El futuro de Cataluña

Puigdemont busca un pacto a la desesperada con Madrid para frenar el 155 mientras los independentistas mantienen su división por la DUI hasta el final

El president y el vicepresident de la Generalitat, Carles Puigdemont y Oriol Junqueras, en el Parlament.

El jueves fue un día de idas y venidas, de decisiones rectificadas a última hora y de maniobras para ganar tiempo por parte del Gobierno catalán. Durante la mañana, el president Carles Puigdemont parecía convencido de convocar elecciones autonómicas, pero a mediodía cambió de idea y por la tarde dejó en manos del Parlament la posibilidad de declarar este viernes la independencia de Cataluña. El frente independentista, no obstante, se encuentra muy dividido, y muestra de ello es que el conseller de Empresa, Santi Vila, uno de los miembros más moderados del Govern, presentó su dimisión en la noche del jueves tras el último viraje de Puigdemont. Mientras tanto, el Senado dio el primer paso para la aprobación de las medidas propuestas por el Gobierno en el marco del artículo 155 de la Constitución, y apenas quedan unas horas para buscar un acuerdo in extremis.

El Ejecutivo central y el independentismo catalán tenían marcada en rojo la fecha del jueves 26 de octubre, ya que se reunían tanto el Senado como el pleno del Parlament de Cataluña. La Cámara alta tenía la misión de continuar con la tramitación del artículo 155 y debatir las medidas propuestas por el Gobierno, mientras que el orden del día en el hemiciclo catalán era mucho más difuso: el asunto del debate monográfico convocado únicamente hacía referencia a la "aplicación del artículo 155 de la Constitución española en Cataluña y sus posibles efectos". En los últimos días, el bloque secesionista había valorado varias opciones, aunque eran tres las que más apoyos concitaban: o bien convocar elecciones, o bien declarar unilateralmente la independencia, o bien una DUI seguida automáticamente de comicios "constituyentes".

A última hora del miércoles, la Generalitat anunciaba oficialmente que Puigdemont no acudiría al Senado para defender sus alegaciones ante la Cámara que, legalmente, debe aprobar la aplicación del artículo 155 en Cataluña. Y es que el president, que estuvo reunido hasta las 2 de la mañana del jueves con su Gobierno y dirigentes del PDeCAT y ERC sin decidir qué hacer, necesitaba tiempo para seguir reuniéndose y tomar una decisión sobre la eventual declaración de independencia. El sector más moderado de su partido y él mismo abogaban por la convocatoria electoral para evitar la intervención, mientras que la mayor parte de ERC y la CUP apostaban por la confrontación con el Estado. De hecho, según informa la Agència Catalana de Notícies, Puigdemont llegó a ofrecerle la Presidencia al vicepresident y líder de ERC, Oriol Junqueras, para que fuera él quien declarase la independencia si estaba convencido de rechazar la convocatoria electoral a cambio de la no aplicación del 155. Junqueras, no obstante, rechazó la oferta.

Puigdemont volvió a convocar a los consellers a las 10 de la mañana del jueves. Y, alrededor de dos horas después, saltaba la noticia: el president estaba decidido a convocar elecciones autonómicas a condición de que el Gobierno no aplicara el 155 en Cataluña. La mediación del lehendakari Urkullu y de su partido, el PNV –que mantienen buenas relaciones con Puigdemont y también con el PP– tuvo mucho que ver en este giro, ya que los nacionalistas vascos insistieron tanto en privado como en público al president para que optara por la vía de los comicios para evitar la intervención de las instituciones catalanas. Aitor Esteban, su portavoz en el Congreso, lo dejaba claro el mismo miércoles: "En el momento actual, sabiendo que la épica es muy llamativa pero efímera, y que Rajoy no va a parar, la mejor solución son unas elecciones sin miedo y confiando en que la sociedad catalana te va a apoyar".

A los pocos minutos de filtrarse la noticia, comenzaron a sucederse las reacciones. Uno de los primeros en confirmar la posible convocatoria electoral fue Eduardo Reyes, diputado de Junts pel Sí y militante de ERC, que aseguró que si Puigdemont apostaba por los comicios él sería "el primer engañado" y anticipó dimisiones de miembros del sector más radical del independentismo. Minutos después, esta previsión se cumplió y los parlamentarios Albert Batalla y Jordi Cuminal anunciaban su renuncia al escaño y su baja del PDeCAT, mientras Gabriel Rufián, diputado en el Congreso por ERC, comparaba a Puigdemont con Judas Iscariote con un tuit con las palabras "155 monedas de plata". La CUP, por su parte, dejaba claro que no avalaría "ningún escenario de elecciones" y pedía proclamar la república "sin más dilaciones".

Puigdemont cambia de idea in extremis in extremis

Mientras tanto, el president convocó a los periodistas en el Palau de la Generalitat a las 13.30. Pero la hora llegó y el president no apareció. En torno a las 14.00, su servicio de prensa retrasaba la hora de la comparecencia hasta las 14.30, y a esa hora anunciaba su cancelación sin ofrecer motivos. La convocatoria electoral, que parecía casi hecha minutos antes, se alejaba en un ambiente de mucha presión que quedaba patente en la presencia de una muchedumbre con esteladas que se concentraba frente al Palau exigiendo la declaración unilateral de independencia entre algunos gritos de "traidor" a Puigdemont. 

Al president se le sumaba un nuevo elemento de presión, ya que a las 15.30 ERC anunciaba que saldría del Govern si se convocasen elecciones. El tiempo, además, corría: el pleno del Parlament seguía convocado para las 17.00, pero en esos minutos de confusión, se anunció que el inicio de la sesión se retrasaba una hora. Y es que Puigdemont volvió a convocar a la prensa para hacer una declaración a las 17.00 desde el Palau de la Generalitat, y antes se reuniría con Junqueras.

En su declaración institucional, sin admitir preguntas, Puigdemont confirmó que se había planteado muy seriamente convocar elecciones autonómicas, pero afirmó que el Gobierno no le había dado "garantías" suficientes para ello, ya que el Ejecutivo mantuvo en pie sus planes de que el Senado aprobase el artículo 155. "Ahora es el Parlament quien debe decidir la respuesta", señaló Puigdemont. Y, minutos más tarde, el portavoz de Junts pel Sí, Lluís Corominas, respondía desde la tribuna del hemiciclo: "Mañana [por este viernes] propondremos que la respuesta sea continuar con el mandato del pueblo de Cataluña del día 1 de octubre".

El moderado Santi Vila dimite como conseller

Pero lo cierto es que el desarrollo de los acontecimientos en los últimos días y, especialmente, este jueves, ha abierto profundas grietas en el bloque independentista. A la presión por parte de ERC, la CUP, el sector más independentista del PDeCAT y las entidades soberanistas para que Puigdemont declare la secesión se oponen los movimientos que, en el lado contrario, están llevando a cabo los integrantes del grupo más moderado del PDeCAT, cuyos máximos exponentes son la coordinadora del partido, Marta Pascal, y el ya exconseller Santi Vila, que al filo de las 22.00 del jueves presentó su dimisión después del último giro de Puigdemont.

Rajoy culpa a Puigdemont de la puesta en marcha del 155: "Él y sólo él"

Estos últimos, no obstante, han quedado debilitados por los vaivenes que dio Puigdemont en la mañana del jueves, ya que el president justificó su decisión de no convocar las elecciones por la actitud de un Gobierno central que, aseguró, "ha aprovechado esta acción para añadir tensión en un momento en el que hace falta distensión y diálogo". Puigdemont aseguró que "no existe la intención de parar la represión": su relato pasa por hacer ver que "nadie tiene derecho a reprochar a la parte catalana la voluntad de dialogo", y Corominas lo expresó en el Parlament afirmando que los independentistas han "ofrecido una vez más la mano esta mañana" y el Ejecutivo se la ha "vuelto a morder".

En cualquier caso, la posibilidad de un giro de última hora sigue abierta. Al filo de las 21.00 del jueves, la comisión del Senado que estudia las medidas propuestas por el Gobierno en virtud del 155 aprobó incluir en el texto final que se votará este viernes en la Cámara alta una enmienda del PSOE, que establece que "el Gobierno, atendiendo a la evolución de los acontecimientos y de la gravedad de la situación, llevará a cabo una utilización proporcionada y responsable de las medidas aprobadas por el Senado, modulando su aplicación si se produjeran cambios en la situación u otras circunstancias que así lo aconsejen". No obstante, el PP rechazó otra enmienda de los socialistas que abogaba por suspender el 155 en caso de convocatoria electoral.

Está previsto que el Senado dé luz verde a las medidas planteadas por el Ejecutivo en un pleno convocado este viernes a las 10.00. Por su parte, el pleno del Parlament se reunirá mañana a partir de las 12.00 para votar una resolución sobre qué pasos dar tras la aplicación del 155. Ese es una de las posibles maneras de aprobar la declaración unilateral de independencia, si finalmente se produce. No obstante, en los últimos días habían surgido voces discordantes sobre la posibilidad de que se tuviese que votar esta declaración, ya que es muy probable que todos aquellos diputados que votaran favorablemente tuvieran que enfrentarse a acusaciones penales por un posible delito de desobediencia.

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