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4M | Elecciones en la Comunidad de Madrid

El PP se debate entre engullir por completo a Vox o darle aire para no perder ningún voto en el bloque de la derecha

Rocío Monasterio (Vox) e Isabel Díaz Ayuso (PP) se saludan en dependencias de la Asamblea de Madrid.

Fernando Varela

La potencia de la candidatura de Isabel Díaz Ayuso a la reelección tras romper con Ciudadanos y convocar apresuradamente elecciones amenaza con engullir a Vox. Todas las encuestas indican que el crecimiento del PP se apoya en la caída de la ultraderecha. Y aunque todavía es pronto para sacar conclusiones —falta algo más de un mes para la votación— fuentes conocedoras de las encuestas que se están realizando confirmaron a infoLibre que algunos días Vox aparece en riesgo de no alcanzar el 5% que da acceso al reparto de escaños. No obstante, es verdad que la mayoría de los estudios aún le atribuyen en torno al 9 o 10% en intención de voto, pero con una tendencia a la baja que de momento no se ha detenido.

Esta circunstancia tiene una doble lectura para los estrategas del PP. De un lado, demuestra que ganar por mayoría absoluta sería posible. La actual presidenta ya tiene porcentajes de intención de voto en torno al 40% y si continúa comiéndose a Vox al ritmo actual le sobrarán las semanas que faltan hasta el 4 de mayo para alcanzar el 45%, porcentaje a partir del cual el sueño de gobernar con mayoría absoluta se vuelve tangible.

Es una proeza difícil de conseguir desde que el bipartidismo comenzó a flaquear —en el PP, Alberto Núñez Feijóo es el único que lo ha conseguido— y que no ocurre en Madrid desde la última vez que Esperanza Aguirre se presentó a la Presidencia, en 2011. Pero es factible. Las cifras lo demuestran.

Seguir apretando e ir a por la mayoría absoluta es muy tentador pero conlleva riesgos. Si absorben todo el voto de los ultras no habrá problema. Pero si se quedan cortos y Vox, sin entrar en la Asamblea, retiene un 4% de sufragios, Ayuso puede tener dificultades para gobernar.

Así que deben decidir si lo apuestan todo a la mayoría absoluta o deciden dar aire a los de Santiago Abascal para garantizar que en el recuento no se desperdicia ningún voto del bloque de la derecha. La ley electoral rentabiliza en el caso de Madrid tener dos o tres candidaturas en vez de una.

Sobre el papel tiene más sentido para el PP la segunda opción, según los analistas consultados por infoLibre. Pero ganar por mayoría absoluta no sólo daría a Ayuso el gobierno en solitario de Madrid sino que permitiría a Pablo Casado dar un golpe encima de la mesa y hacer visible, por primera vez desde que se hizo con las riendas conservadoras, que es posible reunificar el voto de la derecha en las filas del PP. Un mensaje crucial para su supervivencia en clave interna de cara a las generales de 2023 y para su fortaleza como líder de la oposición frente a Pedro Sánchez ante la opinión pública. Serían tres pájaros de un tiro: gobernar Madrid sin dependencias de ningún tipo, acabar con Ciudadanos y destruir a Vox.

En el PP, de momento, están encantados con la campaña de Vox. Los dirigentes ultras han planteado nítidamente que no pondrán condiciones para hacer presidenta a Ayuso porque su objetivo es impedir “un Gobierno comunista” en Madrid. Sus declaraciones y mensajes de precampaña tienen como adversario a Pablo Iglesias, igual que está haciendo el PP. Y en ningún momento han intentado siquiera marcar diferencias de discurso con la presidenta madrileña.

Es verdad que el PP en general y Ayuso en particular se han quedado con las ideas fuerza de Vox: defensa a ultranza de la actividad económica, especialmente la hostelería, a pesar de la pandemia o la libertad frente al comunismo, entre otras.

La incógnita estratégica de Vox

Nadie sabe, a estas alturas, si la estrategia de Vox es ir de menos a más y si sus dirigentes esconden algún as en la manga. Entre otras cosas porque se apoyan mucho en redes sociales opacas, como WhatsApp, para trasladar sus mensajes. Se lo han tomado con tanta calma que han sido los últimos en confirmar a su candidata —volverá a ser Rocío Monasterio—.

Ayuso, en cambio, va disparada. No son sólo en las encuestas, sino en la cobertura que está recibiendo de la derecha mediática —televisiones, radios y periódicos—, cuyo cierre de filas en torno al PP está teniendo el efecto añadido de anular a Vox. Las encuestas revelan datos inquietantes para los ultras: dos de cada tres votantes de la derecha radical en 2019 (el 63,5%) ya han decidido que esta vez elegirán la papeleta del PP. También lo hará el 66,6% de quienes votaron hace dos años por Ciudadanos.

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Algunas encuestas, como la de NC Report publicada por La Razón, concluye que la entrada en campaña de Pablo Iglesias, el candidato de Unidas Podemos, no ha hecho más que reagrupar el voto en torno a Ayuso, en detrimento do Vox.

Y todos los estudios publicados en las dos últimas semanas muestran una correlación de tendencias: el PP sube en la medida en que Vox baja, como si fueran vasos comunicantes. Ayuso ha ido escalando del 35,2 al 38,6%. Vox, en cambio, ha retrocedido del 13,4 al 11%. El PP crece a izquierda y derecha pero Vox sólo puede crecer restando a Ayuso. Y eso, en este momento, parece fuera de sus posibilidades.

La candidata de Vox es en realidad Isabel Díaz Ayuso. La frase es de Iglesias, y la pronunció en su última sesión de control en el Congreso. Pero no está desencaminada: las encuestas reflejan la simpatía que los votantes de Vox tienen por la presidenta madrileña. El Barómetro de laSexta de este fin de semana puso cifras a esta realidad: los votantes de Santiago Abascal son lo que más valoran a la candidata del PP y la gestión de su gobierno, por encima incluso de los votantes de Ciudadanos, que paradójicamente formaron parte de ese ejecutivo hasta hace apenas tres semanas.

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