Desde la tramoya

El Jemad de Podemos

Julio Rodríguez es una persona extraordinaria. Tuve el privilegio de conocerle uniformado en su despacho de la calle Vitrubio. Y el placer de charlar con él también en varias ocasiones en mangas de camisa, en conversaciones más informales. Además de su vasto conocimiento técnico de la Defensa, es un progresista convencido y pondría la mano en el fuego por él sin dudarlo. Zapatero y Chacón hicieron muy bien nombrándole. En las Fuerzas Armadas se le recuerda como uno de los mejores Jefes del Estado Mayor de la Defensa de la Democracia.

Por eso Podemos se ha marcado un buen tanto anunciando que será número dos en la lista al Congreso por Zaragoza. Es probable, aunque no seguro, que Julio ocupe un escaño, porque por Zaragoza hay siete y es posible que Ciudadanos se lleve un par del PP (que actualmente tiene cuatro) y allí está el fenómeno Chunta Aragonesista por la izquierda, que ya no tiene a Labordeta pero sí su recuerdo. De cualquier manera, el ex Jemad sería un muy buen parlamentario, sin duda.

Pero hay algo más que eso. Pablo Iglesias ha dicho que Julio Rodríguez sería su ministro de Defensa. Eso es otro cantar. En primer lugar, porque resulta realmente extraño (y pelín “bolivariano”, salvando el Océano) que Podemos rompiera la tradición que desde la Transición, marca que los ministros de Defensa sean civiles. Fue un avance importante que en España, como en el resto de Europa, fueran civiles y no militares los que dirigieran las Fuerzas Armadas desde el Gobierno. Aunque Julio Rodríguez está retirado, ya se sabe que los militares nunca dejan de serlo, y sería cuando menos peculiar que España rompiera esa buena costumbre.

Julio Rodríguez, el general que aterriza en Podemos

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Quizá eso sea menos relevante que la incoherencia entre lo que Podemos ha ido proponiendo en materia de Defensa, y el pelotazo de marketing que pegó el miércoles. Podemos empezó diciendo que la elección de ese puesto, precisamente ese, sería democrática, es decir, por votación. Una gilipollez de novatos como cualquiera otra. Luego dijo –y sigue diciendo– que deben auditarse las cuentas de la Defensa. De manera que Julio tendría que auditarse a sí mismo y su sucesor. Raro, muy raro.

Plantea también Podemos que la pertenencia a la OTAN debe someterse a referéndum. Que España no debe participar en misiones internacionales. Y que debe reducirse el presupuesto de Defensa. Aunque luego Iglesias afirmó que estaría dispuesto a subirlo si eso incrementaba la seguridad.

El programa electoral de Podemos en materia de Defensa, es, en fin, un caos que mezcla contradicciones, idas y venidas y tratamientos incoherentes que tratan de agradar tanto a la gente de Izquierda Unida, a la del PSOE que tanto inspira a la joven formación, como incluso al votante de Ciudadanos. Todo no puede ser, y la impostura terminará viéndose. Y el primero que la notará será el propio Julio Rodríguez. Mucha suerte, general.

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