Foro de Davos

Davos: fábrica de ideología y feria de vanidades para las élites

El presidente del Foro de Davos, Klaus Schwab, junto al presidente chino, Xi Jinping.

Este martes dio el pistoletazo de salida la reunión anual del Foro Económico Mundial, un encuentro más conocido como el Foro de Davos, por el municipio suizo en el que se celebra. Durante cuatro días –del 17 al 20 de enero–, gobernantes, políticos, grandes empresarios, periodistas y activistas se darán cita en conferencias, debates y reuniones que girarán en torno al "liderazgo sensible y responsable", el tema escogido para la edición de 2017. No obstante, las élites que acuden a Davos lo hacen también con otra intención: aprovechar el enorme altavoz que supone el foro para promocionar sus mensajes y hacer contactos.

La reunión anual de Davos, que lleva celebrándose desde 1974, es organizada por el Foro Económico Mundial, una entidad dirigida por el economista e ingeniero Klaus Schwab. Pese a no ser un evento de carácter oficial –la organización de Schwab es privada– ella acuden buena parte de las élites políticas y económicas del mundo: este año, por ejemplo, participarán el presidente chino, Xi Jinping; el secretario general de la ONU, António Guterres; la primera ministra británica, Theresa May; o el vicepresidente de EEUU, Joe Biden. El Gobierno español está representado por el ministro de Economía, Luis de Guindos, al que acompañan, entre otros, los banqueros Ana Botín y Francisco González (presidentes del Santander y el BBVA), el ejecutivo y exdiputado Josu Jon Imaz (consejero delegado de Repsol) o el presidente de Telefónica, José María Álvarez Pallete.

Pese a tal concentración de grandes poderes políticos y económicos –que se codean, además, con artistas o deportistas invitados como la cantante Shakira, el actor Matt Damon o el campeón del mundo de Fórmula 1, Nico Rosberg–, en el Foro de Davos no se toman decisiones. Es, más bien, "una representación física del poder", tal y como explica el periodista y exdirector de El País Joaquín Estefanía, que señala que la reunión anual cumple, fundamentalmente, dos objetivos: "verificar las tendencias mundiales" y servir como "feria de las vanidades".

"Decisiones, desde luego, no se toman", pero los encuentros sirven para que las élites tengan días de reuniones y contactos. "Muchos de los ejemplos de puertas giratorias, por ejemplo, se generan aquí", explica Estefanía, que señala que, sin embargo, estos encuentros de los más altos dirigentes económicos y políticos –acompañados de sus "intelectuales orgánicos", entre los que se cuentan "politólogos, sociólogos o periodistas" que dan la "pátina intelectual" al encuentro– tienen, para Estefanía, otro fin: que estas élites se presenten a sí mismas "como representantes del capitalismo de rostro humano".

El economista Ricardo García Zaldívar, presidente de Attac España, tiene igualmente una visión crítica del Foro de Davos, al que define como "un campo de golf inmenso para hacer negocios y para que vean que has entrado en la élite". Zaldívar coincide con Estefanía al afirmar que el evento anual se utiliza para "presentar la cara amable del sistema" a través de las intervenciones de "gente que practica el filantrocapitalismo" –Bono, cantante de la banda irlandesa U2, es un habitual de las reuniones– para maquillar que "la riqueza sigue concentrándose cada vez más".

"El Foro de Davos es una reunión de grandes empresarios y políticos que se erigen en dirigentes sin ninguna representatividad", continúa el economista, que además destaca una de las facetas del evento que menos atención mediática recibe: el "negocio" que supone. "Es un club para los muy ricos, y para participar en él tienes que pagar una fortuna", explica Zaldívar, que tacha el evento de "show a mayor beneficio de sus organizadores".

El papel de las ONG, en cuestión

Pero, ¿tiene el encuentro alguna influencia en el devenir económico mundial? A juicio del presidente de Attac, "depende" de si un gobernante o un gran empresario decide anunciar alguna medida allí. Y es que una de las funciones principales del Foro de Davos es servir de "altavoz" a los asistentes, critica Zaldivar. De este altavoz, no obstante, también se benefician ONG como Oxfam, que este año participa en el evento y que utiliza la visibilidad que ofrece el foro para expandir sus reivindicaciones, algo que para el economista, no obstante, supone "legitimar" la celebración del encuentro.

Por el contrario, Susana Ruiz, responsable del área de justicia fiscal de la ONG, explica que Davos proporciona a la Oxfam la oportunidad de "generar un estado de opinión" con respecto a reivindicaciones como la necesidad de reducir la desigualdad, acabar con los paraísos fiscales o luchar contra el cambio climático, los tres temas sobre los que intervendrá en el evento Winnie Byanyima, directora ejecutiva de la organización. Oxfam, además, lanzó el lunes un informe coincidiendo con la celebración del foro para denunciar la creciente desigualdad.

"Nosotros elegimos participar en paneles donde podemos influir y también manifestar nuestras ideas, porque nos da la opción de explicar nuestras prioridades", argumenta Ruiz, que señala que, por ejemplo Byanyima intervendrá en una conferencia sobre fiscalidad con representates de la OCDE y gobiernos como los de Polonia o Panamá, este último en el punto de mira tras la publicación hace unos meses los conocidos como Papeles de Panamá.

"Es verdad que Davos no es foro para tomar decisiones, como sí puede ser el G20", admite la responsable de Oxfam, que sin embargo señala que, a juicio de su organización, es necesario "estar en todos los niveles de interlocución". "Para alcanzar cambios, es necesaria una parte de intervención, pero también sentarte a la mesa a discutir", sostiene Ruiz, que afirma que acudir a Davos no implica compartir los "argumentos" del resto de los ponentes pero sí ofrece la oportunidad de "poder influir" en sus posiciones. Estefanía, no obstante, rebaja el peso de las ONG en Davos y afirma que se les relega a "un papel de segunda categoría".

"Demasiado protagonismo" en los medios

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Eso es lo que sucede en público, porque, tal y como explican las fuentes consultadas, una de las principales atracciones del Foro de Davos es, precisamente, las reuniones y conversaciones que no se retransmiten. "Davos nos da la oportunidad de dialogar con políticos y grandes empresarios en un espacio de confianza, y de obtener respuestas francas y no políticamente correctas", afirma la responsable de Oxfam. "Al final, lo que se termina haciendo en esos encuentros que no se ven son relaciones; es muy complicado que sirvan para tomar decisiones", plantea por su parte Estefanía.

"A mi juicio, al Foro de Davos se le da demasiado protagonismo en los medios, sin ninguna duda", sostiene el periodista, que afirma que al carácter deliberativo y no decisorio del evento se le suma su declive. "Hace una década tuvo su pico de popularidad, pero se ha devaluado", sostiene Estefanía, que recuerda las ausencias este año de dirigentes como la canciller alemana, Angela Merkel.

Sea como fuere, empresarios multimillonarios, gobernantes, intelectuales y artistas ya se encuentran en Davos. Y, pese a lo cordial del encuentro, el foro ha comenzado revuelto por la incertidumbre que genera la inminente toma de posesión de Donald Trump como presidente de EEUU. Xi Jinping fue el responsable de inaugurar el evento, y utilizó su tribuna para lanzar un aviso al próximo mandatario norteamericano: "Nadie", aseguró, "saldrá como ganador en una guerra comercial". Trump, por el momento, no ha respondido.

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