Bruce Sterling, Phillip K. Dick, Pat Cadigan, Effinger y otros no directamente adscritos a esa corriente, como Ballard y Lem, que también exploraron esa frontera hombre-máquina aunque no desde los supuestos del ciberpunk más canónico". Los define como "adalides de la nueva carne, de la fusión entre hombre y máquina", visionarios que cuando vieron que la tecnología invadía no solo nuestro medio ambiente sino también nuestro cuerpo, lejos de tratarlo "como una cuestión negativa y moralizante, con auténtico espíritu punk, abrazaron el exceso, exploraron nuevas relaciones entre el cuerpo y la tecnología haciendo que la piel fuera una barrera abolida".

Eso es historia. Reciente, pero historia. En la actualidad, explica Teresa, el cine y la literatura de ciencia ficción se sirven de las teorías de los ingenieros en inteligencia artificial y realidad virtual, filósofos poshumanistas y físicos cuánticos para recrear y divulgar estas teorías a través de los mass media. Y, al contrario, algunos de estos científicos trabajan en las posibilidades que mostraron algunos autores literarios para ver si sería posible llevarlas a cabo. "H. G. Wells proponía una nueva disciplina de estudio para las universidades con el nombre de 'Ecología humana', dedicada a la investigación de la proyección social de las consecuencias biológicas, intelectuales y económicas que podrían ocasionar los cambios científicos y tecnológicos para el ser humano en cada época. Y podríamos afirmar que esa ecología humana es la que practica la ciencia ficción a través de la proyección, especulación y ensayo de diversas hipótesis de mundos posibles, para reflexionar sobre el mundo en el que vivimos y en el que querríamos vivir".

Cinco patologías de la realidad 

Queda dicho, López-Pellisa es autora de Patologías de la realidad virtual. Ciencia ficción y cibercultura, donde trata de cómo cuestiones como la bioingeniería, la reproducción artificial, la inteligencia artificial, la realidad virtual, la hiperpolítica, etc., aparecen en la literatura y el cine de ciencia ficción. Y diagnostica cinco patologías de la realidad virtual. Son éstas:

- La esquizofrenia nominal, "la utilización abusiva de términos como virtual, ciberespacio o realidad virtualvirtualciberespacio realidad virtual para hacer referencia a todo lo que tiene que ver con la tecnología, como sucede en la película Origen de Christopher Nolan".

- La metástasis de los simulacros, que "sirve como metáfora de la proliferación, propagación, penetración e invasión de los simulacros en el tejido de lo real, como sucede en eXistenz de David Cronenberg".

- El síndrome del cuerpo fantasma, que le "permite reflexionar sobre la interacción humano-máquina, como en Ciudad permutación de Greg Egan".

- El misticismo agudo, que "hace referencia a la cibermetempsicosis y la inmortalidad ofrecidas por el espacio digital, como en Transcendence de Wally Pfister».

El ingeniero biónico Hugh Herr, premio Princesa de Asturias de Investigación

El ingeniero biónico Hugh Herr, premio Princesa de Asturias de Investigación

- Y el síndrome de Pandora, que alude "a los textos literarios y cinematográficos protagonizados por mujeres artificiales, como en La invención de Morel de Adolfo Bioy Casares".

Lo curioso es que la misma literatura (y el cine, por supuesto) que espolea a los científicos nos inocula el miedo ante lo que todos presentan como nuestro futuro ineludible, el de mestizos. Ineludible e inmediato. Porque, concluye López-Pellisa, ya somos la versión actualizada del homo sapiens versión beta, pudiendo considerarnos humanus 2.0, ya que la colonización de la biotecnología y la bioinformática en nuestras vidas, en nuestros cuerpos y como mediación en nuestras relaciones sociales es una realidad, y somos humanus sapiens y no homo sapiens, porque esta relación con las nuevas tecnologías nos permite trabajar sobre las nociones dicotómicas de género. Tal y como sostiene Donna Haraway en su manifiesto sobre el cíborg, esta identidad posmoderna nos permite pensar en un mundo posgénero y poshumano.»

Un mundo que antes de ver pudimos leer… "Los libros, más que las películas, tienen la suerte de que no necesitan grandes presupuestos, tan solo un autor con valentía y coraje suficientes para especular salvajemente —afirma Vaquerizo—. En mi opinión los libros van a años luz de la ficción audiovisual, y la ficción audiovisual un poco por delante de la realidad. En terrenos de lo posible, entre los que se mueve como pez en el agua la fantasía, la ciencia ficción actúa como rompehielos que va abriendo el camino del futuro"

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