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Cultura

La memoria histórica que se construye entre todos

El Valle de los Caídos es una de las voces recogidas en el 'Diccionario de la memoria colectiva'.

Este es un diccionario que no pretende definir. Aparecen en él 270 voces como amnistía o campo de refugiados, pero también Valle de los Caídos, Che Guevara o banalidad del mal. O incluso el de obras culturales como El abrazo de Juan Genovés o Shoah de Claude Lanzmann. Y lemas: "¡No pasarán!", "Nunca más". El Diccionario de la memoria colectiva, editado por Gedisa, rastrea los conceptos, expresiones, sucesos o creaciones artísticas que marcan el recuerdo, pero el recuerdo común. No era una tarea sencilla: la han realizado 187 expertos de distintas disciplinas a lo largo de siete años, y recoge términos que afectan a la historia de cuatro continentes (queda fuera Oceanía).

"La memoria no está sólo compuesta por el recuerdo de experiencias vividas, sino también por recuerdos transferidos o adquiridos y en buena medida negociados y acordados", escribe Ricard Vinyes, catedrático de Historia Contemporánea de la Universitat de Barcelona, que dirige el proyecto. Se trata, por tanto, de saber qué elementos constituyen lo que llamamos memoria colectiva —un concepto nacido en torno a 1970, y por eso el diccionario se centra en el último medio siglo— y qué significarían hoy. Porque, en palabras de Vinyes, "una parte del poder de fascinación de la memoria es que tiene apariencia de verdad, y sin embargo es mutable". Eso quiere decir que los memoriales que se construyen hoy, o los especiales sobre memoria, o el hecho de que unas fotografías y no otras permanezcan en el recuerdo dicen mucho sobre aquello que sucedió, pero también sobre lo que sucede hoy. 

 

Explica Vinyes que el proyecto no es exhaustivo "porque la exhaustividad es precientífica", y picotea aquí y allá en los terrenos que ha considerado más fértiles. El consejo científico del proyecto está formado por investigadores de 16 centros. Proceden de universidades como la Sorbona de París, la de La Sapienza en Roma, de la Berkeley en California (Estados Unidos), la Federal de Río Grande en Brasil, la de Chile o la de Córdoba en Argentina. Pero también de centros como el Museo memorial de l'Exili en Girona, El Born Centre de Cultura i Memòria en Barcelona, el argentino Núcleo de la Memoria o el canadiense Centre for Memory and Testimony Studies. Debido, precisamente, a la heterogeneidad de participantes, son diversas las procedencias de los términos estudiados, y aquellos que son conceptos abstractos que afectan a distintos territorios —archivo, bombardeo, delito político— quedan marcados por la procedencia o el área de interés del investigador que lo redacta.  

Del deber de memoria al Valle de los Caídos

Parte de la obra está dedicada a conceptos abstractos, nacidos en torno al mismo estudio de la memoria colectiva. Así, se encuentran voces como archivo, antropología forense, justicia universal o crimen de lesa humanidad. Pero también otros, menos presentes en los medios y las conversaciones. Se habla de biologismo memorial, como la corriente que, en palabras de Vinyes, convierte el "sufrimiento [de las víctimas] en principio de autoridad memorial sustitutiva de la razón". O de cambios metahistóricos, "el proceso a través del cual las sociedades dotan de sentido el pasado y detectan alteraciones en la valoración del pasado", según escribe Gisele Iecker de Almeida, de la Universidad de gante. O del deber de memoria, un concepto cuyo auge sitúa Francisco Erice, de la Universidad de Oviedo, a partir de 1980, en relación a los crímenes del nazismo: en su "imperativo de justicia", el investigador de "una dimensión moral y a menudo religiosa". Y hay más: ciudad inmoral, contramonumento, crisis de la presencia, familismo, giro genético, mercantilización de la memoria... 

Hay otras voces menos teóricas, más materiales, que parecen sin embargo difíciles de acotar. Bombardeobúnker, campo de concentración y exterminio, campo de refugiados, colaboracionismo, delator, genocidio... Para hablar de bombardeos, por ejemplo, se repasa su uso como herramienta de revolucionarios —aparece Camus y su reflexión sobre la violencia revolucionaria en Los justos—y como arma de guerra, pero también su conexión con la imagen del apocalipsis a partir de la destrucción de Hiroshima y Nagasaki. En la voz campo de concentración y exterminio se habla inevitablemente del Holocausto, pero también de la imposibilidad de narrar lo ocurrido dentro de ellos. La voz delator reivindica el peso de esta figura en los sistemas totalitarios, convirtiéndola casi en una categoría moral propia de estos regímenes.  

Hay en el Diccionario de la memoria colectiva al menos una quincena de voces que se refieren a hechos exclusivos de la historia española: está Gernika y el Guernica, está el golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 y la Guerra Civil, está la guerrilla antifranquista y el documental Rocío, de Fernando Ruiz Vergara. Y está el Valle de los Caídos, voz a la que la propuesta del Gobierno de exhumar los restos de Franco convierte en polémica, pero es también de las más discretas en su redacción. La redacta José María Calleja, de la Universidad Carlos III de Madrid: "El Valle de los Caídos fue mandado construir por Franco para perpetuar la memoria de los que cayeron en el bando nacional en la  denominada gloriosa cruzada". Se dan cifras: 33.847 enterrados, de los que 21.423 no están identificados. "El Valle de los Caídos se mantiene", dice Calleja, "como fue concebido por su creador, no se ha convertido en un espacio de reconciliación entre españoles, ni tampoco en un lugar de explicación de la guerra y la dictadura franquista conforme a criterios históricos, rigurosos y democráticos".

El recuerdo en la ficción

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¿Y qué hacen en medio de todo esto ciertas fotografías icónicas, documentales o incluso películas de ficción? Sobre las primeras señala Vinyes "la importancia que han tenido en el establecimiento de memorias comunitarias e incluso para una memoria política global contemporánea". ¿Se puede pensar en la revolución cubana sin la foto de Alberto Korda donde se ve al Che Guevara con su boina y su mirada al infinito? ¿Existe la guerra de Vietnam sin la imagen de la niña quemada con napalm tomada por Nick Ut? Con el mismo criterio, el diccionario recoge "películas o documentales que han obtenido gran popularidad, o han provocado un debate de cierta envergadura, social o académico, bien en el momento de su estreno o con posterioridad a él". La lista de Schindler, de Steven Spielberg, o El hundimiento, de Oliver Hirschbiegel, han marcado el debate sobre la realidad del régimen nazi y el Holocausto aunque sean obras de ficción. Sin La historia oficial, película de Luis Puenzo que ganó el Oscar en 1986, quizás no existiría en Argentina el relato que hay hoy de los hijos de desaparecidos. 

No lo dice Vinyes, pero está implícito en el libro: si todo, desde la investigación universitaria hasta los medios y el arte, construye y modifica nuestra memoria común, este libro no esta excluido. El Diccionario de la memoria colectiva será quizás una voz más de un futuro diccionario todavía no escrito. 

 

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