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Historia

El "No pasarán" que todavía molesta a la derecha

En la sala de bóvedas de la Casa de la Panadería, en la Plaza Mayor de Madrid, no cabe un alfiler. El pequeño espacio de exposiciones del Ayuntamiento de Madrid no es especialmente conocido, y este frío miércoles de un abril poco primaveral no es tampoco propicio a los paseos. Pero, pese a que no es festivo en la capital, en la muestra No pasarán. Madrid 1936. 16 días No pasarán. Madrid 1936. 16 díashay el mismo bullicio que en la plaza, repleta de turistas, guías y vendedores de todo tipo. La exposición dedicada a los 16 días que duró la defensa de Madrid frente al levantamiento fascista en 1936 no es una superproducción, pero ha contado con muy buena publicidad: la presencia, en su inauguración, de las alcaldesas de Madrid y Barcelona, Manuela Carmena y Ada Colau; y la posterior reacción adversa de buena parte de la derecha política y mediática, espantada por la iniciativa.   

"Es importante reivindicar que el ejemplo de resistencia de la batalla de Madrid bajo el lema 'No pasarán' es una referencia democrática en Europa", decía hace una semana Colau, extrañada ante la polémica que había levantado la muestra: "No es normal que sea incómodo reivindicar algo tan básico como que no hay democracia sin antifascismo, porque miles de personas dieron la vida contra el fascismo y por la democracia". Carmena se sumó a las reivindicaciones: "Madrid estaba manteniendo una batalla por la legalidad. A veces se nos olvida quienes habían sido los rebeldes".

Las críticas no tardaron: para el portavoz del PP en el Ayuntamiento de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, la exposición "busca el enfrentamiento y no la reconciliación, busca la división y no la unión y busca reabrir heridas y no cerrar definitivamente las heridas". El locutor de la COPE Carlos Herrera criticaba poco después en su programa: "En esta exposición nadie se acuerda de Paracuellos, de los asaltos, de los expolios… de otras víctimas que hubo en ese Madrid de la legalidad republicana. Nadie se acuerda del franquismo, excepto estas. Bueno, y todos estos que parece que vivan de él". El periódico ABC titulaba: "Carmena y Colau se empeñan en volver a la Guerra Civil". 

 

Evacuación de niños de la ciudad de Madrid. / ANÓNIMO, MECD. CDMH

Ahí está la exposición No pasarán, llena de visitantes —incluidos varios grupos de turistas extranjeros— en una mañana laborable. Comisariada por el historiador Gonzalo Berger y la documentalista Tània Balló (responsables también de la edición de Querido diario: hoy ha empezado la guerra, el dietario inédito de una adolescente escrito durante la contienda), organiza en 16 breves secciones información conocida e inédita sobre la defensa popular de una ciudad asediada por las tropas franquistas entre el 7 y el 23 de noviembre del 36. Estos capítulos abordan, a través de fotografías, algunos objetos y pequeños textos explicativos, asuntos como el despliegue de las columnas rebeldes, las consecuencias de los bombardeos, la organización de las milicias en Madrid, la evacuación de 250 civiles entre noviembre y diciembre, la asistencia de columnas de voluntarios procedentes de otras regiones o la marcha del Gobierno republicano a Valencia.

Figuran también, pese a las declaraciones de Herrera, las ejecuciones de Paracuellos. De hecho, la exposición recoge una lista poco conocida, la de los 973 presos de la cárcel modelo de Madrid que fueron evacuados para ser trasladados a la de Valencia pero que acabarían siendo ajusticiados por el bando republicano. Sí es cierto que la sección en la que se incluye, titulada "El otro Madrid" y dedicada a la parte de la ciudad que apoyaba a los sublevados, es inusualmente escueta: su único contenido es el listado mencionado. Los comisarios justifican su decisión insistiendo en que la muestra trata la defensa organizada de Madrid, y no a quienes pudieron facilitar o desear la entrada del ejército franquista en la ciudad. 

En la presentación, Balló subrayaba que el objetivo de la muestra era reconciliar a los madrileños con su historia: "Madrid tiene que dejar de ser la ciudad franquista por excelencia para convertirse en referente de la libertad y del 'No pasarán". Berger señalaba que se trata de un homenaje a la actuación colectiva ante el avance del ejército sublevado: "La batalla de Madrid y su resistencia adquiere sentido reivindicarla si es a partir del comportamiento colectivo de los madrileños. Son ellos los que ganan la batalla". Así, la exposición se centra en las experiencias de los ciudadanos y obvia el movimiento de grandes figuras militares o los enfrentamientos entre distintas familias de la izquierda. 

 

Dos milicianos en dirección al frente. Madrid, 1936. / MECD. CDMH

El mural que recibe al visitante da una idea de la urgencia de la defensa popular de Madrid y de la heterogeneidad de sus combatientes. En las fichas de inscripción en la milicia se ven las fotografías de Florencio Torrijos Vera, jornalero y miembro de CNT, destinado al Batallón Martínez Barrio; de Manuel Chacón Pantoja, pintor de UGT, de la misma compañía; de Valentina Amigo Gudina, de 23 años, dedicada a "sus labores" y enviada a la Centuria de Choque; de Antonio Rodríguez, practicante de izquierda republicana... Y de trabajadores de Murcia, Valencia, Cataluña, Euskadi o Andalucía que acudieron por miles a la llamada de auxilio de la capital. Entre los pocos grandes nombres señalados en la muestra, el de Buenaventura Durruti: los comisarios exhiben la carta inédita en la que la FAI y la CNT acuerdan enviar al sindicalista, al frente de su columna, a Madrid, donde fallecería el 20 de noviembre. 

Figuran también dos comunicaciones de Francisco Franco, futuro dictador. Una, del 7 de noviembre, con las tropas fascistas a pocos kilómetros del centro de Madrid, reza: "¡Madrileños! Madrid va a ser libertado. Tened calma, y apartaos de la zona de combate. Conservad a vuestras familias dentro de vuestras casas, que nuestras disciplinadas y nobles tropas las respetarán  y sabrán protegerlas. (...) ¡Milicianos y obreros de Madrid! Arrojad las armas y libraos de vuestros canallescos dirigentes, que siempre os engañaron y ahora os abandonan...". A mano, una indicación: "Imprimir tipo grande en hojitas de este tamaño 200.000 ejemplares urgentes". Contra todo pronóstico, tras el rápido ascenso de Franco desde el sur, Madrid tardaría algo más de lo previsto en ser libertado

No pasarán exhibe también parte del proyecto del cineasta Pedro Sara, que graba a testimonios directos de la defensa de Madrid. A Santos Cortés Esparraguera, que tenía apenas 15 años por entonces, y que asegura: "Fue una cosa instintiva. Madrid no la defendieron solo los madrileños, sino toda España". (Y que también advierte: "En las guerras, lo que más perjudicado sale es la verdad".) O a María González Fuertes, nacida en 1919, que recuerda a Críspula, Ana, Nati, tres de las 273 víctimas mortales de los bombardeos en esas dos semanas de noviembre, a los que habría que sumar 1.259 heridos. Dionisos Martínez Díaz, que vivió el asedio con solo 9 años. "Yo no sé cómo vivo, no lo sé", dice quien ocupaba por entonces una casita "a 100 metros de las trincheras".

Virgilio Fernández del Real, entonces un anestesista de 18 años, luce aún un broche con los colores republicanos: "Lo importante es que la gente tenía un motivo por el que luchar". Francisca Martín Isidro, nacida en 1925, habla con convicción. Recuerda a su madre, que murió de avitaminosis, "una palabra muy técnica pero que quiere decir 'hambre", antes de acabar la guerra. Y dice: "El pueblo de Madrid pensaba que el gobierno era suyo. Madrid entero lo defendió Madrid". O también: "Cuando terminó la guerra fue como si hubiera caído una losa sobre Madrid. Eso sí que era tristeza". Otros madrileños escuchan ahora sus voces.  

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Fe de erratas: Buenaventura Durruti no murió el 19 de noviembre de 1936, como se decía en el artículo, sino en la madrugada del 20. 

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