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El nuevo Gobierno socialista

Dolores Delgado, una fiscal con tablas al frente de la ley

Dolores Delgado, nueva ministra de Justicia.

El viernes 1 de junio, Dolores Delgado (Madrid, 1962) retuiteó desde su cuenta personal  un mensaje de la Unión Progresista de Fiscales (UPF), a la que hasta este miércoles representaba en el órgano encargado de asesorar al fiscal general de Estado, el Consejo Fiscal.  El tuit decía esto: "La independencia judicial y del MF [ministerio fiscal] es esencial para la buena marcha democrática de un país. Por ello saludamos al nuevo Presidente @sanchezcastejon esperando de su Gobierno un firme compromiso con la Justicia".

Hoy, Delgado está al otro lado del tuit. Y de la barrera. La nueva titular de Justicia -la segunda en la historia de España tras Margarita Mariscal de Gante, del PP-, llega al cargo en un momento de máxima tensión por el conflicto catalán. Y desembarca también apenas 15 días después de que su antecesor, Rafael Catalá, viese cómo todas las asociaciones de jueces y fiscales unían sus fuerzas en una huelga en pro de la modernización y de una mejora en las condiciones laborales pero también en favor de que se instauren mecanismos para potenciar la independencia de la justicia. Ella misma apoyó esas reivindicaciones. 

Casada y con dos hijos, Delgado trabajó a finales de los ochenta en Barcelona a las órdenes de Carlos Jiménez Villarejo, entonces fiscal  jefe de la Audiencia Provincial. Este miércoles por la tarde, el que fue primer jefe de la Fiscalía Anticorrupción se mostraba exultante al otro extremo de la línea telefónica: "Es una persona de larga experiencia, abiertamente progresista, que se ha forjado y se ha formado desde dentro, que tiene talento, que estudia, que es independiente, una persona extraordinaria. Nos ha tocado la lotería".

Destinada en la Audiencia Nacional desde 1993, primero en la Fiscalía Antidroga, más tarde centrada en la lucha contra el terrorismo y el crimen organizado y finalmente especializada en islamismo radical yihadista, la trayectoria profesional de Delgado está marcada por hitos de envergadura. Persona cercana a Baltasar Garzón y, como él, firme defensora de la jurisdicción universal, Delgado logró en 2007 que el torturador argentino Adolfo Scilingo fuese condenado a 1.084 años por los vuelos de la muerte.

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Cinco años más tarde y con un demoledor alegato, Delgado  frenó en seco la extradición a Suiza de Hervé Falciani, el informático que al facilitar a diversos países una larga lista de evasores puso en jaque al HSBC. "El HSBC -proclamó ante la sala- es en sí un paraíso fiscal". Cuando Falciani fue detenido de nuevo por la Policía española el pasado mes de abril, Delgado ya no intervino en el caso: fue sustituida por el teniente fiscal de la Audiencia Nacional, Miguel Ángel Carballo, quien pidió prisión para el informático, pese a que en ese momento la Fiscalía Anticorrupción seguía investigando en secreto un caso basado en las revelaciones del informático. 

Carballo ya había sustituido a Delgado en septiembre de 2017 pero en sus funciones como efímera portavoz de la Fiscalía de la Audiencia Nacional. Su decisión de presentarse a las elecciones al Consejo Fiscal y las discrepancias con Carballo, que habían llegado a su punto más alto tras los atentados del 17 de agosto en Cataluña, se conjugaron. Y la hoy ministra cesó como portavoz.

"Es muy buena en los juicios", opina previa petición de anonimato un penalista de fuste que aún recuerda su primer encuentro con la ahora ministra: "Fue en un caso de falsificación de moneda, yo defendía a unos chavales que habían fotocopiado billetes por 20.000 o 30.000 pesetas y a los que les iban a caer entre ocho y nueve años. Hablé con ella, le dije que aquello era una barbaridad y comprobé que estaba ante una persona receptiva, dispuesta a escuchar y a buscar una solución justa. Luego, a medida que la fui conociendo más, supe que también es alguien que defiende de manera feroz su independencia y que ha sido capaz de enfrentarse a su jefe si consideraba que su línea de actuación era la correcta".

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