Migración

Inversión en países de origen, red de acogida y traslado a la península: expertos en migraciones explican cómo se puede evitar otro Arguineguín

Llegada de migrantes durante esta semana al puerto de La Restinga, en el sur de la isla de El Hierro.
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El 28 de agosto de 1994 llegó a la isla de Fuerteventura una patera con dos personas a bordo. Fue la embarcación que inauguró la ruta canaria de la migración porque el archipiélago, hasta entonces, no había visto llegar ninguna. De eso hace ya 26 años. Desde entonces el tránsito ha sido constante. Sin embargo, a lo largo de este tiempo no se ha aprendido demasiado. La crisis migratoria que vive Canarias desde aproximadamente el mes de agosto no deja de intensificarse. Las llegadas, hasta el 15 de noviembre, han aumentado un 1.019% con respecto al mismo periodo del año pasado. El colapso y el hacinamiento de quienes llegan es patente y las soluciones, por ahora, no llegan. El problema, dicen las organizaciones de derechos humanos y los expertos en la materia, es que esto se ha producido por la falta de previsión, lo que complica que el problema pueda solucionarse de un día para otro.

"No ha habido previsión, aunque esto era previsible. Y tampoco se ha evitado la situación, aunque era evitable", lamenta Arcadio Díaz Tejera, juez del Juzgado de Instrucción número 8 de Las Palmas de Gran Canaria y también de control y vigilancia de su centro de internamiento de extranjeros (CIE). La solución, proponen quienes trabajan de cerca para solucionar el problema, es una política migratoria que establezca una red estable de acogida, que garantice vías legales y seguras de llegadas y que no externalice el problema en países terceros como Marruecos.

Suele decirse que una imagen vale más que mil palabras y en esta ocasión la frase no puede tener más sentido. Las fotografías y los vídeos que muestran a miles de personas —en su mayoría hombres jóvenes— apelotonados en el muelle de Arguineguín, en Gran Canaria, dieron la voz de alerta de algo que las organizaciones ya denunciaban. El espacio en el que han llegado a pasar el día y la noche más de 2.000 migrantes es, a grandes rasgos, una construcción de hormigón que podría estar pensada para muchas cosas menos para funcionar como una cama —aunque sea temporal—. El pasado 12 de noviembre, de hecho, el Ministerio de Defensa instaló un campamento con 800 plazas para desahogar el muelle. Apenas cinco días después llegó el gran escándalo: 200 migrantes eran desalojados de allí bajo un dispositivo de seguridad dirigido por la Policía Nacional. No tenían una plaza de acogida garantizada y estuvieron vagando por las calles de Mogán. Según publicó El País, la situación fue provocada por un error policial. El Ministerio del Interior, en cualquier caso, ya anunció en boca de su titular, Fernando Grande-Marlaska, que abrirá una investigación para esclarecer lo ocurrido.

Txema Santana, técnico de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), asegura que una de las soluciones que podría paliar la situación actual es reabrir el tránsito de migrantes de Canarias a la Península. El cierre de la ruta que impide ese traslado ya era de hecho un problema en el mes de junio, cuando el propio Santana aseguró a infoLibre que los recursos de acogida estaban desbordados. Mame Cheikh, presidente de la Federación de Asociaciones Africanas en Canarias, constata que esa es la situación actual. Él, senegalés, llegó a España en 2007, hace 12 años, pero de una manera muy diferente. Llegó para estudiar y, más tarde, comenzó a trabajar en la organización que, explica, trabaja como intermediaria entre los migrantes que llegan y los recursos de acogida. Intentan, además, ayudarles a la integración enseñándoles, por ejemplo, español. Y ahora, además, intentando poner en contacto con sus familias a quienes cada día desembarcan en las Islas. 

El Gobierno de Canarias se ha posicionado en la misma línea que CEAR. Su portavoz, Julio Pérez, afirmó este jueves que las Islas están dispuestas a asumir una parte de los migrantes que han llegado al archipiélago y pidió al resto de España hacer lo propio. "Necesitamos unas actuaciones concretas, como la mejora de los espacios en los que se atiende a los inmigrantes y una política de derivaciones hacia el resto del territorio nacional que haga efectiva esta demanda de compartir", dijo. Pero el ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, derribó la petición del Ejecutivo insular anunciando este viernes que Canarias contará "en un breve espacio de tiempo" con 7.000 plazas de acogida en siete nuevos espacios, algo que el presidente Ángel Víctor Torres ya ha rechazado. Según han informado fuentes policiales a Europa Press, ya han sido trasladados más de 1.500 migrantes. Pero se trata de traslados, dicen, puntuales y de personas con perfiles de protección internacional y de colectivos vulnerables.

La solución, sin embargo, no pasa sólo por los traslados. Todas las fuentes consultadas por infoLibre critican la política migratoria española —y europea—, que Díaz Tejera llega a calificar de inexistente. "Son pequeñitos planes de varios ministerios, no hay nada planificado, se repiten los lugares comunes de siempre", critica. ¿Qué hay que hacer, entonces? "Hay que invertir en origen para que no salgan de sus países, tomar medidas para que no pierdan la vida si lo hacen y derivar a la Península", coincide el magistrado, que también apuesta por construir una red estable de acogida y por aumentar los puestos de trabajo humanitario. España sabe hacerlo, dice, porque su experiencia migratoria viene de lejos. La canaria, de hace 26 años. "No tiene sentido la crueldad del hacinamiento ni lo que hicieron" cuando les trasladaron de Arguineguín, denuncia. La ministra de Defensa, Margarita Robles, llegó a admitir este viernes que "las condiciones en Arguineguín no eran adecuadas para seres humanos".

Gemma Pinyol, directora de políticas migratorias y diversidad en Instrategies e investigadora asociada de GRITIM-UPF admite en conversación telefónica que lleva "mucho tiempo preocupada por la obsesión de hablar de la política migratoria desde el control fronterizo" y desde la externalización a países terceros. Esto último se puso en práctica precisamente este mismo viernes, cuando Grande-Marlaska viajó a Rabat para reunirse con su homólogo marroquí, Abdelouafi Laftit, con el objetivo de frenar la ruta migratoria a Canarias. Según informó Interior en un comunicado al término del encuentro, el ministro trasladó a Marruecos la necesidad de "incrementar" el control de los flujos migratorios. Marlaska destacó en este sentido los "buenos resultados" alcanzados gracias a las políticas y las actuaciones conjuntas desarrolladas entre España y Marruecos durante el pasado año 2019, "las cuales lograron revertir la tendencia creciente de llegadas en el año 2018". 

Sin embargo, según Pinyol, las crisis migratorias como la actual no se solucionan con estos "parches", según dice también Santana. "No se avanza en otros ámbitos ni se articulan vías legales, sólo nos centramos en eso y apostamos por una cuestión bastante cortoplacista al gestionarlo todo con países terceros que juegan a remarcar su importancia en este proceso", explica. La "lógica es otra", dice. "Hay que sumar otros elementos. Apenas se han desarrollado las herramientas para acceder a Europa por trabajo, estudios o reagrupación familiar. Nos hemos quedado parados en esos instrumentos que no estamos adaptando y solo invertimos y desarrollamos el control fronterizo", lamenta.

Virginia Álvarez, responsable de investigación en Amnistía Internacional España, opina igual que ella. "La pata que se desarrolla siempre es la del control y externalización de las responsabilidades", critica. Y añade que eso se debe a que "falta voluntad política". "En España nunca ha habido una buena gestión y eso va acompañado también de la falta de compromiso europeo de solidaridad con otros países", lamenta. Y recuerda, en este sentido, que durante la crisis migratoria del año 2017 —que afectó sobre todo a Grecia y Turquía— no se cumplieron los compromisos de reubicación y reasentamiento adoptados por los países de la Unión Europea. "Los compromisos fueron ridículos y se incumplieron", recuerda.

¿Por qué aumentan tanto las llegadas? ¿Ha cambiado el perfil?

La situación es una crisis que hay que resolver. Ha llegado a tal punto, denuncian los expertos consultados, por la falta de políticas previsoras y adecuadas, pero también porque, objetivamente, las llegadas se han multiplicado. Y bastante. Del 1 de enero al 15 de noviembre de 2020 han llegado a Canarias 16.760 personas, 15.263 más que las 1.497 que lo hicieron en el mismo periodo del año anterior. El aumento ha sido elevadísimo: un 1.019% más de llegadas.

La pregunta es inevitable: ¿por qué ha ocurrido esto? Según Díaz Tejera, una de las causas principales es que, ahora mismo, el mar está en calma. Otra es que el resto de rutas migratorias marítimas —la griega y la italiana— están más vigiladas, lo que eleva el precio que tienen que pagar los migrantes por pasar por ellas. Esto no es una novedad. Las organizaciones defensoras de derechos humanos siempre han destacado que cuando se cierra una ruta, otra se abre. Álvarez recuerda, por ejemplo, que durante los años 2003 y 2004 la entrada de personas irregulares a través de la valla de Ceuta y Melilla fue tan elevada que el Gobierno conservador de José María Aznar decidió reforzar ese paso fronterizo —esa solución tan poco eficaz, a juicio de los expertos—. El resultado llegó en el año 2006, cuando comenzó la crisis de los cayucos, que también afectó a Canarias.

La tesis se refuerza con datos. Según un informe que publicó la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA), en el año 2013 —el mismo año que el PP volvió a reforzar las fronteras terrestres de Ceuta y Melilla—, las entradas de migrantes irregulares a través del salto a las vallas de las ciudades autónomas solo supusieron un 15,75% del total. En cambio, al año siguiente, en 2014, y según los datos que publicó el Ministerio del Interior, llegaron por vía marítima 4.552 personas, un 40,6% más que en 2013.

También hay otro factor que ha influido: la pandemia de covid-19. Eso, según Díaz Tejera, agrava y complica la situación y, además, cambia el perfil de quienes migran. "Ahora está habiendo gente que viene de Marruecos que antes trabajaba en el turismo y que no pueden desarrollar su proyecto", dice. Santana le suscribe e indica que, junto a Marruecos, la mayoría de migrantes que llegan a las costas canarias son de Senegal y Malí. "El impacto de la pandemia claro que ha cambiado el perfil de quienes llegan. Esta es de las crisis más graves desde la Segunda Guerra Mundial y provoca el desplazamiento de personas que ven cómo se cae su economía y, ante la falta de expectativas, busca otras vías" para vivir, lamenta. 

De la crisis de los cayucos de 2006 a la crisis de 2020

Fallece Nabody, la menor de dos años que fue rescatada en parada cardiorrespiratoria de una patera en Gran Canaria

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Álvarez señala un capítulo de la historia migratoria canaria cuya comparación con la situación actual se antoja inevitable: la crisis de los cayucos.Tuvo lugar en 2006. Durante ese año, más de 36.000 personas llegaron a las Islas. Tampoco había sitio suficiente como para acogerles, así que se echó mano de naves, comisarías, polideportivos, campamentos o aeropuertos. Las cifras que se manejaban entonces eran muy superiores a las que se manejan ahora, pero hay una diferencia que, a juicio de Díaz Tejera, hace la crisis de 2020 "mucho peor" que la de los cayucos. "Esa crisis se extendió a lo largo de un año. Ahora se han concentrado todas las llegadas en unos meses", dice.

Santana da los datos. Del 1 al 30 de julio llegaban a Canarias, de media, 14 personas al día. En agosto fueron 26, en septiembre 73 y en octubre, 170. Ahora, en noviembre, esa cifra se sitúa en las 360 personas. "A 16 de noviembre ya se habían superado las llegadas recibidas en octubre, que fue el mes de mayor llegada de la serie histórica a Canarias", dice el técnico de CEAR, que opina que no llegarán a verse los números de 2006 por una sencilla razón: el aumento tan exponencial ha comenzado en agosto, a mitad de año. Pero habrá que ver cuánto se extiende esta crisis, algo que dependerá, dice, de la evolución de la pandemia. "No sabemos si esto que estamos viviendo es el calentamiento de 2021 o hemos tocado ya el pico" de las llegadas, dice Santana. 

Álvarez también encuentra similitudes entre los dos momentos. "En 2006 estuve en Canarias y lo que vi entonces es lo que hay ahora: faltan condiciones adecuadas de acogida, hay problemas en el acceso al asilo, con la atención letrada...", lamenta. Se refiere al apisodio que saltó a las portadas hace ya una semana. Según denunciaron varios abogados, algunos de los cuales confirmaron la situación a este diario, muchos de los migrantes recibían una orden de expulsión sin haber tenido antes el encuentro con un abogado al que tienen derecho. Eso, a juicio de los juristas consultados por infoLibre, suponía una vulneración de la Ley de Extranjería y de los derechos de los migrantes. Según advirtió entonces CEAR, el peligro es que Canarias acabe convertido en un "agujero negro" para los derechos de los migrantes, una especie de Lampedusa (Italia) o de Lesbos (Grecia), dos islas con las que la diputada de Coalición Canaria Ana Oramas comparó a su archipiélago. "No se puede convertir Canarias en un Lesbos o un Lampedusa", advirtió. 

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