Literatura

Laura Restrepo: "El desprecio por la mujer es una escala que va subiendo hasta que llega al crimen"

La escritora colombiana Laura Restrepo.

La muerte de Yuliana Samboní reverbera en muchas otras. La niña de siete años fue raptada en 2016 en un barrio humilde de Bogotá, y posteriormente torturada, violada y asesinada por Rafael Uribe Noguera, arquitecto de 38 años perteneciente a una conocida y adinerada familia colombiana. A partir de ese crimen que provocó grandes manifestaciones en el país pidiendo la condena del agresor, la escritora Laura Restrepo (Bogotá, 1950) hace su última novela, Los Divinos (Alfaguara), un ejercicio de imaginación. Partiendo del crimen real, pone en escena a personajes ficticios, el asesino y su grupo de amigotes, apodados los Tutti Frutti, para preguntarse por qué mecanismos ese hombre acaba haciendo lo que hace y cómo los hombres de su entorno disculpan o incluso encubren el delito. En el lector español, resuenan casos como el de Nagore Laffage, violada y asesinada por José Diego Yllanes Vizcay, o, más recientemente, el de la Manada. En otros países, apunta la escritora, se recordarán otros. Porque casos no faltan. 

Pero esto es ficción. "Lo que sale a la luz es lo que subyace a los hechos, no los hechos en sí", advierte Restrepo en Madrid, donde se encuentra para hacer promoción del libro. "Cómo es la persona que puede hacer esto, quiénes lo rodean, cuál es el trato que tiene con otras mujeres, cuál es su noción de la vida". En este caso, el asesino es el Muñeco, el más popular de esta panda de colegio de pago y carteras llenas, el chaval guapo y ligón que ordena y manda. Junto a él, el Duque, Tarabeo, el Píldora y el Hobbit, el más callado, el menos dispuesto para esa vida de éxito, autoridad y fiesta que mueve a los amigos, y, por ello, el narrador. Uno comete el crimen y los demás, con mayor o menor compromiso, acaban enfangados en él, más dispuestos a asistir a un amigo que a dejarse tocar por el horror. Recuerda Restrepo: "Ellos tienen ese juramento de fidelidad incondicional, eso de que hagas lo que hagas voy a cubrirte la espalda, que es un pacto de clase también".

 

Los únicos elementos de no ficción que aparecen en la narración es la naturaleza del delito, la edad de la víctima, el hallazgo de un zapato de niña en el coche del agresor, la reacción social contra el criminal y su pronta llegada a prisión. (Además, se reproduce una carta similar a la que Rafael Uribe escribió, un mensaje de disculpas sui generis.) En aquel diciembre, se sucedieron las concentraciones que pedían "solidaridad y justicia para Yuliana". En ellas se reunían las reclamaciones de cadena perpetua para el que consideraban un "degenerado" con las proclamas feministas que contextualizaban esta muerte dentro de la violencia contra la mujer. De uno y otro lado, la preocupación por que la buena posición social de los Uribe, frente a los escasos recursos de la familia de la víctima, pudiera librarle de la cárcel. No fue así: el arquitecto cumple una pena de 58 años de cárcel

No es necesariamente la norma con la violencia machista. Pero "aquí la víctima tenía ese carácter de víctima absoluta, no había manera de minimizar el hecho con atenuantes". ¿Qué quiere decir eso? Para la escritora, que "ni en la mentalidad más torcida, en esas mentalidades horribles que dicen 'es que estaba borracha' o 'es que llevaba minifalda' o 'es que le gustó', ni siquiera para ellas tiene cabida el justificar algo así". En otros casos, como el de la Manada, que Restrepo ha seguido, las consideraciones sobre la responsailidad de la víctima en el crimen o sobre su supuesto disfrute durante el abuso. "Y pensar que yo voy por la calle y me cruzo con hombres que piensan así...", dice Restrepo, señalando vagamentea la ventana. Desea que, aunque el de Yuliana Samboní fuera un delito con unas circunstancias particulares, la reacción social contra el feminicidio continúe: "Yo creo que ayuda a desmontar esa mentalidad que favorece al varón. Te obliga a mirar de frente la brutalidad del hecho, pero eso no quiere decir que no sea igualmente brutal otro tipo de agresión sexual".

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Tampoco el delito llega de la nada. El de Yuliana Samboní "es excepcional en la medida en que es de una ferocidad nunca mostrada antes", dice la novelista, "pero me interesaba mucho ver la relación de cada uno de los Tutti Frutti con las mujeres". En los demás amigos, incluso en el aparentemente inocente Hobbit, que ejerce una mirada crítica, hay un rastro de misoginia que "se expresa en términos tolerados por la sociedad": "La cosificación, la idealización, la utilización, el mantenerlas —como en el caso de Tarabeo con su mujer— sometidas a un proceso de engaño...", enumera Restrepo.

Y dos interacciones con dos grupos sociales que son especialmente reveladoras. De un lado, "el trato con las empleadas del servicio, que es una primera iniciación del irrespeto a la mujer, porque no tienen ni voz ni voto y sus hijos dependen del dinero que ganan y por tanto están a disposición de lo que quieran los varones de la casa". De otro, "el trato con las prostitutas, lo que dicen de ellas: 'Hay mujeres que se respetan y mujeres que no son para respetar". "El desprecio por la mujer", concluye, "es una escala que va subiendo hasta que llega al crimen". 

¿Por qué mirar al asesino, y no a la víctima, sometida por ser pobre, indígena y menor, además de mujer, a la mayor invisibilización? "No hay que justificar, pero sí entender", responde. Pone como ejemplo que en el caso de la Manada se toma a todos los condenados como si fueran uno: "En mi caso, me parecía importante individualizarlos, estudiarlos por separado, mirar dinámicas de liderazgo de unos y sometimiento de otros". Confía en que, al comprender, se pueda empezar a "desactivar algo". Y habla de que, además de las lectoras que suelen acercarse a sus libros, y particularmente a los que se ocupan de la violencia contra la mujer, ve en esta ocasión cómo lectores jóvenes se acercan al libro. "Me parece fundamental que el trabajo se haga de los dos lados, porque si no las mujeres nos vamos a estar chocando constantemente contra esa mentalidad infantil y machista que defiende su derecho a no se sabe qué". La de los Tutti Frutti y la de tantos otros. 

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