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De la rendición de cuentas judicial al periodismo libre de bulos: la larga lista de reformas pendientes

La inteligencia artificial

Intento evitar dejarme arrastrar ante las provocaciones de algunos comentarios en redes. La mayoría te provocan una carcajada y son editados por los mismos de siempre que se ocultan tras los perfiles de siempre. Así que no, no me veréis meterme en muchos debates en redes, pero el otro día no pude callarme. No era en Twitter, era en Instagram, donde el tono, la conversación e incluso los debates son mucho más tranquilos… de momento. Necesité contestar a lo que ahí se estaba diciendo. Un terapeuta, no sé si psicólogo, coach o qué, no lo decía, contaba que a sus pacientes lo primero que les recomendaba es que no vieran los informativos. Que apagaran la tele y que se desconectaran por completo de eso que íbamos contando porque sólo “bombardeábamos” a la gente con noticias negativas. 

Es cierto que llevamos 3 años encadenando noticias demasiado complicadas de digerir, que estamos agotados de ver y de sufrir en primera persona lo que ocurre, pero no saberlo nos hace mucho más vulnerables

Sé que cuesta ver un informativo, lo sé. Es casi imposible empezar el relato de lo que ha pasado ese día contando sólo cosas buenas, porque en el mundo, y especialmente ahora, no pasan sólo cosas buenas. Es así. Nosotros no nos inventamos lo que ocurre y cerrar los ojos a todo eso es crear una burbuja irreal de un mundo, que siento decirlo, no existe. Es cierto que llevamos 3 años encadenando noticias demasiado complicadas de digerir, que estamos agotados de ver y de sufrir en primera persona lo que ocurre, pero no saberlo nos hace mucho más vulnerables. No saber que, este invierno, por ejemplo, había fórmulas para abaratar el recibo del gas, costaba dinero. Y más de uno que no se enteró o no supo cómo cambiarse de la tarifa libre a la tarifa regulada, se llevó un buen susto cuando le llegó el primer recibo del invierno.  

Una sociedad desinformada es una sociedad mucho más manipulable. Y a eso juegan quienes están intentando llenar el relato de la realidad con noticias falsas. Si todo el mundo desconfía de lo que cuentan los medios porque no sé si eso es una noticia falsa o no, si no sé si esa imagen que me han puesto está generada por una inteligencia artificial, acabaré desconfiando de todos y de todo lo que me cuentan. Da igual que sean medios o cabeceras acreditadas. Si esparzo esa sombra de sospecha sobre todos, lograré que la gente deje de informarse así, y se quede únicamente con el relato que yo le voy a contar. Un relato sesgado, manipulado, contado desde un único punto de vista, el que me interesa a mi y el que, y aquí está el quid de la cuestión, me genera más votos o más ingresos. 

El desafío que tenemos por delante es inmenso. Jugamos en desventaja. La inteligencia artificial ha venido a complicarnos aún más el oficio a una profesión que ya está tocada y que está a punto de entrar en cuidados intensivos si no nos ponemos las pilas. No podemos permitirnos errores, ni uno. El otro día, un perfil falso de un supuesto político anunciaba la muerte de Elena Salgado. Y más de un medio y periodista de nivel se acabó comiendo el bulo. Y ojo, porque aquí, nadie está a salvo. Si no activamos todos los mecanismos de esta profesión vamos a terminar sepultados por una desconfianza global. 

Sólo con recursos, personal e inversión, podremos luchar contra esta nueva amenaza: las fake news, los bulos, las imágenes falsas. Y eso lo tiene que liderar la profesión, lo tenemos que hacer nosotros. No agencias externas. Tendremos que ponernos a ello más pronto que tarde porque esto va muy rápido y no nos puede pillar despistados en otras cosas.

Intento evitar dejarme arrastrar ante las provocaciones de algunos comentarios en redes. La mayoría te provocan una carcajada y son editados por los mismos de siempre que se ocultan tras los perfiles de siempre. Así que no, no me veréis meterme en muchos debates en redes, pero el otro día no pude callarme. No era en Twitter, era en Instagram, donde el tono, la conversación e incluso los debates son mucho más tranquilos… de momento. Necesité contestar a lo que ahí se estaba diciendo. Un terapeuta, no sé si psicólogo, coach o qué, no lo decía, contaba que a sus pacientes lo primero que les recomendaba es que no vieran los informativos. Que apagaran la tele y que se desconectaran por completo de eso que íbamos contando porque sólo “bombardeábamos” a la gente con noticias negativas. 

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